Aventura con el gran pintor de p¨¢jaros

Bajo el poderoso vuelo de los buitres y las ¨¢guilas, en el imponente mirador de la Portilla del Ti¨¦tar, en el parque nacional de Monfrag¨¹e (C¨¢ceres), los visitantes se agolpan ante el umbral de un peque?o cobertizo de piedra instalado para observar aves. Con actitud reverente y cuchicheos de admiraci¨®n, miran hacia el interior. Dir¨ªase que estamos en un santuario o en el recinto sagrado de un sadhu, un sant¨®n en el Himalaya. Al asomarte, lo que ves es a un hombre enorme de pelo cano sentado en un banco de madera, dibujando en un cuaderno. Frente a ¨¦l hay un telescopio en un tr¨ªpode, y a su lado, una caja de acuarelas y un hatillo con pinceles. Un chorro de luz entra por la amplia abertura del mirador nimbando al artista como en una anunciaci¨®n renacentista e iluminando su dibujo: es un buitre leonado retratado con asombrosas habilidad y belleza.

FOTOGALER?A: Dibujando aves con Lars Johnson

Ese hombre grande, un verdadero gigante, es el sueco Lars Jonsson, renombrado ornit¨®logo, escritor y considerado por muchos el mejor pintor de aves del mundo. Su poder de observaci¨®n y su capacidad de reproducir los p¨¢jaros con una sorprendente y emocionante sensaci¨®n de vida son legendarios. Se encuentra en Monfrag¨¹e como invitado de la 15? Feria Internacional de Turismo Ornitol¨®gico, la popular FIO, una de las citas ineludibles de los amantes de los p¨¢jaros y de cuyo cartel de esta edici¨®n, un halc¨®n posado, ¨¦l es el autor. En el marco de la reciente feria, Jonsson (Estocolmo, 1952), nombrado maestro artista de la vida salvaje por el Woodson Art Museum de Estados Unidos y doctor honoris causa por la Universidad de Upsala, en Suecia, ha dado una conferencia sobre su trabajo y va a impartir un taller de dibujo a un pu?ado de afortunados visitantes de la FIO, entre ellos el autor de estas l¨ªneas. Antes, con el fot¨®grafo, hemos tenido el privilegio de pasar la ma?ana acompa?ando al artista y ornit¨®logo en una de sus salidas en solitario al campo para dibujar aves, una actividad que realiza mostrando una conexi¨®n muy ¨ªntima con la naturaleza y un sentimiento casi espiritual.

Lars Jonsson, autoridad mundial en la identificaci¨®n de p¨¢jaros, autor de algunas de las gu¨ªas m¨¢s valoradas e utilizadas de nuestro tiempo, entre ellas cinco vol¨²menes con todas las aves europeas ordenadas seg¨²n su regi¨®n, y a la vez un cotizado artista con museo propio, es noticia en nuestro pa¨ªs por la publicaci¨®n de un libro maravilloso, Aves que veo en invierno (Errata Naturae, 2020). El volumen describe, con textos y dibujos ¡ªen acuarelas, ¨®leo, gouache¡ª, 59 especies que son las m¨¢s habituales en Suecia en invierno y las que el naturalista ve desde su ventana en esa estaci¨®n, la mayor¨ªa acudiendo a los comederos. Jonsson, que vive con su mujer, Ragnhild, en Hamra, en el sureste de la isla de Gotland, en el B¨¢ltico, al sur de Suecia, en una propiedad rural que incluye una vieja granja que restaur¨® como vivienda y un granero acondicionado como taller, ha tratado de explicar en el libro no solo la vida y los rasgos de esas aves seleccionadas, sino la impresi¨®n que le causan y c¨®mo las dibuja. La obra es as¨ª una mezcla de libro de arte, manual t¨¦cnico de dibujo y pintura, gu¨ªa de campo y, con todas sus reflexiones, consideraciones y an¨¦cdotas (las grajillas se aficionan al alcohol), una muestra perfecta del g¨¦nero del nature writing. Para el lector espa?ol, algunos de los p¨¢jaros de invierno de Jonsson son la reoca, y valga la expresi¨®n: si bien estamos familiarizados con muchas de las especies como el carbonero com¨²n, el petirrojo, el trepador azul, el jilguero, el pinz¨®n vulgar, el mirlo (ave nacional sueca, por cierto), el gavil¨¢n, el verder¨®n com¨²n, el pico picapinos¡­, otras resultan fabulosamente ex¨®ticas en nuestras latitudes meridionales (pardillo ¨¢rtico, cascanueces norte?o, arrendajo funesto, carbonero lap¨®n, ampelis¡­).

