Los buenos vientos de Esauira acercan las mejores m¨²sicas a la orilla
Guitarras del desierto y flamenco de primer nivel se fundieron con el ritmo magreb¨ª en la 22? edici¨®n del gran Festival de Gnawa en Marruecos
Tras cada fin de Ramad¨¢n, llega el Festival de Esauira de Gnawa y M¨²sicas del Mundo, a la vieja ciudad de Mogador ¨Cdenominaci¨®n portuguesa¨C a la que los barcos fenicios se acercaban buscando el caracol de la p¨²rpura, para te?ir sus telas y sus abalorios. En esta ciudad portuaria, unos 400 kil¨®metros al sur de Casablanca, donde el viento fr¨ªo del Atl¨¢ntico siempre compite y gana al calor del S¨¢hara, se film¨® Otelo, en versi¨®n Orson Welles, y m¨¢s recientemente fue el escenario de cinco cap¨ªtulos de Juego de Tronos.
Hoy es, ante todo, el epicentro de la world music, con uno de los festivales se?alados de la escena mundial, que este verano ha cumplido 22 ediciones. Sin embargo, ya en los a?os sesenta, Esauira era escala preferencial de m¨²sicos: dicen que Jimmy Hendrix recorr¨ªa aquellas playas ventosas, y que incluso visit¨® a alg¨²n vidente que le dijo que iba a morir joven. Las leyendas urbanas traen an¨¦cdotas de Carlos Santana y de alg¨²n amigo an¨®nimo que pas¨® all¨ª una temporada, guitarra al hombro, que es la postal m¨¢s frecuente en los autocares que llegan de a pu?ados desde Marrakech (a unas dos horas y media de ruta).
Entre chillidos de gaviotas y olor a sardinas asadas, hoy siguen pase¨¢ndose los ¨²ltimos hippies europeos y americanos y los chicos y chicas del kite surf, mientras los jazzeros veneran al maestro neoyorkino del jazz fusi¨®n Randy Weston, un abonado a cada encuentro que muri¨® en 2018, y a quien tuvimos el placer de entrevistar, un par de a?os atr¨¢s, en este mismo espacio. Para los marroqu¨ªes es un momento de intensa alegr¨ªa y de comuni¨®n con sus hermanos africanos. El v¨ªnculo se produce en los roces diurnos dentro de la vieja medina, frente a los vendedores de perfumes y alfombras, y durante las noches, en los escenarios. Porque cada artista visitante hace un set de fusi¨®n con maestros de la tradici¨®n sagrada del gnawa, el blues del norte de ?frica, que es una m¨²sica r¨²stica de plegarias, con letras que hablan de Dios y cuyos int¨¦rpretes tocan instrumentos tradicionales como el guembr¨ª (bajo hecho en cuero) y las krakabs (casta?uelas met¨¢licas).
La fiesta se concentra en tres d¨ªas de excelente m¨²sica en escenarios al aire libre, con entrada gratuita, y conciertos ¨ªntimos en santuarios musulmanes y casas magreb¨ªes
¡°Nunca he tocado en ?frica para un p¨²blico tan numeroso, a excepci¨®n, quiz¨¢, de un festival en Dakar, al que hace a?os nos invit¨® Youssou N¡¯Dour¡±, explicaba ¨Ccon su pausado ritmo beduino y sus ojos de nubes¨CAbdallah Ag AlHousseyni, el l¨ªder del m¨ªtico grupo tuareg Tinariwen, que cerr¨® la segunda noche frente a una plaza Moulay El Hassan abarrotada por varias decenas de miles de personas. La organizaci¨®n confesaba entre sonrisas que hab¨ªa tenido que arrancar (literalmente) a Abdallah de su aislamiento de las ¨²ltimas tres semanas, en su jaima del desierto, para convencerlo de volver a subirse a un escenario. La emoci¨®n del p¨²blico frente a este grupo de soul con cadencia de dromedario era inmensa, porque con sus guitarras el¨¦ctricas, hoy en ristre, estos excombatientes tribales del norte de Mali, transmiten po¨¦ticamente la paciencia y el hast¨ªo frente a los interminables embates poscoloniales, algo compartido por el resto de ciudadanos africanos.
