Pornograf¨ªa y prostituci¨®n en cuarentena
?Es acaso el porno un mero acto de consumo para pasar el rato mientras estamos en cuarentena?
Estos d¨ªas, en el contexto de la cuarentena y de la dif¨ªcil crisis sanitaria que estamos atravesando, la famosa plataforma PornHub en un gesto de solidaridad regala durante un mes pornograf¨ªa de pago gratis en Espa?a y en Italia. Y no cualquier pornograf¨ªa, la Premium, la m¨¢s violenta, la m¨¢s brutal. ?Qu¨¦ significado tiene regalar pornograf¨ªa? ?Es acaso la pornograf¨ªa un mero acto de consumo para pasar el rato mientras estamos en cuarentena?
A pesar de que sectores de la opini¨®n p¨²blica creen que el porno es un fen¨®meno de representaci¨®n textual, vinculado a la libertad de expresi¨®n y a la libertad art¨ªstica, hay que se?alar que en el porno no hay simulaci¨®n. Las mujeres son penetradas una y otra vez por todos los orificios. El dolor, el da?o y la humillaci¨®n de las adolescentes y mujeres que vemos en las representaciones pornogr¨¢ficas es real, no es simulado. La creaci¨®n de nuevos imaginarios pornogr¨¢ficos, que incluye la normalizaci¨®n del incesto o la violaci¨®n en manada, son una exaltaci¨®n de la violencia contra las mujeres.
El dolor, el da?o y la humillaci¨®n de las adolescentes y mujeres que vemos en las representaciones pornogr¨¢ficas es real
En la pornograf¨ªa lo femenino es definido como lo irrelevante. Las mujeres en la prostituci¨®n y en la pornograf¨ªa son deshumanizadas como la condici¨®n de posibilidad para agredirlas. El subtexto de esa violencia es un discurso de odio contra las mujeres que nuestros adolescentes reciben cada vez que ven pornograf¨ªa. ?Queremos que nuestros hijos e hijas normalicen esos videos que representan hechos reales que tienen lugar en la sala de grabaci¨®n? ?Ese discurso de odio y esa exaltaci¨®n de la violencia puede publicitarse como entretenimiento? Numerosos estudios recientes han mostrado el v¨ªnculo entre pornograf¨ªa y violencia contra las mujeres. ?Podemos seguir sosteniendo que no tiene consecuencias para las mujeres el que nuestros adolescentes vean horas y horas de pornograf¨ªa? Si negamos su influencia, tambi¨¦n tendr¨ªamos que negar la de la publicidad.
De otro lado, algunas asociaciones que dicen representar a las mujeres prostituidas han pedido dinero para las mujeres que est¨¢n en prostituci¨®n. Y de paso han reclamado la regulaci¨®n de la prostituci¨®n como un trabajo. El argumento es que si estuviesen contratadas tendr¨ªan derecho a reclamar las ayudas p¨²blicas a las que tienen acceso otros trabajadores.
Al mismo tiempo, explican con una ret¨®rica violenta hacia el abolicionismo de la prostituci¨®n que las mujeres prostituidas de los burdeles est¨¢n en una situaci¨®n cr¨ªtica. Y eso no tiene duda porque a pesar de que est¨¦n en el burdel, piso o calle durante muchas horas, la mayor parte del dinero que obtienen va a parar al chulo o proxeneta. Y lo poco que obtienen, lo utilizan para mantener a sus hijos e hijas, muchas veces en sus pa¨ªses de origen. Estas asociaciones, sin embargo, aprovechan la coyuntura para reclamar la consideraci¨®n legal de la prostituci¨®n como un trabajo. Explican que si fuese un trabajo ellas no estar¨ªan en la situaci¨®n de vulnerabilidad en la que se encuentran ahora porque podr¨ªan acceder a los derechos que tienen los contratados.
?C¨®mo dise?ar pol¨ªticas p¨²blicas cuyos recursos no acaben directamente en los bolsillos de chulos y proxenetas? Se puede: hay que cerrar los prost¨ªbulos
Sin embargo, la cuesti¨®n es otra. Las mujeres prostituidas son un grupo extremadamente vulnerable sometido a una manada de puteros que solo ans¨ªan obtener el placer que les proporciona su poder. Ahora bien, ?c¨®mo dise?ar pol¨ªticas p¨²blicas cuyos recursos no acaben directamente en los bolsillos de sus chulos y proxenetas? Se puede hacer, pero, para ello, hay que cerrar los prost¨ªbulos.
El gobierno tiene la obligaci¨®n de cerrar los burdeles, esos campos de concentraci¨®n, como los definen las supervivientes de prostituci¨®n, que recortan la tasa media de vida de las mujeres prostituidas. Cerremos esos infiernos en la tierra y hagamos potentes pol¨ªticas p¨²blicas para ellas. Las mujeres que est¨¢n en prostituci¨®n merecen la oportunidad de reapropiarse de sus cuerpos y de sus vidas. Merecen librarse de esos puteros que solo persiguen su placer y poder. No existe el trabajo sexual, existe la expropiaci¨®n de cuerpos que la sociedad patriarcal designa como vidas y cuerpos que no importan.
Rosa Cobo Bedia (Cantabria, 1956) es te¨®rica feminista, forma parte de la Red Acad¨¦mica Internacional de Estudios sobre Prostituci¨®n y Pornograf¨ªa y es profesora de la Universidad de A Coru?a.
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