La aventura con Jonsson empieza de buena ma?ana en la hospeder¨ªa de Monfrag¨¹e, en plena dehesa, desayunando junto al naturalista y otros notables ornit¨®logos como el brit¨¢nico David Lindo, conocido como El Pajarero Urbano; el colombiano Diego Calder¨®n, que no dej¨® de pajarear ni secuestrado tres meses por las FARC, o Jos¨¦ Luis Copete, que mientras unta la tostada se?ala la repetida y entusiasta c¨®pula de una pareja de gorriones tras los ventanales, lo que parece ser un buen presagio para la jornada. Ya en la feria, en Villarreal de San Carlos, tras una parada en el impresionante Salto del Gitano para observar buitre negro, ¨¢guila imperial y medio b¨²ho real (est¨¢ escondido en las pe?as y solo se le ve la punta de los penachos de las cejas, lo que no disminuye un ¨¢pice el entusiasmo general), Jonsson imparte su conferencia y despu¨¦s firma libros. Al acabar, le seguimos hasta el prado donde tiene aparcado el coche que le ha proporcionado la organizaci¨®n. Conduce m¨¢s atento a la presencia de vida silvestre que de la carretera; afortunadamente, no nos cruzamos a nadie, a excepci¨®n de los grandes buitres que pasan sobre nosotros, a veces impresionantemente bajos, como veleros del cielo. Est¨¢ satisfecho porque ayer, aunque no es un lister, un obsesionado con las listas, hizo un bimbo, vio un ave que no ten¨ªa observada, un avefr¨ªa sociable (Vanellus gregarius), ocasional en Espa?a.

¡°Hay m¨¢s buitres que en mi anterior visita a Monfrag¨¹e, hace ya m¨¢s de 20 a?os, cuando hice mi libro sobre las grullas¡±, se?ala, antes de explicar la raz¨®n del nombre en lat¨ªn del buitre negro, Aegypius monachus, ¡°de monje, porque parece que lleven una capucha negra¡±, y conversar sobre las diferencias de color en la parte inferior de los trepadores azules, un tema que le obsesiona. ?Considera que el cambio clim¨¢tico est¨¢ afectando mucho a las aves? ¡°El clima cambia, sin duda, pero ha cambiado muchas veces antes; me preocupa m¨¢s la p¨¦rdida de h¨¢bitats y la desaparici¨®n de especies que trae consigo. Hay que proteger espacios naturales y crear corredores entre ellos. En todo caso, el reto m¨¢s grande para la naturaleza es la pobreza humana, que conduce a la destrucci¨®n de los entornos; lo prioritario es sacar a la gente de la pobreza y crear nuevas fuentes de energ¨ªa¡±.

Llegamos al mirador de la Malavuelta, que arroja grandes vistas sobre el Ti¨¦tar y el Tajo. Jonsson saca su cuaderno y repasa el dibujo de un buitre joven ¡ªojos m¨¢s oscuros que el adulto¡ª que hizo el d¨ªa anterior en el Salto del Gitano. ¡°Qu¨¦ cara m¨¢s hermosa, qu¨¦ personalidad¡±, se?ala del ave retratada. Apoyado en un muro de piedra cubierto de musgo en este d¨ªa gris, ofrece una imagen de profundo sabor n¨®rdico: parece, aunque su modelo admirado es Audubon, uno de esos naturalistas de la gran tradici¨®n sueca: Linneo, Thunberg, Hasselquist, Sj?stedt o Bengt Berg. ¡°En casa, que se encuentra en medio de una ruta de migraci¨®n, voy hasta la bah¨ªa donde hay muchos p¨¢jaros; es mi lugar favorito junto con la tundra siberiana. Me siento y pinto durante horas; es muy hermoso pintar aves junto al agua. Me encanta pintar gaviotas, tengo un inter¨¦s especial por ellas. Pinto directo con el telescopio. Observo y pinto. Ojo y mano. Para m¨ª no hay diferencia entre arte y ornitolog¨ªa. Es una frontera m¨®vil, que se difumina¡±. Lars Jonsson contin¨²a mientras su l¨¢piz va cubriendo de plumaje al buitre. ¡°Cuando dibujo trato de capturar la esencia del ave y de crear vida. No intento ser completamente exacto, es f¨¢cil destruir una pintura con un exceso de detalle¡±. Uno de los secretos de Jonsson es su extraordinaria capacidad para reproducir la paleta de colores del plumaje de las aves, el azul amapola de la paloma zurita y la torcaz, el elusivo color de seda del ampelis, las infinitas sutilezas crom¨¢ticas del plumaje del carbonero o el verder¨®n¡­

