Hasta la ¨²ltima v¨ªctima
Con Irak convertido de nuevo en campo de batalla, la reciente sentencia del ¡®caso Couso¡¯ puede leerse como un necesario espaldarazo a la justicia internacional. M¨¢s amplia, m¨¢s ambiciosa: una que contemple los ¡®ecocidios¡¯ o los delitos contra el patrimonio y la memoria
![Cientos de personas se congregan alrededor de un veh¨ªculo que transporta el ata¨²d del general iran¨ª Qasem Soleimani.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NH3G6HAUPWYRRWH44SLNHXTHEY.jpg?auth=eb47bbe94e1d8741d3dc1b2ad0db9d76c438ee31712f93ef6721f87514f56886&width=414)
Hace d¨ªas el mundo respir¨® aliviado aunque permanezca en vilo. El enfrentamiento directo de EE UU e Ir¨¢n podr¨ªa haber hecho palidecer a la guerra siria, pero la amenaza persiste, porque al frente de ambos pa¨ªses hay incendiarios: Trump, fastidiado por la molestia del ¡®impeachment¡¯, y los ayatol¨¢s, cada d¨ªa m¨¢s a la defensiva ante el hartazgo de la poblaci¨®n. As¨ª que a¨²n habr¨¢ que agradecer a Teher¨¢n su punter¨ªa al replicar el asesinato del general Soleimani sin matar a ning¨²n soldado estadounidense; de lo contrario, hoy la regi¨®n entera ser¨ªa un Cafarna¨²m global, planetario.
El episodio ha reiterado una verdad inobjetable: a Washington solo le preocupan sus v¨ªctimas, mientras despliega una incuria c¨®smica para con el resto. Con los an¨®nimos, pero tambi¨¦n hacia aquellos con nombre y apellido como Jos¨¦ Couso, cuya muerte constituy¨® ¡°un il¨ªcito internacional¡± que Washington ha gestionado con displicencia.
Los d¨ªas de fuego y furia de 2003 amenazan con repetirse. Como preludio a esta guerra mundial asordinada, Irak pone los muertos desde que, esgrimiendo un espantajo obsceno ¨Cla existencia de las dichosas armas de destrucci¨®n masiva-, EEUU y sus aliados bombardearon y despu¨¦s invadieron el pa¨ªs ¨¢rabe, destapando la caja de los truenos de la deriva sectaria y propiciando la aparici¨®n del ISIS.
La aproximaci¨®n de Washington a Oriente Medio ¨Cva siendo hora de denominar as¨ª a esa regi¨®n m¨¢s amplia y profunda que el levante ar¨¢bigo-mediterr¨¢neo- es pr¨®diga en errores bumer¨¢n. El primero fue el apoyo a los muyaihines afganos contra la invasi¨®n sovi¨¦tica, que result¨® en el imperio de los talibanes y a la postre, en ese terror sun¨ª de amplio espectro con Al Qaeda y el ISIS como puntas de lanza. Otro yerro capital fue confiar en Sadam Husein como cortafuegos frente a Teher¨¢n, convirtiendo al aprendiz de brujo en un s¨¢trapa cuya desaparici¨®n facilit¨® el deslizamiento de la falla chi¨ª.
Petr¨®leo no es la ¨²nica palabra clave en este embrollo. Por acci¨®n o por omisi¨®n, la violaci¨®n de derechos fundamentales durante las operaciones militares (la infamia de Abu Graib como inolvidable precedente) pide a gritos dar pasos de gigante en la justicia internacional.
La reciente resoluci¨®n del ¡®caso Couso¡¯ puede espolear su empuje de anta?o, incorporando a la doctrina los ¡®ecocidios¡¯ y los delitos econ¨®micos contra la humanidad (?tal vez la austeridad a martillazos impuesta a Grecia?). Podr¨ªan a?adirse tambi¨¦n los ataques a la cultura como arma de guerra, como lo fueron el incendio de la biblioteca de Sarajevo, la destrucci¨®n de Palmira o cualquier otro intento de aniquilar el patrimonio o la memoria. Para que, como sucede ahora en Irak, los titulares no se conviertan en agujeros negros que se tragan sin rechistar los mal llamados da?os colaterales ¨Cy ya ni siquiera eso-, porque hasta la ¨²ltima v¨ªctima, humana o inmaterial, importa.
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