"No me escuchas, cari?o": por qu¨¦ todas las parejas acaban sufriendo la misma frase
No es por crueldad, pero hay que cambiar de rumbo antes de que el da?o sea grave
Quien no haya dicho o haya tenido que encajar estas palabras es que no ha tenido una pareja estable. Ni inseparables compa?eros de correr¨ªas, ni amigos ¨ªntimos, ni familia¡ "No me est¨¢s escuchando", "te lo dije en su momento", "no es lo que hab¨ªamos hablado" son distintas versiones del mismo fen¨®meno: llega un momento en el que silenciamos a las personas que tenemos m¨¢s cerca. Dejamos de escucharles con la atenci¨®n que prestar¨ªamos a un desconocido. La confianza da asco. ?Es que ya no les queremos o es que pensamos que nos lo hemos dicho todo?
Ni lo uno ni lo otro. Esta actitud es como la hermana gamberra de nuestra capacidad de terminar la frase que ha empezado la pareja. La diferencia est¨¢ en que, en este caso pensamos que sabemos lo que va a decir y lo pronunciamos en voz alta, le echamos una mano y nos sentimos flotando en la nube de la compenetraci¨®n absoluta. En cambio, cuando lo que hacemos es no prestar atenci¨®n a lo que dice la pareja, y convertimos su discurso en un zumbido que baja de intensidad hasta que la mente lo borra por pesado, repetitivo y predecible, lo que sucede es que pensamos que sabemos lo que va a decir y no nos molestamos en escucharlo. ?Por qu¨¦ gastar energ¨ªa en ello?
Pero no pensamos en ello cuando damos la espalda una pareja que est¨¢ a punto de sufrir un ataque de nervios delante de nuestras narices. No, no es crueldad. Es nuestro cerebro, y sus maravillosos automatismos, el que nos juega una mala pasada. "Hacemos menos caso a lo que tenemos garantizado por econom¨ªa", explica el psic¨®logo Guillermo Fouce. Por mucho que queramos, no podemos registrar toda la informaci¨®n que nos llega, un problema que el ¨®rgano maestro soluciona tomando un peligroso atajo. Detr¨¢s de las peleas, los reproches y las estimulantes reconciliaciones hay un desquiciante, pero ¨²til, sesgo cognitivo, que es como se conoce a la forma en la que alteramos la manera de procesar la informaci¨®n a cambio de una ventaja ¨Cen este caso, concentrar nuestra atenci¨®n hacia personas que pensamos que pueden aportar informaci¨®n m¨¢s relevante¨C. S¨ª, as¨ª somos.
As¨ª se salvan las parejas
Se trata de un sesgo de comunicaci¨®n relacionado con la cercan¨ªa. El sesgo de proximidad nos lleva a cometer errores como dar un ascenso a una persona que no cumple los requisitos solo porque la tenemos cerca, y la percibimos como id¨®nea casi para cualquier cosa, o a no escuchar a las m¨¢s cercanas porque predecimos todo lo que va a decir. "Es como si minusvalor¨¢semos las sorpresas", dice el vocal del consejo de gobierno del Colegio de Psic¨®logos de Madrid. Y advierte de que este tipo de actitud puede llevar a serios enfrentamientos, incluso, a la ruptura de una relaci¨®n. Y no nos damos cuenta de lo que vale una persona hasta que la perdemos.
Este sesgo puede tener consecuencias m¨¢s all¨¢ del sofoco de que tener que aguantar que nuestro c¨®nyuge nos ignore repetidamente. Si no se le pone un freno consciente, uno puede acabar por "tomar decisiones por el otro presuponiendo lo que va a decir". Y eso va m¨¢s all¨¢ de un malentendido sin importancia, puede desencadenar sentimientos frustraci¨®n y soledad.
No es f¨¢cil ver la trampa. De hecho, una serie de experimentos demostr¨® que los matrimonios y los amigos piensan que se comunican perfectamente cuando la realidad es que no lo hacen mejor de lo que lo har¨ªan con unos extra?os. "Bajan la guardia y conf¨ªan m¨¢s en su propias perspectivas", seg¨²n los investigadores. Afortunadamente, o por desgracia, en estos casos "uno es m¨¢s benevolente con el otro porque hay una seguridad que permite tomarnos ciertas licencias que no nos tomar¨ªamos con otras personas". A¨²n as¨ª, para evitar que las relaciones se deterioren hay que tomar conciencia del problema, pensar las cosas dos veces y prestar m¨¢s atenci¨®n.
Para estos casos, que afectan a amigos y familiares lo mismo que a las parejas, Fouce explica que hay dos maneras de tomar consciencia, al menos en clave de terapia. La primera es un juego de espejos en el que uno trata de pensar c¨®mo se sentir¨ªa si el otro le hiciera el mismo vac¨ªo que ¨¦l est¨¢ regal¨¢ndole. La segunda, menos reflexiva y m¨¢s proactiva, se basa en la asertividad frente al ego¨ªsmo. En rom¨¢n paladino, es cuando tu pareja te dice que "no me est¨¢s escuchando", "te lo dije en su momento", "no es lo que hab¨ªamos hablado", y a?ade un "no puedes hacerme esto, hablo en serio". Sienta fatal, pero da gracias. As¨ª se salvan las parejas.
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