?Por qu¨¦ le resultan tan interesantes los p¨¢jaros? ?Qu¨¦ los hace diferentes del resto de las criaturas vivas? ¡°Que est¨¢n en todas partes y que son imprevisibles. El hombre siempre los ha visto como signos, premoniciones, algo que viene de otro mundo y est¨¢ en conexi¨®n con los dioses, que conecta planos diferentes de la existencia. Nunca han dejado de interesar a los seres humanos. Y de fascinarnos: ?c¨®mo saben cu¨¢ndo tienen que volver los que emigran?, ?de qu¨¦ manera los carro?eros descubren los cuerpos muertos?, ?hasta d¨®nde llegan las extraordinarias capacidades cognitivas de los cuervos, capaces de resolver problemas aritm¨¦ticos? Nuestros ancestros veneraron a los p¨¢jaros, envidiaron sus capacidades, les ofrecieron sus muertos, los representaron¡±. ?l tambi¨¦n lo hace. ¡°A la hora de pintarlos has de amarlos, pintarlos no es conquistarlos, es una forma de adorarlos¡±. Hay gente que los teme, f¨®bica. ?Le apena? ¡°Es cierto, tengo una prima que sufre eso. Les aterran cuando empiezan a volar, por la falta de control, y est¨¢ Hitchcock, Los p¨¢jaros, claro¡±. ?Odia al cineasta por eso? ¡°No, me parece una pel¨ªcula interesante¡±. ?Pueden las aves conquistar el mundo? ¡°No, qu¨¦ va¡±, r¨ªe Jonsson. No se r¨ªa, ya lo hicieron sus antepasados los dinosaurios. ¡°Tiene raz¨®n y es interesante plantearse si ellas pueden seguir desarroll¨¢ndose y evolucionar hacia algo m¨¢s. Pero tienen un obst¨¢culo: carecen de manos, un miembro tan importante para la inteligencia; las sacrificaron para volar¡±.

¡°Observar un ave provoca un sentimiento muy fuerte y antiguo¡±, reflexiona Jonsson. ¡°Algo de eso es lo que se percibe en mis dibujos. Trato de interpretar lo muy bello y misterioso que hay, por ejemplo, en la primera alondra que llega¡±. Parece algo casi m¨ªstico. ¡°Hay muchos momentos de revelaci¨®n, cuando pones luz en el ojo de un ave y se hace viva¡±. Indudablemente, Jonsson es feliz con lo que hace. ¡°Observar un ave produce emoci¨®n y alegr¨ªa, una felicidad instintiva, irreflexiva; es luego cuando tratas de razonarla, pero la felicidad pertenece al tiempo de justo antes¡±. La felicidad, esa cosa con alas, escribi¨® Emily Dickinson. La alondra de Shelley, el ruise?or de Keats, el cuervo de Poe, ?es aficionado a la poes¨ªa el naturalista? ¡°Me gustan algunos poetas rom¨¢nticos suecos y el Nobel Harry Martinson¡±. No es raro que aprecie la poes¨ªa de Martinson, autor de libros como ?Entre luz y oscuridad (N¨®rdica, 2009) y que escribi¨® versos que parecen resonar en el trabajo de Jonsson: ¡°Sentados en el silencio, durante un instante de felicidad, /mir¨¢bamos la danza de las mariposas / que agitaban sus banderas amarillas / en el solemne resplandor del sol¡± (El instante). O en Gaviota muerta: ¡°Nunca m¨¢s atravesar¨¢ mi hambriento pico la calma de la niebla¡±.

?Cu¨¢l es el secreto para dibujar un ave? ¡°Hace falta mucha paciencia, pero lo m¨¢s importante es la dedicaci¨®n, la pr¨¢ctica. Y tienes que ser honesto. La gente sabe, se da cuenta de si has experimentado algo verdadero que quieres compartir o si falseas. Tambi¨¦n debes tener valor, no hay que tener miedo de hacerlo mal, y hay que saber captar la luz sobre el ave; si quieres ver lo invisible, has de mirar muy cuidadosamente lo visible. Recuerda que incluso en las especies m¨¢s comunes hay mucho que descubrir¡±.

Luego, prism¨¢ticos en mano, nos sentamos en unas mesas de p¨ªcnic y Jonsson saca una bolsa de comida. Bocadillos de pollo y zumos. Comemos. ¡°Empec¨¦ a pintar aves a los cuatro a?os; entonces las dibujaba como una mezcla de p¨¢jaros y seres humanos¡±, evoca Jonsson. ¡°Estaba obsesionado, me llamaban El Amigo de los P¨¢jaros, siempre quer¨ªa acercarme. Sub¨ªa a los ¨¢rboles, buscaba nidos de rapaces. Sent¨ªa ya el impulso y la necesidad de intimar con las aves. Me identificaba mucho, de hecho quer¨ªa ser p¨¢jaro. Mi hermano mayor, para hacerme rabiar, me dec¨ªa que ya no evolucionar¨ªa, que ya era tarde para una metamorfosis¡±. El padre de Jonsson era vendedor, ¡°pero su mejor amigo era un escultor al que trat¨® de promocionar, as¨ª que se relacionaba con el mundo del arte¡±, y la madre, ama de casa, ¡°aunque hac¨ªa dise?o textil batik y ten¨ªa talento art¨ªstico¡±. ¡°Ambos me animaron a pintar y as¨ª, a los 15 a?os, ya hice mi primera exposici¨®n en el Museo de Historia Natural de Estocolmo con dibujos de p¨¢jaros a tinta¡±. El naturalista hace una pausa al o¨ªr el canto de un p¨¢jaro. ¡°Carbonero capuchino¡±, zanja. Es un ave ¡°jubilosa¡±, que siempre le pone de buen humor y de la que destaca su ¡°rostro occipital¡±, el dibujo en forma de cara en la nuca para evitar el ataque por la espalda de las rapaces.

