Mujeres de cuerpos tutelados que heredan la mitad
En los pa¨ªses africanos del mundo ¨¢rabo-musulm¨¢n, ellas quieren poder acceder a pruebas de paternidad, poner nombre a sus hijos y recibir lo mismo que sus hermanos
¡°Quienes organizaron las manifestaciones del 8 de marzo en T¨²nez fueron las mujeres que militan por el derecho a la herencia igualitaria. Las normas sucesorias del Islam ¨Cpor el que las hijas heredan la mitad que sus hermanos varones¨C han sido sacralizadas por los hombres, para su conveniencia. El derecho est¨¢ supuestamente en el Cor¨¢n y, por ello, se menciona como un problema religioso algo que es meramente pol¨ªtico. Lo privado es pol¨ªtico. Y aqu¨ª hay un problema econ¨®mico¡±, explica la soci¨®loga tunecina Khadija Cherif. Lanza la piedra de este tema que fue largamente postergado y hoy reclaman a viva voz las mujeres musulmanas en la mesa redonda sobre ¡°avances indiscutibles y discriminaciones persistentes¡± en el Foro de Derechos Humanos El imperativo de la igualdad, que reuni¨® a mujeres africanas y europeas de diferentes ¨¢mbitos, hace unas semanas, en Esauira (Marruecos).
El apremiante problema del derecho sucesorio es apenas una de las inequidades que persisten en sociedades cuyos paisajes humanos hace tiempo que dejaron de configurarse como cuando fueron creadas esas leyes. ¡°Lo cultural religioso impide avanzar. Debemos separar la religi¨®n de la vida civil¡±, apunta Cherif. Hoy las mujeres trabajan y a veces no se casan, o se divorcian y sostienen solas a sus hijos, por lo que el presupuesto original de que solo los hombres se ocupar¨ªan de mantener los hogares musulmanes es un punto de partida perimido.
En los dos d¨ªas de discusiones impulsadas por el Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos, como actividad paralela al Festival de Gnawa y M¨²sicas del Mundo de Esauira, se abordaron algunas otras especificidades de la lucha feminista en las sociedades del Norte de ?frica, mientras, en Casablanca, el ministerio de Asuntos Religiosos imped¨ªa la celebraci¨®n de un coloquio sobre libertades individuales, que organizaba un colectivo laico. Esto, a los pocos meses de que la referente Asmaa Lmrabet renunciara a seguir participando en un consejo consultivo real, tambi¨¦n por diferencias sobre el asunto de la discriminaci¨®n en la herencia.
En Esauira, sin embargo, Malika Benradi, Khadija Cherif y Fatoumata Diawara, entre otras mujeres bravas, s¨ª pudieron debatir acerca de las paradojas cotidianas atravesadas por la cultura de la regi¨®n, algunas de las cuales ata?en al C¨®digo de Familia marroqu¨ª y o al C¨®digo Tunecino de Estatuto Personal. A saber:
Si el sexismo es universal, ?el feminismo es local? Hay cosas que no tienen fronteras: ¡°En cuestiones del derecho sexual y reproductivo hay muchas coincidencias. El mundo ¨¢rabe no se sustrae a eso, a esa intenci¨®n de control del cuerpo de la mujer. En nuestro caso, en T¨²nez, ya en los a?os veinte hubo sublevaciones contra el velo. Ahora, cuando oigo que se preguntan por qu¨¦ no hay un feminismo local, pienso que eso es una manera de frenar nuestro avance como mujeres, porque compartimos algo universal. Y si hay problemas espec¨ªficos tampoco se expresan de la misma forma ente pa¨ªses del mundo musulm¨¢n¡±, asegura Cherif, fundadora de la Asociaci¨®n tunecina de Mujeres Democr¨¢ticas.
