Cuando el malestar social ocupa las gradas del campo de f¨²tbol
De Casablanca a Argel, pasando por T¨²nez, los estadios del Norte de ?frica son m¨¢s que nunca variopintos lugares de protesta para una juventud preocupada por su futuro
De Casablanca a Argel, pasando por T¨²nez, los estadios de f¨²tbol son m¨¢s que nunca lugares de expresi¨®n para una juventud preocupada por su futuro. Los campos se transforman muchas veces en tribuna para criticar a las autoridades de sus pa¨ªses.
"F'bladi dalmouni!" ("?Oprimido en mi pa¨ªs!"). Este eslogan, cantado a coro en las grandes manifestaciones, naci¨® en las turbulentas gradas de los seguidores del Raja Casablanca, un prestigioso club marroqu¨ª. Se trata del t¨ªtulo de una canci¨®n de los Ultras Eagles, que acumula nueve millones de visualizaciones en Youtube. En cada partido en el estadio Mohamed V, son miles los que la entonan con golpes de tambor, en un mar de bengalas y junto con frases de animaci¨®n. "En este pa¨ªs vivimos en una nube sombr¨ªa / Ustedes han robado las riquezas y las han compartido con extranjeros. Han destruido toda una generaci¨®n", dice un fragmento de la letra. Todo el estadio se contagia de estos c¨¢nticos y les siguen.
Cuando hizo irrupci¨®n en 2018, el escritor marroqu¨ª Abdellah Taia dijo que se trataba de una canci¨®n "desesperada, l¨²cida, verdadera, sin ninguna floritura".
Khalid es un seguidor del equipo verdiblanco que acaba de asistir a un partido en Casablanca. "Estos c¨¢nticos expresan lo que viven miles de j¨®venes en los barrios populares", asegura. "En el estadio, contamos las dificultades que pasamos", confirma su compa?ero Ayoub, con una bufanda al cuello. Y el Raja no es una excepci¨®n. En Marruecos, Argelia y T¨²nez se dan respuestas parecidas ante el descontento social, las desigualdades, la corrupci¨®n o los espacios de libertad limitada.
Los videos de los gritos coreados en los estadios cuentan con millones de visualizaciones, son compartidos masivamente en las redes sociales, incluso por j¨®venes que no son aficionados al f¨²tbol, pero que hacen suya la voz de los fans. Libres e insumisos, un c¨¢ntico escrito por el grupo de ultras del Wydad Casablanca, gran rival del Raja, critica el paro juvenil y la privatizaci¨®n de los servicios p¨²blicos. Los del Ittihad Tanger, ciudad aleda?a al estrecho de Gibraltar, denuncian la "injusticia": "Llevadnos en barco. Salvadnos de esta tierra", implora su aullido desesperado a las puertas de Europa.
Los videos de los gritos coreados en los estadios cuentan con millones de visualizaciones, son compartidos masivamente en las redes sociales, incluso por j¨®venes que no son aficionados
Esta forma de expresi¨®n "dice mucho sobre las dificultades" de los j¨®venes, de "su malestar". "Ellos critican todo y se valen de la pol¨ªtica y del deporte", comenta Abderrahim Bourkia, un periodista marroqu¨ª autor del ensayo Ultras en la ciudad. Aunque se identifican como grupo, "se reivindican como fuera del sistema y rechazan tener un car¨¢cter institucional", a?ade.
En opini¨®n de Moncef El Yazghi, investigador especializado, "es una forma nueva de protesta que no requiere de ninguna autorizaci¨®n en un momento en que los pol¨ªticos y otros mediadores tradicionales han dejado de ejercer sus roles". Pero este compromiso a veces va m¨¢s all¨¢ de las tribunas: recientemente, el principal grupo de aficionados del Raja expres¨® en Twitter su "apoyo total a todos los detenidos por opinar" del reino alauita.
Tambi¨¦n en los pa¨ªses vecinos
En la vecina Argelia, desde finales de los a?os 1970, los estadios son una v¨ªa de escape, a veces violenta, para una juventud que no logra vislumbrar su futuro con claridad. El fen¨®meno surgi¨® en 1977 cuando los aficionados de la JS Kabylie entonaron c¨¢nticos a favor de la identidad bereber.
En la misma l¨ªnea, los seguidores argelinos se adhirieron al Hirak, movimiento nacido hace un a?o contra la perspectiva de un quinto mandato del presidente Abdelaziz Bouteflika. El coro La Casa del Mouradia, por parte de los aficionados del USMA Alger, que parodia la serie espa?ola La Casa de Papel para se?alar el palacio presidencial, se ha convertido en uno de los himnos.
En el seno de este movimiento de protesta que se niega a establecerse como "cl¨¢sico", "los ultras emergen, de hecho, como la corriente mejor estructurada", resume el historiador franc¨¦s Jean-Pierre Filiu en su ¨²ltima obra Alg¨¦rie La Nouvelle Ind¨¦pendance.
Y en el T¨²nez de despu¨¦s de la revoluci¨®n de 2011, las tribunas siguen siendo una caja de resonancia de las reivindicaciones sociales y pol¨ªticas a base de c¨¢nticos ingeniosos y certeros. "Ya Hyetna" ("Oh, Nuestra Vida") de los African Winners del club africano es un ejemplo de ello.
M¨¢s al este, durante la Primavera ?rabe, los aficionados egipcios ejercieron asimismo un papel activo. Aunque desde entonces la libertad de expresi¨®n fue reducida, de un partido del Al Ahly en El Cairo brotaron el a?o pasado peque?as manifestaciones antigubernamentales, rar¨ªsimas bajo la presidencia de Abdel Fattah al-Sissi. La respuesta de las autoridades fue contundente: miles de detenciones, incluidos l¨ªderes de los grupos de aficionados.
En Marruecos, aficionados del Raja denunciaron el pasado mes de diciembre una "campa?a masiva de detenciones" antes de un partido. En 2018, 14 aficionados de Tetu¨¢n fueron condenados a penas de hasta diez meses de c¨¢rcel por ondear banderas espa?olas para denunciar la muerte de un estudiante, abatido a tiros por la marina marroqu¨ª mientras trataba de arribar de forma clandestina a Europa. Pese a todo, para Tarik, un aficionado del Raja, el estadio sigue siendo el lugar "donde uno se puede expresar sin problema".
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