La ciencia no convence
Los investigadores no somos capaces ni de persuadir ni de hacer realidad nuestras propuestas
Mario Rodr¨ªguez estudiaba Ciencias F¨ªsicas cuando con 21 a?os decidi¨® no someterse al trasplante de m¨¦dula ¨®sea que le suger¨ªan los m¨¦dicos para ponerse en manos de un curandero. Poco despu¨¦s fallec¨ªa tras seguir un tratamiento a base de vitaminas y semillas de albaricoque. Nada de esto desalent¨® a Rosa Morillo, una brillante economista que hablaba cuatro idiomas. Ella tambi¨¦n decidi¨® deso¨ªr a sus m¨¦dicos. Desgraciadamente falleci¨® poco despu¨¦s a causa de un tumor de mama que intent¨® curar con bolitas de az¨²car y agua. Podr¨ªamos pensar que se trata de casos aislados, pero hace pocos a?os el informe? Percepci¨®n social de la ciencia y la tecnolog¨ªa nos alertaba sobre el hecho de que la mitad de los espa?oles conf¨ªan en la homeopat¨ªa y una cuarta parte en los curanderos para tratar sus enfermedades. Al mismo tiempo, y a pesar de las enormes evidencias que existen sobre el cambio clim¨¢tico, no estamos consiguiendo que se reduzcan las emisiones de CO2.Y no tanto por aquellos que niegan las conclusiones de los expertos, sino por los que, sabiendo que son ciertas, ignoramos sus recomendaciones. Los cient¨ªficos tenemos un problema si somos incapaces de convencer sobre cuestiones tan b¨¢sicas como los beneficios de los trasplantes, de seguir los tratamientos m¨¦dicos o de emitir menos CO2. Probablemente estemos haciendo algo mal y tengamos que cambiar de estrategia porque a base de informes y de repetir los mismos mensajes no estamos logrando nuestros objetivos.
La ciencia no convence, no tanto porque se cuestionen nuestros m¨¦todos o conclusiones, sino porque no somos capaces de persuadir y de, finalmente, conseguir que nuestras propuestas se hagan realidad. Con frecuencia olvidamos que el ser humano no siempre toma las decisiones que m¨¢s le convienen, incluso cuando tiene toda la informaci¨®n necesaria. Las personas somos mucho m¨¢s complejas que eso. Continuamente modificamos nuestros recuerdos para hacerlos m¨¢s llevaderos y tenemos importantes sesgos a la hora de utilizar el pensamiento l¨®gico. Nuestras experiencias, memoria y emociones desempe?an un papel muy importante en las decisiones que tomamos.
Por eso las pseudociencias tienen tanto ¨¦xito. Porque nos dicen lo que queremos o¨ªr y nos ofrecen soluciones sencillas a problemas complejos en un derroche de populismo, lleno de promesas imposibles y fuegos artificiales. Por el contrario, los cient¨ªficos decimos, en muchos casos, lo que nadie quiere escuchar. Nuestras soluciones exigen esfuerzo, grandes acuerdos y compromisos duraderos. Por eso nuestro reto es mayor y requiere m¨¢s inteligencia y mejor estrategia.
Las pseudociencias tienen tanto ¨¦xito porque nos dicen lo que queremos o¨ªr y nos ofrecen soluciones sencillas a problemas complejos en un derroche de populismo, lleno de promesas imposibles y fuegos artificiales
Convencer es, sobre todo, persuadir; por eso es tan importante incluir en nuestra comunicaci¨®n historias que conmuevan, referentes con los que podamos sentirnos identificados y an¨¦cdotas que sirvan para ilustrar aspectos complejos o demasiado abstractos. Pero tambi¨¦n propuestas concretas y ejemplos que nos ayuden a explicar c¨®mo y por qu¨¦ nuestras recomendaciones ahorran dinero, generan oportunidades y mejoran nuestra calidad de vida. En la actualidad, nos limitamos a repetir mensajes superficiales y poco eficaces. Por ejemplo, continuamente insistimos en que destinar dinero p¨²blico a la investigaci¨®n es muy rentable y que si se ignoran nuestras recomendaciones habr¨¢ consecuencias terribles. Aunque ambas afirmaciones son ciertas, no est¨¢n consiguiendo el efecto deseado. Ser¨ªamos mucho m¨¢s convincentes si incluy¨¦ramos ejemplos y casos concretos que explicaran la rentabilidad de invertir en solucionar los problemas a los que nos enfrentamos en vez de pagar las consecuencias de nuestra inacci¨®n. No solo tiene m¨¢s sentido desde el punto de vista econ¨®mico, sino que nos ayuda a explicar mejor nuestras propuestas.
Para convencer es necesario escuchar. Solo as¨ª es posible entender y empatizar con aquel a quien nos dirigimos. Los cient¨ªficos hablamos demasiado entre nosotros y escuchamos poco a los dem¨¢s. Nos encanta convencernos de lo que ya sabemos y, sobre todo, lamentarnos de no tener m¨¢s recursos y mayor poder de decisi¨®n en las cuestiones que nos ata?en. Para cambiar esta realidad tenemos que abrirnos a la sociedad y participar en los foros donde se deciden los temas que tanto nos preocupan. Y debemos hacerlo con inteligencia y humildad, mostrando las oportunidades que ofrece el conocimiento y explicando que no sobra nadie en la b¨²squeda de las soluciones a los problemas que nos afectan a todos.
Los cient¨ªficos hablamos demasiado entre nosotros y escuchamos poco a los dem¨¢s. Nos encanta convencernos de lo que ya sabemos y, sobre todo, lamentarnos de no tener m¨¢s recursos y mayor poder de decisi¨®n
Vivimos en medio de una batalla en la que empresas y organizaciones luchan por influir en nuestro comportamiento. Nuestros datos son utilizados por personas que cobran por convencernos para que compremos, decidamos o incluso votemos seg¨²n sus intereses. Para ello utilizan t¨¦cnicas avanzadas y muy persuasivas de las que muchas veces no somos ni siquiera conscientes. Mientras tanto, los cient¨ªficos seguimos creyendo en nuestro poder de persuasi¨®n simplemente porque tenemos raz¨®n. Es hora de bajarnos del pedestal y tratar de difundir nuestras ideas, sin perder rigor ni caer en lo mismo que criticamos, pero con una narrativa, estilo y medios distintos y m¨¢s eficaces. De nuestra capacidad de convencer depende que abandonemos soluciones sencillas y promesas vac¨ªas, como las que acabaron con las vidas de Mario y Rosa, y construyamos un futuro mejor y posible basado en el conocimiento.
Javier Garc¨ªa Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Qu¨ªmica Inorg¨¢nica de la Universidad de Alicante, catedr¨¢tico Rafael del Pino de Ciencia y Sociedad, presidente de la Academia Joven de Espa?a y patrono de la Fundaci¨®n Gadea por la Ciencia
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