Preparar a ?frica para el coronavirus
Cuando el ¨¦bola devast¨® ?frica Occidental, los costes econ¨®micos y humanos podr¨ªan haber sido menores si se hubiera reaccionado antes. Frente al COVID-19, nos arriesgamos al mismo error. Pero hay un modo de evitarlo
Hace seis a?os, el ¨¦bola devast¨® ?frica Occidental. Aunque es un virus mort¨ªfero y altamente contagioso, los costes econ¨®micos y humanos podr¨ªan haber sido menores si la comunidad internacional hubiera provisto sin demoras el apoyo necesario. Frente al COVID-19, una nueva enfermedad que se est¨¢ propagando r¨¢pidamente, los gobiernos y las instituciones internacionales se arriesgan a cometer el mismo error.
El ¨¦bola lleg¨® a Nigeria en julio de 2014, cuando un liberiano infectado arrib¨® a Lagos, donde yo trabajaba como m¨¦dico. Cuando fue admitido en nuestro hospital para recibir tratamiento est¨¢bamos muy poco preparados. De hecho, fui infectada, al igual que varios de mis colegas.
Pero al menos era un hospital privado con recursos razonables, como agua corriente y guantes quir¨²rgicos. Es m¨¢s, cuando comenzamos a sospechar que ten¨ªamos un caso de ¨¦bola, nuestro director m¨¦dico se puso en contacto de inmediato con el ministro de Sanidad y la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Los ministerios de salud estatal y federal movilizaron recursos inmediatamente.
Fueron necesarios 93 d¨ªas para contener el virus en Nigeria. Fallecieron ocho personas, entre ellas algunos de mis colegas m¨¢s cercanos. Tuve la suerte de sobrevivir. Pero el brote fue mucho m¨¢s devastador en Guinea, Liberia y Sierra Leona. Con sistemas de salud d¨¦biles y pocos recursos, estos pa¨ªses necesitaban desesperadamente un apoyo internacional que les permitieran contener la situaci¨®n. Pero cuando este llegaba, sol¨ªa ser escaso y tard¨ªo.
Entre abril y octubre de 2014, las Naciones Unidas movilizaron?15 millones de d¨®lares a trav¨¦s del Fondo de Respuesta Central de Emergencia (CERF) para combatir el ¨¦bola. Pero para agosto de 2014, el coste estimado de contener la enfermedad ya ascend¨ªa a m¨¢s de 71 millones. Al mes siguiente, cuando hubo 700 nuevos casos en apenas una semana, era de mil millones de d¨®lares.
Sin fondos adecuados, los hospitales no contaban con suficientes camas ni unidades de tratamiento de aislamiento para todas las v¨ªctimas. Ante la falta de opciones, los parientes de las v¨ªctimas del ¨¦bola desobedecieron las ¨®rdenes de los gobiernos y abandonaron en las calles sus cad¨¢veres infectados y todav¨ªa contagiosos.
Para cuando el ¨¦bola hab¨ªa sido contenido hab¨ªan pasado tres a?os y los pa¨ªses hab¨ªan gastado casi cinco veces la cantidad que se hab¨ªa estimado en septiembre de 2014. Fallecieron cerca de 12.000 personas
Finalmente, en septiembre de 2014, la ONU cre¨® su Misi¨®n de Respuesta de Emergencia al ?bola (UNMEER) para ampliar la escala de los esfuerzos en terreno y establecer una ¡°unidad de prop¨®sito¡± entre las entidades a cargo de la respuesta. Para diciembre, las organizaciones y los pa¨ªses donantes hab¨ªan prometido?2,89 mil millones de d¨®lares. Pero ni siquiera esas cuantiosas promesas funcionaron seg¨²n lo planeado: en febrero de 2015 se hab¨ªan desembolsado alrededor de mil millones.