Libertades que hay que arrancar. ¡°La voz de la mujer ha estado confiscada y hemos tenido que arrancar la palabra que no nos era dada¡±, advierte Cherif. Desde finales del siglo pasado las redes que vinculan a mujeres de T¨²nez, Argelia y Marruecos debaten c¨®mo sacar la mujer de la exclusividad en el ¨¢mbito dom¨¦stico. Entre las situaciones de desigualdad que afectan a derechos fundamentales de las ni?as, como es la educaci¨®n, se menciona la necesidad de velar por el buen transporte p¨²blico en las zonas rurales ya que hay chicas a las que los padres no dejan ir a pie al colegio por el peligro que supone la traves¨ªa.
De la imposibilidad de reclamar la filiaci¨®n. Para una mujer no casada en Marruecos, tener un hijo sola significa que el ni?o ser¨¢ un bastardo para siempre. A la vez, como no est¨¢ reconocido el derecho a una interrupci¨®n legal del embarazo, tener a un hijo estigmatizado es la ¨²nica (no) salida en estas sociedades del norte de ?frica. De ah¨ª que la jurista Malika Benradi lleve a?os levantando la voz contra la imposibilidad de reclamar la prueba de paternidad a un hombre por parte de una mujer soltera: ¡°si el hijo es concebido dentro del periodo del compromiso, el hombre puede dudar de su paternidad y pedir una prueba de ADN; pero si el ni?o es concebido fuera del matrimonio, la mujer no tiene derecho a pedir la prueba de filiaci¨®n¡±. Esta es solo una de las reformas del C¨®digo de Familia que reclaman las feministas marroqu¨ªes. Otra es la que concierne al concepto del error: ¡°el hombre marroqu¨ª descubierto en una relaci¨®n extramatrimonial puede arg¨¹ir que no sab¨ªa que eso iba contra la ley; la mujer no puede defenderse diciendo que fue un error¡±, seg¨²n Benradi.
Dominar la reproducci¨®n, administrar los cuerpos. La cantante maliense Fatoumata Diawara muestra la otra cara de la maternidad: ¡°Las ni?as son obligadas a casarse a los 12 a?os. Te empujan a ser sumisa y a tener hijos para los hombres¡±. Diawara pone en su propio cuerpo algunos da?os colaterales de ser mujer: ¡°Cuando yo estoy de gira, oculto que tengo la regla. No quiero que ellos me vean m¨¢s fr¨¢gil o crean que me tienen que proteger. El hombre interpreta la menstruaci¨®n como una debilidad femenina, y sin embargo es su fortaleza: ella es la que pare¡±.
?Qu¨¦ hay de la poligamia? D¨ªas atr¨¢s, el corresponsal de EFE en Rabat hac¨ªa una buena recopilaci¨®n de los ¨²ltimos vestigios de poligamia entre los ministros marroqu¨ªes, dando cuenta del peque?o escozor que este asunto suele generar en los ambientes urbanos y de poder pol¨ªtico. Es verdad que la burgues¨ªa marroqu¨ª, en general, ya no la practica, pero hay otros pa¨ªses de la regi¨®n en los que sigue siendo moneda corriente. De nuevo, Fatoumata Diawara habla por su propia experiencia de dolor: ¡°Los hombres quieren tener hijos varones. Y cuando su primera esposa da a luz solo a ni?as, se buscan una segunda y as¨ª. Lo he sufrido en carne propia. Cuando mi madre estaba embarazada de su tercera hija, lloraba sobre mi hombro porque mi padre no le hac¨ªa caso. Mi padre tuvo cuatro esposas. Tuvo m¨¢s de 20 hijos y soy la hermana que se ocupa de toda la familia. Yo estoy musculosa. Quiz¨¢ inconscientemente quer¨ªa ser un chico (r¨ªe)¡±.
La tutela que no tiene fin. Del hombre sobre la mujer, pero tambi¨¦n del Estado sobre los ciudadanos. Benradi comenta otra de las discriminaciones del C¨®digo de Familia marroqu¨ª, en este caso, sobre los y las marroqu¨ªes residentes en Europa: ¡°a la hora de casarse, aunque la boda sea por lo civil, es imprescindible contar con testigos hombres musulmanes¡±.
La pr¨®xima edici¨®n del foro, en junio de 2019, estar¨¢ destinada a los desaf¨ªos de la educaci¨®n.
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