Entre el cielo y la tierra
La raz¨®n del llamado descontento global es estructural, aunque algunos lo usen para el chantaje con fines pol¨ªticos
Las botas en el Catatumbo, las cacerolas en las calles y la cabeza en el firmamento. Podr¨ªa ser la frase que defina la realidad colombiana de estos d¨ªas del comienzo de a?o, agitado con denuncias de nuevas chuzadas desde los cuarteles militares, los 17 l¨ªderes sociales asesinados en 14 d¨ªas en los territorios de la guerra de siempre y las anunciadas movilizaciones que ya empiezan.
No fue posible contener una versi¨®n de la protesta 2020, a pesar del aumento en el salario m¨ªnimo del 6 por ciento, la reforma a las becas del Icetex y otras medidas de corte social, como la devoluci¨®n de impuestos a los sectores de menores recursos. Y no se pudo porque la raz¨®n del llamado descontento global es estructural, aunque algunos lo usen para el chantaje con fines pol¨ªticos.
Estructural, porque quienes salen a las calles a protestar lo hacen en contra de las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas, cada vez m¨¢s informados en una explicaci¨®n con la que acierta la directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Los Andes, Paca Zuleta, cuando plantea que las tecnolog¨ªas nos permitieron compararnos, encontrarnos en la realidad de nuestras desigualdades y por lo tanto incrementar la desconfianza.
Y as¨ª es. Si el ecosistema digital democratiz¨® la informaci¨®n y por lo tanto ha logrado construir m¨¢s ciudadan¨ªa y hacernos conscientes de nuestros derechos, es l¨®gico que el resultado sea perder la fe en instituciones que terminan deslegitimadas, por su incapacidad para responder a tiempo a las necesidades de los j¨®venes del mundo y a otras nuevas realidades.
Otro analista, por estos d¨ªas en los que la pol¨ªtica deja respiro a la reflexi¨®n y a los debates con sentido, se arriesga a ir m¨¢s all¨¢ y pronosticar que las protestas, al menos en Colombia, ir¨¢n hasta las elecciones del 2022. Juan Carlos Fl¨®rez compara el momento actual con aquellos vividos en los a?os 20 y en el 68 del siglo pasado: una especie de guerra civil de ideas que nos tiene que hacer entender a todos que estamos obligados a reformas profundas.
Efectivamente, estamos superados por la modernidad, pero atados al pasado con su violencia y es por eso que un anuncio como el del presidente Iv¨¢n Duque en el sentido de que Colombia tendr¨¢ una Pol¨ªtica Espacial me plantea una reflexi¨®n, pasada la angustia inicial. Por qu¨¦ se est¨¢ planteando comprar sat¨¦lites cuando no hemos sido capaces de evitar los asesinatos diarios de nuestros l¨ªderes, esos que apuestan por la paz, y cuando la ciudadan¨ªa no cree en lo p¨²blico ni en lo privado y tampoco sabe que depende del conjunto de la sociedad la construcci¨®n de soluciones.
Aun as¨ª, es posible argumentar que Colombia necesite dos sat¨¦lites y que la inversi¨®n sea necesaria, porque si no nos anticipamos a lo que ofrecen otros conocimientos nos seguiremos quedando atr¨¢s. Ya nos est¨¢ ocurriendo con una aplicaci¨®n como Uber, que sale del pa¨ªs por un fallo judicial por competencia desleal frente a los conocidos taxis; y todo por no haber sido capaces de regular o legislar frente a las nuevas condiciones del mercado en ¨¦pocas de aplicaciones y la digitalizaci¨®n, incluso de nuestra cotidianeidad.
S¨ª, una pol¨ªtica espacial nos servir¨¢ para llevar a cabo el catastro multiprop¨®sito, actuar ante las desventuras del cambio clim¨¢tico y tantas otras cosas. Pero no creo que nos sirva para profundizar la implementaci¨®n de los acuerdos de paz, en los que est¨¢, sin duda, la pepa del asunto para lograr una sociedad reconciliada.
Basta mirar al pasado para ver a Kennedy entre la guerra de Vietnam y el viaje del hombre a la Luna. Pareciera un planteamiento bipolar, que no lo es, pero que s¨ª necesita mayores explicaciones para que los ciudadanos vuelvan a creer. Por ahora no ser¨¢ construyendo narrativas alejadas del d¨ªa a d¨ªa de los territorios. Solo si desde arriba entre las estrellas vamos a ser capaces de mirar el tama?o del desaf¨ªo que tenemos, que parte primero de comprender lo que sucede, de cambiar el lenguaje y la forma de comunicarnos con el otro, servir¨¢ la pol¨ªtica espacial.
Antes habr¨¢ que demostrar que qued¨® en el 2019 el cuento chino de que la protesta ciudadana es parte de una trama rusa, producto de la paranoia del Centro Democr¨¢tico y aprovechada para su chantaje por los opositores, y que el Gobierno decida acordar una reformas m¨ªnimas donde empiecen a darse escenarios de satisfacci¨®n colectiva, para poder avanzar.
Pensar en una c¨¦dula moderna, en garantizar el voto transparente por medio de tecnolog¨ªas, hacer cumplir los decretos de contrataci¨®n de j¨®venes, llevar las soluciones de alternativa a los territorios sembrados de econom¨ªas ilegales, invertir los monumentales recursos anunciados por cinco mil millones de d¨®lares en proyectos productivos y no en glifosato, cumplir con la protecci¨®n colectiva de las v¨ªctimas y dar castigo ejemplar a los chuzadores. Solo as¨ª podremos conquistar alg¨²n lugar en el espacio, que no sea el de la naci¨®n corrupta y ensangrentada de cada d¨ªa.
Prefiero quedarme con las botas puestas en Catatumbo, Tumaco, Cauca para luego salir a conquistar el mundo y el espacio con la conciencia tranquila. Por lo menos en lo m¨ªo, la informaci¨®n, as¨ª la misma parezca una conspiraci¨®n contra cualquier gobierno y mandatario. Solo cont¨¢ndole al mundo que nos est¨¢n matando de nuevo y que por eso vamos a seguir protestando, somos ciudadanos con derechos.
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