Las grandes mentiras de Hemingway en San Ferm¨ªn
Un libro del pamplon¨¦s Miguel Izu pone las cosas en su sitio sobre las visitas del escritor a la fiesta
Hay para todos los gustos. El escritor falangista pamplon¨¦s Rafael Garc¨ªa Serrano dec¨ªa que Hemingway era ¡°el mejor agente publicitario de las fiestas de San Ferm¨ªn¡±. La propia propaganda franquista, pese a la contrastada postura del personaje en favor de la causa republicana, y porque le ven¨ªa fet¨¦n, lo vendi¨® como un mujeriego machista, simpaticote y buscabroncas, bebedor sin l¨ªmite, amante de las viejas tradiciones de la patria espa?ola, enamorado de los toros y cazador de todo tipo de bestias ¡ªvaya, algo m¨¢s parecido a un tipo de Illinois que votara a Vox que a un reportero militantemente rojo¡ª.
Juanito Quintana, propietario del hotel del mismo nombre (y en el que siempre se aloj¨® Hemingway, en contra del mito del hotel La Perla, donde seg¨²n los grandes expertos del tema nunca durmi¨®) y en verdad el ¨²nico amigo ¨ªntimo que el escritor hizo en Pamplona, lo defini¨® as¨ª: ¡°Ernesto era un tipo muy raro. Ten¨ªa mal car¨¢cter. Era orgulloso. Con el que le era antip¨¢tico se pon¨ªa insoportable, sobre todo cuando beb¨ªa. Y era un taca?o¡±. Finalmente, el propio Ernest Hemingway se autorretrat¨® en una carta a su amigo Francis Scott Fitz?gerald enviada desde la localidad navarra de Burguete, adonde sol¨ªa ir a pescar, d¨¢ndole su personal receta del para¨ªso: ¡°Una plaza de toros y un r¨ªo con truchas¡±.
Todas estas frases y una monta?a m¨¢s de an¨¦cdotas, verdades, mentiras, mitos y bulos los encontrar¨¢ el lector interesado en el autor de Fiesta o en los sanfermines (o en las dos cosas) en las p¨¢ginas de Hemingway en los sanfermines (Ediciones Eunate), libro del escritor y abogado pamplon¨¦s Miguel Izu. ¡°Las leyendas abundan y a menudo desplazan a la historia¡±, cree Izu. Por ejemplo, y para desgracia de mit¨®manos mentirosos, Ava Gardner nunca pis¨® los sanfermines. Ni Gertrude Stein, ni Picasso, ni Errol Flynn, ni Man Ray, ni Lauren Bacall, ni¡, ni¡, ni¡
No es cierto que Hemingway se pasara la vida de sanfermines. Fue, eso s¨ª, 10 veces. La primera, en 1923. Viaj¨® con su primera esposa, Hadley, embarazada de seis meses. Volvieron en 1924 con el escritor John Dos Passos. Hemingway iba a los encierros, pero lo que de verdad le interesaban eran las vaquillas emboladas, que sol¨ªa recortar. Regresaron en 1925. Y en 1926, cuando el escritor conoce uno de sus templos predilectos: Casa Marceliano, donde se pon¨ªa ciego de ajoarriero, vino clarete de Las Campanas y whisky. En 1927, cuando ya era una celebridad tras haber publicado su novela Fiesta, popularizando los sanfermines en todo el mundo; en 1929, en 1931¡ y, ya mucho despu¨¦s, en 1953. Volvi¨® en 1956 (ya ten¨ªa el Nobel) y cerr¨® el ciclo en 1959, dos a?os antes de pegarse un tiro en su casa de Ketchum, Idaho. Estuvo en los sanfermines con cuatro esposas distintas, siempre rodeado de una cohorte de amantes, amigos y pelotas. Comi¨® y bebi¨® en Las Pocholas, el Txoko, el Torino y el Kutz, am¨®, escandaliz¨® (sol¨ªa llegar al hotel Quintana de madrugada como un cicl¨®n y con un buen cicl¨®n), desayunaba pollo y langosta¡, y se las arregl¨® para no hablar de pol¨ªtica ya en pleno franquismo. Hasta ah¨ª, todo verdad. Pero ni escribi¨® sus libros en las mesas del caf¨¦ Iru?a, ni fue detenido junto a su amigo Antonio Ord¨®?ez, ni recorri¨® las calles de la vieja Iru?a junto a los rostros m¨¢s famosos de Hollywood, ni¡, ni¡, ni¡ El libro de Miguel Izu deja cada cosa en su sitio. La verdad, la leyenda, el mito, el bulo. Impagable. Riau-riau.
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