La autoestima de la mujer: una cuesti¨®n de edad
Nosotras ganamos m¨¢s confianza que los hombres conforme cumplimos a?os, pero comenzamos en peor posici¨®n
La confianza es una cuesti¨®n de largo recorrido. Los datos confirman que las mujeres ganamos m¨¢s autoestima que los hombres conforme cumplimos a?os, aunque tambi¨¦n es cierto que comenzamos en peor posici¨®n. Esta es la conclusi¨®n a la que llegan Jack Zenger y Joseph Folkman en un art¨ªculo publicado en junio en Harvard Business Review. La investigaci¨®n que realizaron entre 8.655 personas, el 44% varones, revela que las mujeres tenemos menos autoestima y menos seguridad en nosotras mismas que los hombres hasta alcanzar los 40 a?os. A partir de entonces, la autoestima se equipara en ambos sexos. Las mujeres logramos nuestro c¨¦nit a los 60, logrando superar los niveles de confianza que reconocen los varones a esa edad.
La autoestima cambia a lo largo del tiempo, depende de cada persona y de las experiencias vividas, pero si analizamos el gr¨¢fico observamos que esa variaci¨®n es mucho m¨¢s acentuada en el sexo femenino. En t¨¦rminos generales, la autoestima en los hombres se incrementa en 8,5 puntos porcentuales desde los 25 a los 61 a?os, mientras que la de las mujeres aumenta en 29 puntos, tres veces m¨¢s. Parece que, a nosotras, el proceso de querernos a nosotras mismas nos lleva algo m¨¢s de tiempo, posiblemente por una autoexigencia excesiva que se traslada a muchos ¨¢mbitos de nuestra vida, como a la hora de solicitar una vacante en una empresa o un nuevo puesto de trabajo.
¡°A los hombres se les contrata por las expectativas, a las mujeres por los resultados¡±, explica la directora financiera de Facebook, Sheryl Sandberg, en base a su experiencia de contrataci¨®n de equipos. El motivo se debe precisamente a los diferentes niveles de autoestima que tenemos. Por lo general, las mujeres necesitamos estar m¨¢s seguras de que cumplimos con todos los requisitos que nos solicitan cuando aspiramos a un puesto. Podr¨ªamos decir que somos m¨¢s prudentes. ¡°Quiz¨¢ no est¨¦ preparada todav¨ªa¡±; ¡°Necesito saber m¨¢s para lo que est¨¢n pidiendo¡±; o ¡°Total, si no me lo van a dar¡¡±, son algunos de los comentarios que resumen lo que nos sucede. Evidentemente, en toda generalizaci¨®n hay excepciones, pero este freno suele ser m¨¢s habitual entre mujeres, como demuestran Zenger y Folkman. Una tendencia que, personalmente, llevo observando desde hace a?os en los programas de talento femenino en los que participo.
Los hombres no parecen tener tantas reservas para dar el paso. Se muestran m¨¢s seguros en su capacidad de aprender los requisitos que pudieran faltarles. Y tiene su sentido: cuanta m¨¢s fe tengas en ti mismo, m¨¢s capacidad personal expresar¨¢s ante las dificultades y ante tu posible aprendizaje.
En conclusi¨®n, el arte de aprender a quererse a uno mismo dura toda la vida. Cada persona vive su propio proceso, pero es una pena que las mujeres tengamos un punto de partida tan bajo. No tanto por la comparaci¨®n con los hombres, sino por nosotras mismas. Nuestra autoexigencia dur¨ªsima nos impide experimentar ciertas cosas, nos lleva a sufrir el s¨ªndrome del impostor con m¨¢s frecuencia que los varones y hace que nos movamos peor en entornos ambiguos de negociaci¨®n que requieren una alta confianza, como reconoce Iris Bohnet, profesora en la Universidad de Harvard. El objetivo consiste en conocer el punto de partida, darnos cuenta del recorrido de mejora que tenemos y comenzar a trabajar en ello sin demora por el simple placer de disfrutar de las ventajas de creer en una misma.
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