Tinariwen significa los desiertos, y ellos empu?an la m¨²sica y las letras del suyo, el S¨¢hara, sobre la educaci¨®n que necesitan, la paz que quieren y los problemas que traen los que invaden armados; se expresan en tamakesh, un idioma bereber que se habla en Mali, en Burkina Faso y en N¨ªger. El p¨²blico magreb¨ª, siempre entusiasta, coreaba los sonidos de las letras, esos que todos hemos aprendido escuchando una y otra vez cada uno de los discos que han publicado desde 1993 (especialmente los de Tassili, que gan¨® un Grammy como el mejor ¨¢lbum de world music de 2011).
Como un regalo de afecto norafricano, el ritmo gnawa, aceler¨¢ndose y festivo en sus piruetas, envolvi¨® a los malienses por delante y por detr¨¢s de su actuaci¨®n. Tras su set a solas, los Tinariwen se fusionaron con el maestro Mustapha Baqbou, cuando ya los hab¨ªan teloneado, con gracia y soltura, los mundanos Afro Gnawa Jazz Ensemble, liderados por el marroqu¨ª Majid Bekkas y el balafonista maliense Aly Keita. Estuvieron frente a un grupo de virtuosos m¨²sicos entrenados en los clubes de jazz de Rabat, Barcelona y Bruselas, como el bajista mozambique?o Childo Thomas, el percusionista marroqu¨ª Amine Bliha y el vientista belga Manuel Hermia, secundados por las casta?uelas de la familia Chaouki, gnauis de Rabat.
Entre los artistas espa?oles estuvieron la bailaora de Jerez de la Frontera, Mar¨ªa del Mar Moreno, y Jorge Pardo, flautista con Camar¨®n de la Isla y Paco de Luc¨ªa
La fiesta de Esauira se concentra en tres d¨ªas de excelente m¨²sica en escenarios al aire libre, con entrada gratuita, y conciertos ¨ªntimos en santuarios musulmanes y casas magreb¨ªes de reconocibles patios moriscos. Esta vez, hubo mucha m¨²sica venida del sur, de los pa¨ªses subsaharianos, como la que trajo el imprescindible Moh Kouyat¨¦ desde Conakry, que enamor¨® a la plaza con su funk hecho de ra¨ªces mandingas pero con toques de afro-pop que combinan la t¨¦cnica de su maestro Amadou Sadio Diallo y su ¨ªdolo George Benson. Kouyat¨¦, que ahora reside en Par¨ªs, ya tiene tres discos en el mercado (el ¨²ltimo, Fe Toki, de 2017).
Y entre los que llegaron este a?o a fusionarse con las sonoridades del Magreb estuvieron tambi¨¦n algunos artistas espa?oles destacados, como la bailaora de Jerez de la Frontera, Mar¨ªa del Mar Moreno, y el fino Jorge Pardo, flautista con Camar¨®n de la Isla y Paco de Luc¨ªa, Premio Nacional de las M¨²sicas Actuales en 2015. As¨ª, en un peque?o patio de Dar Loubane, el ensemble de Pardo protagoniz¨®, durante la tercera noche, un set exquisito junto al maestro de Casablanca, Said Oughessal. Fue la ocasi¨®n perfecta para que el realizador Emilio Belmonte continuara el rodaje de la segunda parte de su trilog¨ªa llamada Trance, en torno al flamenco, que comenz¨® con Impulso (sobre Roc¨ªo Molina) y que esta vez est¨¢ dedicada a Pardo como parte insoslayable de la historia del flamenco.
En otros escenarios, los bonetes marroqu¨ªes segu¨ªan girando con el ritmo met¨¢lico de las krakabs por detr¨¢s. Hab¨ªan transcurrido los debates, los talleres de percusi¨®n y los encuentros de cada tarde entre m¨²sicos y p¨²blico, acogidos por el Instituto Franc¨¦s de Esauira. Los fantasmas de la intolerancia que se hab¨ªan agitado antes de la celebraci¨®n del festival hab¨ªan sido batidos, un a?o m¨¢s, por la alegr¨ªa del encuentro.
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