Un repaso al sexismo en la industria musical
En una mesa de debate panafricana sobre el rol femenino en la m¨²sica, en Marruecos, cantantes, productoras y gestoras culturales desgranaron sus desafios cotidianos y sus propuestas en un sector fuertemente masculinizado
¡°Es muy dif¨ªcil que aqu¨ª, en Marruecos, una familia acepte que su hija se dedique a la m¨²sica o que su hijo se case con una cantante. Quienes somos m¨²sicas solo podemos encontrarnos con hombres de la profesi¨®n¡±, asegura la cantante Oum, y las mujeres de la sala asienten, aunque todas vienen de diferentes pa¨ªses. El encuentro sobre el rol de las mujeres en la industria musical se jug¨® en territorio africano, m¨¢s precisamente en la sede del Instituto Cervantes de Rabat, durante la sexta edici¨®n del Festival Visa for Music. Una decena de mujeres, entre artistas y operadoras culturales, mayoritariamente africanas, integraron el panel, en un debate a sala llena sobre el papel que se espera de una chica que canta, que toca percusi¨®n, que quiere ser m¨¢nager u organizar conciertos. Todas han llegado hasta aqu¨ª haciendo el triple de esfuerzo que cualquier compa?ero, incluso en pa¨ªses donde la m¨²sica es omnipresente y las cantantes tradicionales son parte del paisaje cotidiano de toda la vida, como Marruecos. De hecho, muchas shikhat (en ¨¢rabe, el plural de shikha, literalmente ¡®l¨ªder femenina¡¯) comenzaron sus carreras escondiendo los instrumentos, escap¨¢ndose para ensayar cuando sus maridos dorm¨ªan o padeciendo crueldades debido a la incomprensi¨®n de padres y hermanos.
La situaci¨®n no es diferente en Argelia, Egipto, o al sur del Sahel, como coment¨® alguna vez la cantante maliense Fatoumata Diawara, sobre esta sensaci¨®n de estar rodeada de m¨²sicos que necesitan que la mujer encarne la figura fr¨¢gil y que sea solo una voz para hombres que s¨ª empu?an sus guitarras y ejercen de protectores. De ah¨ª que testimonios como los de consagradas como Diawara u Oum resultasen tan valiosos para las j¨®venes que arrancan. Como es el caso de la ugandesa Sandra Nankoma que, en el encuentro de Rabat, narr¨® su origen en una familia monoparental y su trayectoria en el soul, jalonada de palabras de des¨¢nimo, pasando por la experiencia de grabar sus ensayos con el tel¨¦fono, hasta que logr¨® terminar su primer disco y girar, como hoy, por festivales internacionales.
En el debate, la reputada dama de la canci¨®n, Samira Brahmia, expres¨® su orgullo, como argelina, de que las artistas hayan tomado, recientemente, ¡°su lugar en las calles y recuperado la esperanza¡±. Sin embargo, tambi¨¦n quiso relatar la desagradable experiencia que vivi¨® hace pocos meses en un set de TV de su pa¨ªs, al mencionar el espinoso tema del matrimonio infantil: ¡°Fui a una emisi¨®n de televisi¨®n en el que la realizadora era una mujer y quise cantar una canci¨®n que he escrito sobre una chica encerrada, muy joven, durante la d¨¦cada negra del terrorismo, a la que obligan a casarse con un islamista. La compuse pensando en que las chicas tomen en sus manos las decisiones sobre su destino, porque uno siempre puede cambiar el final de cada historia, y dediqu¨¦ la canci¨®n a la realizadora de la emisi¨®n. Despu¨¦s de la grabaci¨®n, recib¨ª un llamado de la producci¨®n, dici¨¦ndome que iban a cortarla, porque hablaba de las bodas forzadas¡±. La conclusi¨®n de Brahmia es tajante: ¡°Las cosas no han cambiado demasiado en 2019¡±. De ah¨ª, su aliento: ¡°Tras d¨¦cadas en que las mujeres fueron expoliadas de esos espacios, ahora hay mucho por hacer y para ello necesitamos red, una red que nos permita expresarnos libremente, y comunicarnos entre nosotras. En tanto creadoras, debemos conocernos m¨¢s¡±.
