El pat¨®geno humano
En esta crisis del coronavirus se est¨¢ omitiendo un factor: nuestra condici¨®n de especie perturbadora, capaz de alterar los ecosistemas globales hasta da?ar a los dem¨¢s seres vivos y a nosotros mismos
La mayor atenci¨®n ahora para contener el avance del coronavirus debe centrarse en medidas temporales como cuarentenas, suspensiones de clases o de eventos masivos. Pero adem¨¢s deber¨ªamos preguntarnos si lo que est¨¢ pasando es casual, epis¨®dico. O si es la consecuencia de d¨¦cadas ¡ªen verdad siglos¡ª de tener una relaci¨®n perturbada con el entorno.
El profesor Peter Daszak, de Ecohealth Alliance, ha puesto un dedo en la llaga del debate al declarar hace poco que las enfermedades emergentes son provocadas ¡°por lo que hacemos en el mundo, en el medio ambiente y cerca de la vida silvestre¡±. En otras palabras: que al impactar, masivamente, en los ecosistemas globales nos estemos encontrando con virus inesperados.
Este ¨¢ngulo ¡ªvital¡ª apenas ha entrado a la desesperada conversaci¨®n global, m¨¢s centrada como es obvio en las medidas de prevenci¨®n contra el COVID-19, en la ca¨ªda de las Bolsas mundiales o en si alguna celebridad result¨® contagiada. Se trata, sin embargo, de un asunto fundamental sin el cual no entenderemos qu¨¦ es lo que nos pasa y, sobre todo, qu¨¦ se nos viene y por qu¨¦.
Una primera se?al es que varios de los virus recientes provinieron de animales. Como recientemente se ha se?alado en este reportaje de EL PA?S, el ¨¦bola vino de los murci¨¦lagos, el VIH de una especie de mono, el SARS de la civeta. A la vez nos atacaron la gripe aviar y la porcina como si cada nuevo virus tuviera el sello dram¨¢tico y emblem¨¢tico de un animal, dom¨¦stico o silvestre.
Al murci¨¦lago y al pangol¨ªn les han atribuido el origen el coronavirus, sin que se haya confirmado todav¨ªa, aunque parece evidente que forman parte de la larga lista de animales silvestres vistos como sospechosos. Como sugiere Daszak, los hemos impactado demasiado y, al hacerlo, tomamos contacto con microorganismos para los cuales no tenemos defensa alguna.
En suma, estamos entrando en zona desconocida. El art¨ªculo Las nuevas pandemias del planeta devastado de la revista argentina Anfibia, de la Universidad Nacional de San Mart¨ªn, lo alude al explicar c¨®mo la deforestaci¨®n no solo tumba bosques; tambi¨¦n sacude m¨¢s que simb¨®licamente los ¨¢rboles, donde habitan virus por montones. Daszak estima que, en el territorio de la vida silvestre, habr¨ªa unos 1,7 millones ellos potencialmente peligrosos.
Nosotros somos m¨¢s de siete mil millones de personas, por lo que no resulta extra?o que, como han informado varias cadenas noticiosas en estos d¨ªas, el solo hecho de parar parcialmente nuestra febril actividad hizo bajar notablemente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en pa¨ªses como China. Nos tranquilizamos un poco y la tierra respira, descansa, no sufre tanto.
Es bastante limitado creer que una pandemia no tiene que ver con el deterioro ambiental, con la crisis clim¨¢tica
Cuando eso pasa, el cambio clim¨¢tico se detiene a un ritmo que ya lo quisieran los negociadores del Acuerdo de Par¨ªs. Eso s¨ª: las Bolsas de todo el mundo se alocan, como si fueran a contracorriente de una relaci¨®n m¨¢s llevadera con el planeta. Me impresiona que la mayor¨ªa de economistas no hayan hecho esa conexi¨®n y que sigan solo angustiados por la ca¨ªda del Dow Jones.
Los s¨ªntomas de una crisis mayor est¨¢n all¨ª, grit¨¢ndonos. Es bastante limitado creer que una pandemia no tiene que ver con el deterioro ambiental, con la crisis clim¨¢tica. Ya cuando se desat¨® el ¨¦bola, m¨¢s de un cient¨ªfico sostuvo que el calentamiento anormal de ciertos lugares del ?frica aliment¨® su avance. Algo similar ocurre con la expansi¨®n del zika y el dengue.
Lo mismo podr¨ªa estar ocurriendo con el coronavirus. Se afirma que tolera m¨¢s el fr¨ªo que el calor y ahora mucha gente cree que, cuando llegue el verano a algunas zonas afectadas, como Europa, vendr¨¢ el alivio. ?Han olvidado que, desde hace por lo menos dos d¨¦cadas, es muy dif¨ªcil pronosticar el estado del clima en varias partes del planeta? ?Qu¨¦ pasa si el calor no llega?
Esta pandemia podr¨ªa inducirnos no solo a reinventar nuestros sistemas sanitarios. Al mismo tiempo, podr¨ªa alentarnos a rebobinar nuestra econom¨ªa, nuestro sistema pol¨ªtico. Se da por descontado que este mundo desigual, con sus bosques y mares depredados, con su consumismo delirante, va a poder enfrentar a un agente biol¨®gico que nos est¨¢ poniendo de rodillas. ?Seguro?
Tal vez nuestro mejor sistema preventivo contra el coronavirus pase por re-pensar la manera c¨®mo nos hemos instalado en la naturaleza
Se olvida, asimismo, que eso que nos est¨¢ ocurriendo ¡ªal mundo m¨¢s occidental y urbano¡ª es lo que, a¨²n en el siglo XXI, viven las poblaciones de ind¨ªgenas en aislamiento voluntario presentes en varios pa¨ªses, como el Per¨²: pueden sucumbir en masa por una gripe com¨²n debido a que se encuentran en una c¨¢psula biol¨®gica que los desprotege de virus desconocidos para ellos.
Ahora vivimos en carne y pulm¨®n propio ese drama. Es algo similar a lo que ocurri¨® durante la Conquista de Am¨¦rica, cuando la poblaci¨®n prehisp¨¢nica fue diezmada por las enfermedades desconocidas. Los virus llegaron primero, como ahora nos est¨¢n llegando esos microorganismos nuevos de territorios silvestres que seguimos conquistando sin medida ni clemencia.
Tal vez nuestro mejor sistema preventivo contra el coronavirus pase por re-pensar la manera en la que nos hemos instalado en la naturaleza a fin de que dejemos de ser un agente pat¨®geno para otras especies y para los ecosistemas en general. El trauma que va a dejar esta crisis puede darnos esa oportunidad, si no la evadimos acudiendo a comprar jab¨®n y papel higi¨¦nico en masa.
Ramiro Escobar La Cruz es periodista y profesor de la Pontificia Universidad Cat¨®lica del Per¨², de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Colabora regularmente con Planeta Futuro.
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