Julia Ebner: ¡°Una crisis de masculinidad aparece en los radicales. Hay que tocar su lado humano¡±
Tras estudiar el fen¨®meno del extremismo desde fuera, la investigadora se infiltr¨® entre yihadistas, neonazis y ultraderechistas cristianos. Su primer libro llega a Espa?a a mitad de 2020
La satisfacci¨®n moral que puede proporcionar el repudio de cualquier movimiento extremista no sirve para acabar con esta amenaza. En ocasiones, la alimenta. Lo sabe bien Julia Ebner (Viena, 28 a?os), quien lleva a?os investigando al monstruo e incluso desde su vientre. Su libro The rage. The Vicious Circle of Islamist and Far-Right Extremism (La Rabia. El c¨ªrculo vicioso de los extremismos islamista y de ultraderecha) que Temas de Hoy publicar¨¢ en castellano a mediados de 2020, sirvi¨® para entender que las redes sociales han sido el trampol¨ªn de una espiral de odio entre dos radicalidades que, en muchos aspectos, son dos gotas de agua. Ha liderado proyectos de prevenci¨®n del terrorismo para la Comisi¨®n Europea y ha asesorado al Parlamento brit¨¢nico. Esta experta del Instituto para el Di¨¢logo Estrat¨¦gico de Londres dice que hasta el movimiento m¨¢s extremista tiene din¨¢micas sociales que revelan un lado humano. Para rescatarlos de s¨ª mismos hay que tirar de ese hilo.
PREGUNTA. ?Es posible que existan ahora m¨¢s extremismos que hace 15 o 20 a?os?
RESPUESTA. As¨ª es. Se han extendido la extrema derecha y el extremismo islamista. Lo hemos visto en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Sobre todo despu¨¦s de los atentados del 11-S. Junto al terrorismo islamista ha surgido una corriente de odio contra las minor¨ªas por toda Europa, Am¨¦rica del Norte e incluso Australia. Sobre todo contra los musulmanes. Y hoy es adem¨¢s mucho m¨¢s visible, por las din¨¢micas que han desatado las redes sociales. Movimientos minoritarios son capaces de alcanzar mucha m¨¢s influencia y de que sus mensajes penetren en el discurso pol¨ªtico de los pa¨ªses que se plantean como objetivos.
P. Pero les gusta desenvolverse en un submundo digital.
¡°A los seguidores de estos movimientos hay que verlos como personas y abordar sus quejas¡±
R. En foros como 4chan y 8chan, en sistemas de mensajes encriptados como Telegram o a trav¨¦s de la aplicaci¨®n de juegos Discord. Hay un mont¨®n de grupos de extrema derecha, tambi¨¦n en Espa?a, que se ocultan bajo estas aplicaciones. All¨ª se coordinan entre ellos, dise?an sus estrategias y adoctrinan a nuevos miembros. Pero es en las plataformas m¨¢s amplias, en las grandes redes sociales, donde se despliegan a continuaci¨®n para lograr un mayor impacto en el debate p¨²blico.
P. Lo incre¨ªble es que logren traspasar sus ideas marginales al debate pol¨ªtico general¡
R. Muchos de ellos han adoptado estrategias realmente inteligentes para producir contenido con capacidad para llegar a ser popular. En una primera fase encriptada discuten entre ellos el mejor modo de hacer llegar sus mensajes a las personas normales (los normies, como los denominan en su jerga). Es algo que los grupos extremistas europeos han copiado de las t¨¢cticas desplegadas por la derecha alternativa estadounidense en los meses previos a la elecci¨®n de Donald Trump. Se preocupan de no sonar demasiado racistas o demasiado antisemitas, y de abordar los asuntos que preocupan a la poblaci¨®n en general, para que su mensaje acabe llegando a los grandes medios.
P. Y lo f¨¢cil, frente a esta amenaza, es culpar a los pol¨ªticos.
R. La globalizaci¨®n, la crisis econ¨®mica, los atentados yihadistas y, sobre todo, la crisis de los inmigrantes han desestabilizado los pilares econ¨®micos, sociales y culturales. En los cinco pa¨ªses donde hemos estudiado esta realidad ¡ªAlemania, Francia, el Reino Unido, Italia y Espa?a¡ª hemos observado que los grandes partidos han dejado huecos que estos grupos no han dudado en aprovechar. Y all¨ª han volcado sus propias narrativas para explicar qu¨¦ estaba sucediendo.
P. Contaminan a los grandes medios, pero no los necesitan realmente. Tienen una comunicaci¨®n alternativa.
¡°Su motivaci¨®n es similar a la de otros: es la necesidad de amor de personas que se han sentido humilladas¡±
R. Favorecida por las plataformas de redes sociales. Es la combinaci¨®n de una sobrecarga de informaci¨®n y desinformaciones, junto a los algoritmos que Google, Facebook, Twitter o YouTube utilizan para realizar sus recomendaciones. Dan prioridad a los contenidos m¨¢s radicales, porque son los que retienen m¨¢s tiempo al usuario. Y filtran los nuevos contenidos para ofrecerte aquello que previamente te ha gustado o has comentado. Te encierran en ¡°la burbuja del filtro¡±.
P. ?Es un mundo dominado por hombres?
R. Algunos hombres j¨®venes est¨¢n haciendo frente a una seria crisis de identidad, una crisis de masculinidad que aparece en todos estos grupos radicales. Se reclutan hombres en las redes yihadistas y en las redes nazis. Se les promete reconocimiento o la posibilidad de escapar de experiencias humillantes. El antifeminismo es la puerta para llegar a otras formas de antiliberalismo, u odio a la izquierda liberal (leftards, o retrasados de izquierdas, los llaman). Todos estos ingredientes se mezclan en una subcultura solo para hombres.
P. Tambi¨¦n descubri¨® mujeres en ella.
R. Algo completamente nuevo para m¨ª. Lo hab¨ªa visto con las ¡°novias¡± del yihadismo. Pero encontrar mujeres antifeministas en el mundo de la derecha radical me resultaba casi un ox¨ªmoron. Ni siquiera sab¨ªa que exist¨ªan. Es un tipo de radicalismo distinto, en el que las mujeres desarrollan un odio contra s¨ª mismas y no contra otros grupos. He hablado mucho con ellas y sus motivos son similares a los de otros extremismos. Es la necesidad de amor o de reconocimiento de personas que se han sentido humilladas o abandonadas y buscan una nueva identidad.
P. Y, sin embargo, pide usted que se intente entender a todos estos grupos.
R. Mi experiencia me indica que siempre debemos incidir en el lado humano que les queda. Incluso en los movimientos m¨¢s extremistas hay din¨¢micas sociales que revelan ese lado humano. En el grupo encuentran el sustituto de la familia o de la amistad. Atacarles, e incluso ridiculizarles, puede funcionar a veces, pero en muchos casos es ineficaz y contraproducente. Alimentas su discurso victimista. A los pol¨ªticos que les dan p¨¢bulo hay que exigirles responsabilidades. A sus seguidores hay que verlos como seres humanos y abordar sus quejas y lamentos antes de que los exploten movimientos o partidos pol¨ªticos radicales.
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