Sin sorprenderse demasiado, la comisaria cultural Nathalie L¨¦vesque, que trabaja en Toronto (Canad¨¢), al frente de la empresa La Boite Interculturelle, narr¨® una experiencia del llamado primer mundo, que tiene que ver con su etapa como gestora de derechos de autor para una entidad p¨²blica: ¡°A mi cargo estaba la negociaci¨®n con las compa?¨ªas independientes. De alg¨²n modo, yo era polic¨ªa de la m¨²sica, por lo que ten¨ªa que hablar frecuentemente con abogados y contables de las compa?¨ªas para obtener el dinero que corresponde a los artistas. Una vez tuve una conversaci¨®n con un abogado que lleg¨® a decirme: ¡®quiero hablar con el hombre de la situaci¨®n¡¯. Le respond¨ª que yo era quien llevaba el tema e insisti¨® en querer ¡®hablar con el hombre de la agencia¡¯. Yo me re¨ª, porque el ¡®hombre de la situaci¨®n¡¯, que era mi jefa, la presidenta de la agencia, tambi¨¦n era una mujer¡±. L¨¦vesque concluy¨® su intervenci¨®n diciendo que en el territorio de la m¨²sica no se toma a las mujeres en serio: ¡°Todav¨ªa hoy (y esto es una constante) la gente te dice que eres demasiado emocional o demasiado sensible¡±.
¡°La industria de la m¨²sica est¨¢ largamente dominada por los hombres ¨Cafirm¨® con contundencia Oum¨C, ya que hay un largo setenta por ciento de hombres contra un treinta de mujeres, un desequilibrio que en Marruecos resulta seguramente mayor¡±. Seg¨²n la cantante que ha fusionado la m¨²sica folk de su pa¨ªs con ritmos del jazz y el pop, esta desigualdad se debe a tres razones principales: ¡°La primera tiene que ver con una sociedad con mentalidad conservadora en la que la mujer est¨¢ definida por su rol en la familia y como esposa; la segunda, con que en el plano educativo, no hay una voluntad ni pol¨ªticas p¨²blicas para que la m¨²sica est¨¦ presente en todos los niveles de la ense?anza ni un reconocimiento a los oficios de la m¨²sica en la educaci¨®n superior y, por fin, una desigualdad estructural, porque las mujeres nos encontramos al final de esa cadena creativa, en la que siempre necesitamos que los hombres nos graben, que nos acompa?en, que compongan por nosotras, que nos produzcan; por lo que terminamos siendo int¨¦rpretes, apenas, una voz¡±.
La dif¨ªcil profesionalizaci¨®n de las mujeres en la m¨²sica contempor¨¢nea convive, parad¨®jicamente, seg¨²n Oum, con el fen¨®meno de los talent shows que han proliferado en las televisiones del mundo, en los ¨²ltimos a?os, y que, no obstante, tal como intuye, tiene m¨¢s que ver con la seducci¨®n de convertirse en una estrella que con ¡°una verdadera preocupaci¨®n por una carrera art¨ªstica¡±. En palabras de Oum: ¡°En la m¨²sica existimos a trav¨¦s de los hombres y, aunque hoy tengo una productora mujer, francesa, siento que ni siquiera en Europa hay igualdad. Esta industria necesita de mujeres, por muchas razones, pero sobre todo porque la escena musical reproduce una representaci¨®n masculina, sexista, y la dejamos pasar. Necesitamos varias generaciones para que cambie la mentalidad, pero la mentalidad cambia¡±.
Para muestra de la posibilidad de transformaci¨®n, la experiencia de Guizon Andalous, m¨¢nager marroqu¨ª que trabaj¨® en un equipo casi enteramente femenino como es el que organiza el exitoso Festival Internacional de Gnawa de Esauira, y que hoy es la programadora de una sala de conciertos en Casablanca. En la mesa, la otra voz potente del lado de las gestoras y comisarias culturales es la de la camerunesa Nathalie Mefe, que dirige un festival de artes esc¨¦nicas de ?frica Central, y lidera la plataforma itinerante Escale Bantoo, que da visibilidad a multitud de artistas y, en especial, a mujeres de la regi¨®n, para quienes est¨¢ organizando un sal¨®n internacional, a fin de mostrar al mercado lo que hacen las j¨®venes artistas: ¡°Lo bueno, en el terreno de la m¨²sica, es que podemos hacer cosas sin depender de las subvenciones europeas, a las que s¨ª estamos atadas en el caso del teatro¡±. Mefe enfatizaba lo que las profesionales de cualquier rinc¨®n del mundo hemos experimentado: ¡°Lo hacemos todo sin dejar de cubrir nuestra tarea dom¨¦stica y de madres¡±.
La conclusi¨®n es que ninguna situaci¨®n es irreversible. Eso s¨ª, ¡°hacen falta una toma de conciencia y unas pr¨¢cticas, porque las mujeres tambi¨¦n somos responsables de nuestra imagen y nuestra identidad art¨ªstica. El espacio no nos lo regalar¨¢n, tenemos que ir a tomarlo¡±, arenga Oum.
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