La pastilla roja del s¨ªndrome de Down
De vez en cuando el destino nos ofrece un trago de vida, nos reparte las cartas y nos invita a jugar
Entramos temerosos en aquella misma estancia del Cl¨ªnico San Carlos de Madrid, terreno conocido. No hab¨ªa nadie en la antesala del despacho de Gen¨¦tica del jueves anterior. Quiz¨¢s no era all¨ª donde nos esperaban con el resultado de la amniocentesis.
De repente apareci¨® alguien que a bote pronto? ¨Ccasi como a quemarropa¨C nos dijo: ¡°Bueno pap¨¢s, una firmita y os doy el informe final de gen¨¦tica con el cariotipo¡±.
Son¨® todo tan neutro que nos hizo pensar, por primera vez en semanas, que nuestra situaci¨®n no empeorar¨ªa: ¡°Perd¨®n, le dije, ?al final qu¨¦ tiene la ni?a?¡±.
Me mir¨® sin haber recuperado el pulso, fragu¨® en la baldosa en la que estaba y revisando de nuevo el informe, nos dijo: ¡±Bueno, su hija viene con s¨ªndrome de Down y con dos cardiopat¨ªas cong¨¦nitas¡ pero eso ya lo sab¨ªan, ?verdad?¡±.? Aquello no dur¨® mucho m¨¢s. A vuelta de palabra, desde el final del coraz¨®n, le dije: ¡±Y entonces, ?la ni?a no tiene nada m¨¢s?¡±.
Desde aquel d¨ªa, de vez en cuando, recuerdo a Morfeo, el de Matrix. Le imagino ofreci¨¦ndome las pastillas m¨¢s famosas de la historia del cine, la azul o la roja, y dici¨¦ndome casi lo mismo que a Neo: ¡°Esta es tu ¨²ltima oportunidad, despu¨¦s ya no podr¨¢s echarte atr¨¢s. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertar¨¢s en tu cama y creer¨¢s lo que quieras creerte¡ que no pod¨ªas, que no sab¨ªas¡ que no entend¨ªas por qu¨¦ a ti¡ Si tomas la pastilla roja, te ense?ar¨¦ hasta d¨®nde llega todo. Recuerda, lo ¨²nico que te ofrezco es la verdad. Nada m¨¢s.¡±
Y la verdad es que vivimos en un mundo tristemente obsesionado con las certezas, con lo programado y con lo que se puede medir, predecir o detectar. Cada d¨ªa es m¨¢s complicado conseguir una vida apasionante, salteada de sobresaltos y est¨ªmulos, desprogramada, que nos haga decidir y apostar y que nos permita demostrarnos nuestro valor verdadero.
Pero de vez cu¨¢ndo, a estos peque?os seres a los que nosotros mismos llamamos humanos, nos llega la oportunidad de lo transcedente, de vivir en lo que nos supera, y de superarnos tratando de vivirlo. De vez en cuando el destino nos ofrece un trago de vida, nos reparte las cartas y nos invita a jugar.
Quiz¨¢s, a ti que me lees, te toque un d¨ªa sentarte con ¡°Morfeo¡± y recibir ¡°una oportunidad de vida¡± con los ojos rasgados como por una puesta de sol y los me?iques ligeramente torciditos. Si te sirve, nosotros cogimos la pastilla roja, y ahora sentimos que nuestra vida es m¨¢s nuestra, y ¨C quiz¨¢s- que estamos un poco m¨¢s vivos.
*Ram¨®n Pina Prieto es padre de una ni?a con s¨ªndrome de Down y presidente de Achalay.
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