En Turqu¨ªa s¨ª hay espacio para la moda hecha por refugiadas sirias
Decenas de mujeres se organizan en Estambul para elaborar colecciones de moda y joyer¨ªa y as¨ª ser autosuficientes. El pa¨ªs acoge a 3,6 millones de exiliados de la guerra
En un edificio de cinco plantas del barrio de Mevlanakapi, en el distrito m¨¢s hist¨®rico de Estambul, ubicado en la parte europea de la ciudad, un grupo de mujeres sirias lleva tres a?os reuni¨¦ndose casi a diario. Puede que sus componentes cambien de tanto en tanto, pero el prop¨®sito sigue siendo el mismo: Est¨¢n aqu¨ª para producir y vender ropa y accesorios con su propia marca de moda, Muhra.
En Turqu¨ªa residen hoy m¨¢s de 3,6 millones de sirios registrados, seg¨²n la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), muchos de ellos en Estambul, la ciudad m¨¢s grande del pa¨ªs. En 2015, la australiana Karyn Thomas, que viv¨ªa y trabajaba en Damasco, decidi¨® trasladarse all¨ª debido a la guerra en Siria. Comenz¨® a ejercer labores de voluntariado para ayudar a las familias que hu¨ªan de la guerra, a la mayor¨ªa de las cuales conoc¨ªa por su vida en Damasco. Poco despu¨¦s, fund¨® Small Projects Istanbul, una ONG independiente que organiza iniciativas y peque?os proyectos para las familias que viven en la zona de Mevlanakapi.
¡°Al principio est¨¢bamos en un sitio peque?o. Solo una tiendecita¡±, explica Shannon Kay, la directora sobre el terreno. De ah¨ª, se trasladaron a un s¨®tano m¨¢s grande y, un a?o despu¨¦s, a un edificio alquilado que alberga todas las instalaciones de la organizaci¨®n. Es un centro comunitario que ayuda a las familias desplazadas del barrio, empoderando a las mujeres mediante el trabajo y las relaciones interpersonales dentro de la comunidad. ¡°En los primeros seis meses trabaj¨¢bamos con unas 30 o 40 familias. Hoy tenemos m¨¢s de 450 personas, la mayor¨ªa mujeres, que participan activamente o se benefician de alg¨²n modo de nuestros programas¡±, se?ala Kay.
El grupo ha estado aprendiendo diversas t¨¦cnicas y en 2016 empezaron a producir una colecci¨®n de pendientes Drop earrings, not bombs, un juego de palabras entre drop earrings (pendientes largos) y drop bombs (lanzar bombas). Un a?o m¨¢s tarde, empezaron tambi¨¦n a confeccionar camisetas, bolsos, caftanes y otros accesorios, y ah¨ª surgi¨® la idea de crear su propia marca de moda. ¡°Muhra en ¨¢rabe significa potro, pero tambi¨¦n nuevos comienzos. Representa lo que hacemos aqu¨ª¡±, comenta Rahaf Saad, directora de producci¨®n de la marca.
Saad procede de Latakia, Siria, y lleg¨® a Estambul en 2015. Un a?o despu¨¦s empez¨® a visitar el centro comunitario y pronto encontr¨® empleo en el programa. ¡°Al principio, no les fue muy f¨¢cil aprender la t¨¦cnica¡±, explica, ¡°pero intent¨¢ndolo una y otra vez, cometiendo errores y corrigi¨¦ndolos, ahora lo hacen muy bien¡±.
Shaymaa Salem, la directora de la colecci¨®n de pendientes, lo confirma, y a pesar de las dificultades que afront¨®, est¨¢ feliz de haber podido escapar de la guerra por fin. ¡°Soy de Alepo, en Siria. All¨ª todo estaba destruido. No ten¨ªamos electricidad, nada¡±, cuenta.
Esta mujer de 36 a?os emigr¨® a Estambul en 2016, con sus padres y seis hermanos y hermanas. Estudi¨® derecho en la Universidad de Alepo, pero en Turqu¨ªa no puede ejercer de abogada. Aunque poco a poco va aprendiendo el idioma, su turco sigue siendo malo en comparaci¨®n con el de los nativos.
Salem disfruta trabajando para Muhra y conectando con otras mujeres sirias, pero le entristece que los turcos hayan empezado a experimentar resentimiento contra los refugiados. ¡°Al principio, nos recibieron bien, pero ya no. Probablemente se deba a que llevamos nueve a?os y no paramos de llegar; es mucho tiempo¡±, opina.
En efecto, se observa un resentimiento creciente contra los sirios en el pa¨ªs. Casi 100.000 no registrados fueron expulsados de Estambul el a?o pasado, siguiendo un plan de reasentamiento del Gobierno. ¡°Nos dicen ¡°?Git! ?Git!¡±, que en turco significa ¡®vete¡¯. Cuando nosotros llegamos nos sent¨ªamos seguros, porque aqu¨ª no hay bombas, pero ahora sentimos que los turcos nos odian¡±, se lamenta Rana Sawwas, miembro del grupo de Muhra.
Sawwas nunca hab¨ªa trabajado antes de llegar a Estambul. ¡°Confecciono pendientes. Me encanta aprender t¨¦cnicas nuevas y sentirme bien conmigo misma¡±, dice. Conoci¨® este proyecto a trav¨¦s de otras mujeres sirias, como Salem. ¡°En Siria los hombres ten¨ªan que buscar empleo y trabajar; las mujeres, no¡±, comenta Salem. ¡°Ahora todos tenemos que trabajar. Espero volver a casa alg¨²n d¨ªa¡±, a?ade.
Cuando nosotros llegamos nos sent¨ªamos seguros, porque aqu¨ª no hay bombas, pero ahora sentimos que los turcos nos odian
Estas empleadas producen, entre otras cosas, 200 pares de pendientes y aproximadamente 50 camisetas a la semana. ¡°Nuestra capacidad ha aumentado¡±, afirma con orgullo Kay.
Hoy env¨ªan sus productos a tiendas de comercio justo con las que colaboran en Reino Unido, Australia, Norteam¨¦rica, Estonia, Pa¨ªses Bajos y Alemania. Pero su producto m¨¢s vendido, los pendientes, ha llegado a Taiwan y Hong Kong, entre otros lugares del mundo. A trav¨¦s de alianzas y donaciones, mantienen los motores en movimiento y las mujeres, al trabajar, se sienten bien consigo mismas, ganan dinero para la familia y desarrollan su potencial.
¡°Mujeres que han soportado tiempos muy duros, que han perdido muchas cosas, que han atravesado dificultades para sentirse bien consigo mismas, tienen ahora la oportunidad de aprender t¨¦cnicas, forjar amistades, tanto con las componentes del equipo como las voluntarias, y ver que, gracias al trabajo, tambi¨¦n ganan dinero y reciben una respuesta positiva. Eso es lo m¨¢s importante¡±, asegura Kay. ¡°Ahora se ven de otra forma. Este es un negocio para ellas y por ellas. Hay ah¨ª un elemento de empoderamiento en ello¡±.
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