El mal menor, seg¨²n Milton Friedman
En Chile se pone en cuesti¨®n el modelo de privatizaciones masivas que viene de Pinochet
Los espa?oles conocemos de primera mano los rescoldos profundos de una dictadura, las pesadas huellas de la misma que tardan generaciones en borrarse. Hay que tener en cuenta este tempo hist¨®rico para entender, en parte al menos, lo que sucede en Chile desde hace semanas: una explosi¨®n generalizada de descontento en el que siempre se denomin¨® ¡°el pa¨ªs m¨¢s estable de Am¨¦rica Latina¡±. Y eso que la dictadura de Pinochet ¡°solo¡± dur¨® 17 a?os, la mitad que la de Franco.
En su ¨²ltimo libro, Crisis (editorial Debate), el multipremiado profesor de la Universidad de California Jared Diamond dedica un cap¨ªtulo a Chile. No hay que estar necesariamente de acuerdo con todas sus apreciaciones para reconocer algunas de las caracter¨ªsticas estructurales del modelo chileno.
Por ejemplo, que una peque?a oligarqu¨ªa ha controlado la mayor parte de la renta, la riqueza, la tierra y el poder pol¨ªtico, y que esta concentraci¨®n ha sido un problema fundamental en la historia del pa¨ªs; o que m¨¢s de 30 a?os despu¨¦s del fin del Gobierno militar de Pinochet, el pa¨ªs sigue lidiando con su legado. Diamond recuerda que despu¨¦s del golpe militar contra Salvador Allende, en la d¨¦cada de los setenta, se impuso en Chile uno de los experimentos neoliberales m¨¢s puros de la historia contempor¨¢nea, con dos piezas que en principio parec¨ªan ser contradictorias: una pol¨ªtica econ¨®mica ultraliberal, con la privatizaci¨®n exhaustiva del aparato productivo (Chile fue el primer pa¨ªs en privatizar sus pensiones), en el entorno de la Operaci¨®n C¨®ndor, un experimento de terrorismo de Estado que agrup¨® a las dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil, con el objeto de acabar con las oposiciones pol¨ªticas mediante asesinatos, desapariciones y torturas. Lo que los ultraliberales no pudieron aplicar en las democracias, por la resistencia de partidos pol¨ªticos, sindicatos y sociedad civil, lo trataron de experimentar en el laboratorio de f¨¦rreas dictaduras militares. Esa pol¨ªtica tuvo un resultado dual: enorme crecimiento econ¨®mico acompa?ado de gigantescas dosis de desigualdad. Cuando desaparece Pinochet, los diferentes Gobiernos de la democracia no cambiaron sus ejes fundamentales, aunque los paliaron con mayor gasto social y modificando la legislaci¨®n laboral. Las pensiones siguen privatizadas: los trabajadores aportan obligatoriamente un porcentaje de su salario (el 10%) a las entidades privadas administradoras de fondos de pensiones (AFP), vinculadas a los grandes bancos, que acumularon un gigantesco capital.
Ahora, los manifestantes chilenos piden ¡°?No m¨¢s AFP!¡± porque el resultado del experimento ha sido la maximizaci¨®n del beneficio de las entidades financieras, cantidades m¨ªseras de jubilaci¨®n para la mayor parte de los pasivos y la marginaci¨®n de aquellos que forman parte de la econom¨ªa sumergida. Este invento de las pensiones privadas fue vendido por su autor, Jos¨¦ Pi?era (hermano del actual presidente, Sebasti¨¢n Pi?era), como alternativa al sistema de reparto, con pensiones p¨²blicas y universales, y acogido con enorme entusiasmo por bancos y patronales.
La pol¨ªtica econ¨®mica pinochetista qued¨® en manos de los Chicago Boys chilenos, seguidores de las doctrinas de Milton Friedman y de la Escuela de Chicago. Pinochet utiliz¨® a esos economistas y su obra como factor de legitimaci¨®n de su r¨¦gimen (y ellos se dejaron de buena gana). Friedman, tan buen economista como mal pol¨ªtico, visit¨® dos veces Santiago de Chile, donde fue recibido con todas las fanfarrias por el dictador. All¨ª reuni¨® a la sociedad Mont Pelerin, donde se concentra la mayor cantidad de economistas neoliberales por metro cuadrado. En una entrevista a Newsweek declar¨®: ¡°A pesar de mi profundo desacuerdo con el sistema pol¨ªtico autoritario de Chile, no veo que sea malo prestar asesoramiento t¨¦cnico econ¨®mico al Gobierno chileno¡±. Y antes de la reuni¨®n de la Mont Pelerin pas¨® por Lima, donde Mario Vargas Llosa le hizo una entrevista. El futuro premio Nobel le pregunt¨® si ten¨ªa alguna duda moral al observar que sus teor¨ªas eran aplicadas generalmente en pa¨ªses con Gobiernos autoritarios (tambi¨¦n en la Argentina de Videla): ¡°No¡±, respondi¨® Friedman, ¡°no me gustan los Gobiernos militares, pero busco el mal menor¡±.
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