Christiania: el experimento social que rechaza el control estatal
Freetown Christiania puede considerarse como una micronaci¨®n, una ecoaldea o una comuna aut¨®noma parcialmente autogobernada dentro de la ciudad de Copenhague.
Fue en 1971 (en plena explosi¨®n del esp¨ªritu de mayo del 68) cuando un grupo de familias se apoderaron de una base militar en desuso situada en el barrio de Christianshavn, en el centro de Copenhague, con el fin de establecer una comunidad alternativa. Fue entonces cuando Christiania se autoproclam¨® independiente del estado dan¨¦s.
Influenciados por el movimiento cultural y pol¨ªtico ¡°Provo¡±, los residentes de Christiania quisieron ejemplificar las aspiraciones de la vida comunal fundamentados en el movimiento antisistema, no violento y de ideolog¨ªa anarquista.
Hoy por hoy, alrededor de unas 900 personas residen en un ¨¢rea de 34 hect¨¢reas bajo un sistema de ¡°autogobierno¡± al margen de Dinamarca e incluso de la Uni¨®n Europea. El L?n es la moneda local junto con la corona danesa, y su s¨ªmbolo identificativo es una bandera roja con tres puntos amarillos alineados en el centro.
A pesar de que esta antigua base militar fue ocupada a principios de los a?os setenta, no fue hasta 1989 cuando se promulg¨® formalmente la Ley de Christiania donde se le transfer¨ªa parte de supervisi¨®n al ayuntamiento de Copenhague. Esta instituci¨®n mantuvo y acept¨® el asentamiento supeditado a una futura legalizaci¨®n y normalizaci¨®n. En 2004 tuvieron lugar distintos conflictos con el gobierno dan¨¦s con respecto a la propiedad de tierras, as¨ª como con el mercado de estupefacientes y, desde entonces, numerosas redadas y controles policiales empezaron a ser frecuentes en el lugar. En la actualidad, la compra y venta libre de marihuana en Christiania es un hecho y, a pesar de que es una actividad localizada y consentida por las autoridades danesas, la zona siempre est¨¢ en el punto de mira pues es tambi¨¦n una atracci¨®n de bandas organizadas y grupos violentos.
Uno de los puntos de inflexi¨®n sucedi¨® en 2011, ya que el tribunal supremo dan¨¦s otorg¨® el derecho de propiedad y de uso al estado; pero, gracias a donaciones y apoyo por parte de grandes personalidades danesas de la escena art¨ªstica, los chistianistas lograron recaudar y comprar una peque?a parte de los terrenos al estado; lo consiguieron pidiendo un cr¨¦dito bancario, constituyeron la fundaci¨®n Fonder Fristaden Christianian, y se reconsider¨® su posici¨®n de ocupantes ilegales manteniendo los terrenos como comunales.
Freetown Christiania funciona alrededor de una calle principal (Pusher Street) y una plaza central donde se permite la venta y consumo de cannabis. Este hecho es principalmente por lo que el barrio recibe el apelativo de distrito verde y es lo que atrae a m¨¢s de un mill¨®n de turistas al a?o, siendo uno de los lugares m¨¢s visitados de toda Dinamarca despu¨¦s del parque de atracciones T¨ªvoli (el segundo m¨¢s antiguo del mundo). Distintas puertas de entrada hechas con madera y piedras dan la bienvenida al visitante, as¨ª como tambi¨¦n se notifica la salida del recinto avisando al transe¨²nte que se entra al territorio perteneciente a la uni¨®n europea.
Dentro de este complejo auto-gestionado hay guarder¨ªas, un templo budista, caf¨¦s, bares y restaurantes, tiendas de ropa, parques, un teatro, un archivo, talleres, entre otros servicios¡ A pesar de que muchas calles no est¨¢n asfaltadas, todas son peatonales y libres de coches ¨Csiendo la bicicleta el principal medio de transporte¨C. De hecho, en 1978 se patentaron las Christianiabikes, las bicicletas con una cesta de madera delantera usadas en toda Dinamarca para transportar a los m¨¢s peque?os.
Las viviendas de Christiania no pertenecen a ning¨²n individuo sino al colectivo y, por tanto, no pueden venderse a un particular. Desde la creaci¨®n de este barrio, los residentes se re¨²nen en asambleas y se toman decisiones por consenso. En m¨¢s de una ocasi¨®n, Christiania ha cerrado temporalmente sus ¡°puertas¡± a los turistas para recapacitar y tomar ciertas decisiones conjuntas. Con los a?os, muchas de las normas han cambiado ligeramente como la prohibici¨®n de consumir drogas duras dentro del recinto, no acampar, mantener la armon¨ªa y respeto entre los residentes, as¨ª como no llevar armas. Hoy por hoy, los residentes de Christiania son conscientes de que ocupan una zona privilegiada de Copenhague y que, en cualquier momento, el recinto puede ser desmantelado. Aun as¨ª, sus habitantes pagan los correspondientes gastos de servicio (agua y electricidad) y un alquiler comunitario que se estipula en funci¨®n de las dimensiones de la vivienda. A pesar de que no se pagan los impuestos de bienes inmuebles ni recogida de basura, algunos residentes reciben ayudas estatales.
Tanto j¨®venes, familias y gente mayor convive y comparte en Christiania un estilo de vida alternativo so?ando en poder comprarle al estado el resto de tierras antes de que el parlamento dan¨¦s sucumba. Es en este punto donde se pone de manifiesto que hay un con?icto entre la comunidad de Christiania y el Estado por el uso y control de un lugar.?Este caso ejemplifica que tanto el Estado y distintos grupos sociales son lo que negocian la conformaci¨®n de lo p¨²blico, signi?cados de actividades dentro del recinto, recursos, as¨ª como leyes internas (incluso relacionadas a la actividad tur¨ªstica). ?Ser¨ªa entonces posible crear barrios, ecovillages o incluso pueblos desvinculados parcialmente del control estatal?
Cabe destacar que Christiania no es un caso an¨®malo en el mundo ya que hay otros territorios que no dependen de ning¨²n estado y siguen funcionando, como es el caso de Sealand (Reino Unido), La Paz Ecovillage en Baja California (M¨¦xico), los Municipios Aut¨®nomos Rebeldes Zapatistas en el estado de Chiapas (M¨¦xico), entre muchos otros.
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