Los movimientos sociales como l¨ªmites del populismo
Marzo de 2020 en M¨¦xico se recordar¨¢ como el momento en el que cambi¨® la percepci¨®n p¨²blica de L¨®pez Obrador debido a su pobre reacci¨®n ante el hartazgo por la violencia y la impunidad
El mes de marzo de 2020 se recordar¨¢ como el momento en el que cambi¨® la percepci¨®n p¨²blica del Gobierno mexicano de L¨®pez Obrador debido a su pobre reacci¨®n frente a movimientos sociales que se salen del marco de su elemental entendimiento de la sociedad contempor¨¢nea y cuyo denominador com¨²n es el hartazgo frente a la violencia y a la impunidad. No solo destaca la hist¨®rica movilizaci¨®n feminista del 8 y 9 de marzo, sino tambi¨¦n la menos percibida movilizaci¨®n estudiantil nacional contra la violencia, que el jueves 5 de marzo se produjo en muchas ciudades del pa¨ªs como protesta contra el asesinato de tres estudiantes de medicina en el Estado de Puebla. Estos movimientos se suman al campo abierto en los ¨²ltimos diez a?os por los colectivos de familiares de v¨ªctimas de desaparici¨®n forzada. Los movimientos feministas, contra la desaparici¨®n forzada y el estudiantil comparten su car¨¢cter antisist¨¦mico, la horizontalidad en la acci¨®n colectiva, la autonom¨ªa pol¨ªtica y la carencia de un liderazgo centralizado, todo lo cual los coloca fuera de la gram¨¢tica clientelista y de la l¨®gica amigo-enemigo que el presidente L¨®pez Obrador ha definido como campo ¨²nico de la pol¨ªtica. Lo mismo aplica para los movimientos de resistencia contra megaproyectos, miner¨ªa y agricultura depredadora.
El movimiento feminista est¨¢ alcanzando en M¨¦xico la cima de su protagonismo p¨²blico. El detonante de su acci¨®n es el hartazgo con la violencia de g¨¦nero, cuya manifestaci¨®n extrema es el feminicidio (que viene creciendo de forma alarmante), pero abarca tambi¨¦n todas las formas de hostigamiento sexual y la persistente desigualdad econ¨®mica, pol¨ªtica y de acceso a oportunidades laborales y a la justicia. Debe destacarse que desde hace un par de a?os la lucha contra la violencia de g¨¦nero en las universidades ha alcanzado una dimensi¨®n nacional. El paro feminista del 9 de marzo marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s en la historia de este movimiento. La torpe reacci¨®n del presidente frente a una iniciativa social que se sale del monopolio de las causas ¡°justas¡± que el Gobierno pretende tener y que est¨¢ fuera del control pol¨ªtico de la 4T es un indicador de los l¨ªmites del concepto de la pol¨ªtica como definici¨®n constante de los amigos y los enemigos, propia de todo r¨¦gimen populista. El movimiento feminista no es enemigo ni amigo del Gobierno. Es un movimiento civilizatorio, una lucha hist¨®rica contra el patriarcado que marca todas las relaciones sociales. La extrema violencia que sufren las mujeres es la manifestaci¨®n brutal de la resistencia de los hombres al empoderamiento femenino. Esa violencia es intolerable, como lo es la impunidad absoluta de los agresores. El Gobierno no tiene propuesta alguna para enfrentar este problema.
Las manifestaciones estudiantiles contra la violencia tienen ya mucho tiempo de venirse produciendo, en muchas formas, en casi todo el pa¨ªs y por diversos motivos coyunturales. Cada mes, desde hace a?os, mueren estudiantes debido a asaltos, secuestros, agresiones directas y como v¨ªctimas colaterales de la violencia criminal. En M¨¦xico se habla del ¡°juvenicidio¡± para indicar que las v¨ªctimas principales de la violencia generalizada que padece el pa¨ªs son los j¨®venes. El reciente asesinato del tres estudiantes de medicina en un municipio de Puebla ha sido el detonante de una movilizaci¨®n estudiantil nacional no vista desde las marchas en exigencia de justicia por la desaparici¨®n forzada de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en 2014. Una vez m¨¢s, este movimiento no puede juzgarse con la l¨®gica amigo-enemigo. Es un movimiento articulado desde las bases, v¨ªa redes sociales, que canaliza un hartazgo colectivo con la violencia y con la impunidad de los violentos.
Los colectivos de familiares de v¨ªctimas de desaparici¨®n forzada mantienen su lucha en exigencia de que el Gobierno localice a las 60.000 personas oficialmente reconocidas como desaparecidas. Y si bien en este mes estos colectivos no tendr¨¢n un protagonismo especial, sus miembros estar¨¢n acompa?ando las demostraciones feministas y estudiantiles, con las cuales coinciden en demandas. En su ya larga lucha, estos colectivos tampoco han ca¨ªdo en la l¨®gica amigo-enemigo, ni han logrado ser clientelizados, a pesar de los esfuerzos de todos los Gobiernos por dividirlos y cooptarlos. Adem¨¢s, los colectivos se niegan a aceptar la intenci¨®n del Gobierno de tomar el caso de Ayotzinapa como ¨²nica preocupaci¨®n oficial, como si la atenci¨®n de este caso equivaliera a la resoluci¨®n de todos los dem¨¢s casos de desaparici¨®n forzada.
La peculiar forma de populismo del presidente L¨®pez Obrador ha podido legitimarse mediante la conocida f¨®rmula de plantear un conflicto amigo-enemigo como eje de la pol¨ªtica. La ¡°mafia neoliberal¡±, los ¡°conservadores¡±, son los enemigos del ¡°pueblo bueno¡±. Ese pueblo es representado por el presidente, y sus enemigos se encarnan en sujetos que var¨ªan seg¨²n las necesidades pol¨ªticas coyunturales. Los movimientos feminista, estudiantil y de familiares de desaparecidos rompen esa dicotom¨ªa elemental y plantean demandas de justicia que el Gobierno no entiende y no atiende. Todos ellos giran en torno a la denuncia de la persistencia de la impunidad. Esta ceguera pol¨ªtica tendr¨¢ costos en t¨¦rminos de legitimaci¨®n, y la ausencia de respuesta puede dar lugar a una gran movilizaci¨®n nacional que articule los diversos movimientos sociales.
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