Las viejas son at¨®micas
Los prejuicios sexistas son tenaces y dejan sombras. A las mujeres nos cuesta 40 a?os descubrir que todo eso es mentira
Que, en general, las mujeres se quieren a s¨ª mismas menos que los hombres siempre me ha parecido una verdad bastante evidente. La manera en que tantas de nosotras, j¨®venes y no tan j¨®venes, se quitan importancia y piden torrentes de disculpas innecesarias es algo que cada d¨ªa llevo peor. Me desespera estar en una reuni¨®n social, en una feria literaria, en un simposio, y que llegue una chica y diga cosas como: ¡°El vino lo he comprado yo, as¨ª que seguro que ser¨¢ malo¡±. O bien: ¡°S¨ª, yo he publicado una novela, bueno, es una novelita, una cosita de principiante¡¡±. O incluso: ¡°Oh, perd¨®n, perd¨®n, perd¨®n, he puesto mal esta diapositiva, es que soy muy torpe, soy un desastre¡±. Ahora imaginen estas frases dichas por un hombre. No resulta f¨¢cil visualizarlos soltando esas cosas, ?no? Yo lo que veo son tipos encantados con el rioja que han tra¨ªdo y conferenciantes que cambian la diapositiva err¨®nea sin alterarse lo m¨¢s m¨ªnimo. En cuanto al escritor, es probable que a¨²n no haya nacido de madre un hombre capaz de decir que su novela es una novelita.
Y ?saben qu¨¦? Bien por ellos. No son ellos los equivocados: somos nosotras. Porque adem¨¢s no se trata de una encantadora modestia, sino de una desagradable inseguridad. De la penosa falta de autoestima que sufre mayoritariamente la mujer, como ha demostrado un gran estudio publicado este a?o en la Harvard Business Review (lo cont¨® hace un par de semanas Pilar Jeric¨® en EL PA?S). Jack Zenger y Joseph Folkman investigaron a 8.655 personas, el 44% varones, y descubrieron que las mujeres tenemos menos autoestima y menos seguridad que los hombres hasta que cumplimos 40 a?os. De hecho, a los 25 los chicos nos sacan cerca de un 20% de ventaja. Ahora bien, la seguridad en uno mismo va creciendo con la edad, en nosotras y en ellos, y a los 40 a?os nos igualamos. A partir de ah¨ª la autoestima va subiendo lentamente y manteni¨¦ndose m¨¢s o menos pareja en ambos sexos, hasta que, despu¨¦s de los 60 a?os, la confianza de los varones comienza a declinar y nosotras seguimos subiendo y les pasamos. Es un gr¨¢fico impresionante. Las viejas son at¨®micas.
As¨ª que la historia tiene para nosotras un final feliz. Pero la escalada es dura y hay que salir desde muy abajo. Entre los 25 a?os y los 61 a?os, que es el periodo de tiempo que mide la investigaci¨®n (61 y m¨¢s, pone al final de la tabla cr¨ªpticamente, como si a partir de esa edad comenzara el abismo), los hombres mejoran su autoestima en un 8,5%. Las mujeres, en cambio, lo hacemos en un 29%. La remontada es muy potente, pero la primera parte de la vida est¨¢ lastrada por un innecesario sufrimiento. Con el a?adido de que esos a?os de juventud son cruciales a la hora de construirse una carrera profesional, y muchas mujeres no los aprovechan debidamente por falta de confianza: no se arriesgan a asumir determinadas responsabilidades porque no se creen capaces; no se saben vender bien para un ascenso porque ellas son las primeras que temen no estar preparadas.
Todo esto es una consecuencia del sexismo, esa ideolog¨ªa milenaria en la que nos han educado a todos, hombres y mujeres, y que nos chupa el cerebro como una insidiosa garrapata. Las cosas est¨¢n cambiando, pero los prejuicios son tenaces y dejan sombras. Y as¨ª, hay un poderoso subtexto social que nos susurra que el mundo exterior no es para las mujeres; que el poder y la profesi¨®n son reinos masculinos. Este estudio demuestra que nos cuesta 40 a?os descubrir que todo eso es mentira. Pero hay consecuencias del sexismo a¨²n m¨¢s tr¨¢gicas. En Espa?a, el suicidio entre los varones se dispara de manera sobrecogedora a partir de los 70 a?os, mientras que el suicidio en las mujeres de la misma edad no s¨®lo es muy inferior (5 por 100.000 frente a 40), sino que adem¨¢s va descendiendo. Y se me ocurre que las mujeres estamos m¨¢s preparadas para vivir solas: cultivamos m¨¢s las amistades, sabemos sacar mejor adelante una casa y una vida. Mientras que los hombres educados tradicionalmente que se quedan viudos no s¨®lo pierden a la mujer, sino todo su hogar, sus manos y sus pies. El machismo es un espanto para todos. Hay que extirparse esta maldita garrapata del cerebro.
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