No fue una brecha sorprendente. Seg¨²n Oxfam, los donantes entregan solo una media del 47% de los fondos a los que se comprometen para iniciativas de recuperaci¨®n, e incluso eso podr¨ªa sobrestimar la cantidad que finalmente llega a los pa¨ªses de destino, lo que refleja una incre¨ªble falta de responsabilidad. Cuando las promesas se dejan de lado, las agencias de la ONU que manejaron la recolecci¨®n de fondos no lo informan al p¨²blico.
Como resultado se produce un c¨ªrculo vicioso en el que las demoras de financiaci¨®n permiten que el brote empeore, lo que eleva el coste total. Para cuando el ¨¦bola hab¨ªa sido contenido hab¨ªan pasado tres a?os y los pa¨ªses hab¨ªan gastado casi cinco veces la cantidad que se hab¨ªa estimado en septiembre de 2014. Fallecieron cerca de 12.000 personas.
La historia parece estarse repitiendo con el brote del COVID-19, pero en una escala mucho mayor. En los pa¨ªses a los que se ha propagado habita casi la mitad de la poblaci¨®n mundial. Una vez llegue a los pa¨ªses africanos con sistemas de salud d¨¦biles ¡ªen especial a sus ciudades densamente pobladas¡ª el n¨²mero de infecciones podr¨ªa irse por las nubes.
Reconociendo este riesgo, el Director General de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, Tedros Ghebreyesus, ha solicitado 675 millones de d¨®lares para preparar a los sistemas sanitarios del planeta para enfrentarse al COVID-19 entre hoy y el mes de abril. Sin embargo, a fines de febrero solo la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates hab¨ªa respondido a la llamada, ofreciendo una donaci¨®n de 100 millones de d¨®lares. A este ritmo, en ?frica y el resto del mundo una incalculable cantidad de v¨ªctimas no habr¨¢n podido recibir ayuda a tiempo.
La epidemia del ¨¦bola de 2014-16 puso en evidencia dos verdades de la respuesta global ante las crisis: raramente funciona la recaudaci¨®n de fondos durante las emergencias y el CERF, que cubre aspectos tan amplios como los huracanes y las sequ¨ªas, no puede adem¨¢s asumir esta tarea. Por eso deber¨ªa crearse un fondo por separado de ayuda para emergencias, centrado en brotes de enfermedades y con financiaci¨®n continua de pa¨ªses donantes, ONG y agencias de la ONU.
No es un asunto de caridad, sino de auto preservaci¨®n. Los virus no respetan las fronteras nacionales. Pensaba que en Nigeria estaba a salvo del ¨¦bola, y entonces lo contraje. Cuando los italianos del norte se informaron del brote del COVID-19 en Wuhan, lo m¨¢s probable es que no esperaran acabar en cuarentena.
Si bien pa¨ªses como Singapur pueden ser capaces de montar una respuesta potente y eficaz a las infecciones del COVID-19, muchos otros no pueden. Y cuando un virus se propaga a comunidades que carecen de la habilidad de contenerlo, incluso quienes cuentan con esa capacidad pueden verse abrumados. En pocas palabras, nadie est¨¢ seguro hasta que todos lo est¨¢n.
Los virus se desplazan m¨¢s r¨¢pido que los gobiernos o las campa?as internacionales de recaudaci¨®n de fondos. Por ello, nuestra mejor opci¨®n para reducir al m¨ªnimo los riesgos de los brotes de enfermedades contagiosas es asegurarnos de tener preparado un fondo de emergencia que se despliegue en cuanto surja una crisis sanitaria. Si el ¨¦bola no nos ense?¨® esa lecci¨®n, el COVID-19 seguramente lo har¨¢.
Adaora Okoli es m¨¦dico superviviente al virus del ?bola, promotora de salud global y miembro de Aspen New Voices Fellow. Traducci¨®n del ingl¨¦s: Roc¨ªo L. Barrientos. Copyright: Project Syndicate, 2020.?
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.