El atroz legado de una revoluci¨®n
La represi¨®n de la disidencia en Egipto dispara las alarmas. Miles de presos de conciencia languidecen en sus presiones, mientras la comunidad internacional ¨Cincluidos muchos pa¨ªses de la UE- corteja por intereses econ¨®micos y estrat¨¦gicos a un r¨¦gimen autoritario
Cuatro a?os despu¨¦s de ser asesinado en Egipto, miles de pancartas colgadas de los balcones de la ciudad de Trieste siguen pidiendo justicia para Giulio Regeni, originario de la localidad italiana y que en 2016 fue desaparecido en El Cairo mientras investigaba sobre un tema en apariencia inocuo, pero m¨¢s que sensible seg¨²n el grado de exposici¨®n de las autoridades, o los cad¨¢veres que oculten en el armario: el papel de los sindicatos egipcios. Su cuerpo fue hallado en una cuneta, con el cuello roto y las mu?ecas viol¨¢ceas, pero nadie ha respondido del crimen porque Egipto da largas a la justicia italiana.
El triste sino de Regeni revive hoy en la detenci¨®n arbitraria de otro joven con perfil similar: el egipcio Patrick Zaki, investigador de la universidad de Bolonia detenido hace semanas al regresar a El Cairo por -reza el pliego de cargos- activismo, convocatoria de protestas, difusi¨®n de noticias falsas e incitar a la violencia y el terrorismo. La organizaci¨®n de derechos civiles con la que colabora ¨Cy desde la que en su d¨ªa se moviliz¨® por Regeni- ha denunciado torturas.
Regeni y Zaki son la punta del iceberg de los 40.000 presos pol¨ªticos del r¨¦gimen de Abdelfat¨¢ al Sisi. La mayor¨ªa son hijos putativos de la revoluci¨®n que derroc¨® a Mubarak; un impulso de libertad y democracia hace tiempo necrosado. La sola diferencia entre los citados y el resto an¨®nimo estriba en el respaldo -y el altavoz- de opiniones p¨²blicas sensibles a cualquier abuso.
Nada de lo que goce la masa confinada en las mazmorras de un r¨¦gimen al que Occidente corteja y beneficia por intereses palmarios (y a cuyo cerrojazo, huelga decirlo, tambi¨¦n contribuye por inacci¨®n u omisi¨®n): por razones geopol¨ªticas, como el muro de contenci¨®n ante el caos libio y la emigraci¨®n hacia Europa, o por la necesaria estabilidad de la regi¨®n, que cualquier traspi¨¦ o titubeo del pa¨ªs del Nilo socavar¨ªa.
Grecia y Chipre apuntalan la autoridad del mariscal que lleg¨® al poder mediante un golpe de Estado por intereses energ¨¦ticos: el gran bot¨ªn del gas en el Mediterr¨¢neo oriental. Italia, pese al caso Regeni, ha mantenido e incluso intensificado sus lazos econ¨®micos (el yacimiento de Zohr, en manos de la petrolera Eni). Espa?a, que en 2013 suspendi¨® la venta de armas tras el golpe, reanud¨® luego sus exportaciones. Y EE UU, con pinza en la nariz o sin ella ¨Cm¨¢s probablemente lo segundo-, regala los o¨ªdos de Al Sisi como socio preferente. El ¨²nico hiato entre Washington y El Cairo fue el mandato del primer presidente elegido democr¨¢ticamente, el islamista Morsi. Con la vuelta de los militares al poder, volvi¨® la luna de miel.
Intereses econ¨®micos o estrat¨¦gicos versus derechos humanos: a esta dicotom¨ªa excluyente parece reducirse en muchos pa¨ªses ese ejercicio de equilibrismo llamado alta pol¨ªtica. Egipto es pieza clave en el concierto oriental y euromediterr¨¢neo, pero no a cualquier precio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.