Un momento fundamental en la relaci¨®n de Jonsson con los p¨¢jaros, explica, fue cuando pudo verlos con telescopio. ¡°Me permiti¨® estudiarlos muy bien, ver detalles de las plumas y expresiones faciales que antes dibujaba mal. La generaci¨®n anterior no tuvo ese instrumento, solo prism¨¢ticos que no permiten tanto detalle, y la anterior a esa ten¨ªa que dispararles para poder estudiarlos¡±. Jonsson tiene una relaci¨®n curiosa con los p¨¢jaros muertos. ¡°Cuando mueren, puedes estar m¨¢s cerca; siempre que encuentro un ejemplar muerto lo recojo y lo estudio¡±.

Al preguntarle por los momentos dif¨ªciles o peligrosos en toda una vida en la naturaleza, viajando a lugares remotos ¡ªha observado la pantera de las nieves en Mongolia¡ª, Jonsson recuerda la ocasi¨®n en que tuvieron que rescatarlo en un acantilado en las Feroe viendo alcatraces o cuando se perdi¨® en los bosques de Siberia. ¡°Pas¨¦ seis horas solo caminando sin tener ni idea de d¨®nde estaba, hasta que sub¨ª a un ¨¢rbol y reconoc¨ª una colina¡±. M¨¢s tarde le viene otro episodio. ¡°Me encontraba en un lugar bastante salvaje de Rusia y me alej¨¦ del grupo por una necesidad perentoria. Estaba agachado cuando not¨¦ que alguien me hab¨ªa seguido y al girar la cabeza vi que era un oso enorme. Me incorpor¨¦ m¨¢s excitado que asustado y grit¨¦: ¡°?Un oso!, ?un oso!¡±, para que vinieran todos a verlo, y sin subirme los pantalones. El animal pareci¨® asombrado y, tras m¨ªrame de arriba abajo, se march¨®¡±.

Tras la comida volvemos al coche no sin que antes un paseante reconozca a Jonsson y se haga un selfi con ¨¦l. En ruta otra vez, el naturalista hace una nueva demostraci¨®n de su conocimiento: ¡°Ah¨ª, en el suelo, un pinz¨®n. ?Lo oyes cantar?, tiene un defecto en el pico¡±.

Llegamos a la Portilla del Ti¨¦tar para la clase de dibujo, yo muy ufano cargando el gran portafolio del maestro, lo que despierta miradas envidiosas. Tras un rato dibujando en la intimidad en el cobertizo, Jonsson se sienta al aire libre y lo rodean los alumnos. ¡°Voy a empezar un dibujo nuevo, un roquero que he visto en las pe?as¡±. Con cuatro trazos realiza el boceto; mientras, va hablando. ¡°?Qu¨¦ experiencia tienen?¡±. La gente calla y observa. ¡°Conocer un ave es sobre todo observarla. Pero no mirar media hora y dibujar, sino hacerlo seguido: mirar, dibujar, mirar, dibujar. Cada vez que dibujas un ave aprendes algo. No pintes lo que sabes, pinta lo que ves. Es mejor pintar 10 p¨¢jaros mal que uno mediocre. Pinta, pinta. No debes tener miedo a hacerlo mal¡±. Milagrosamente, el p¨¢jaro va apareciendo en la p¨¢gina. El artista parece distribuir sin objetivo la acuarela. ¡°?Qu¨¦ historia quieres contar? Vas tomando decisiones, a veces la vida del p¨¢jaro viene m¨¢s de quitarle cosas que de ponerlas¡±. Al acabar, tras mostrar, asperjando color blanco con el pincel, c¨®mo se crea el m¨¢gico ¡°efecto nieve¡±, resuenan los aplausos. Nadie ha dibujado ni una l¨ªnea. ¡°Yo le besaba las manos ahora mismo¡±, susurra un joven.

Volvemos en coche a la feria mientras empieza a hacerse de noche. ¡°?Lo m¨¢s dif¨ªcil? Algunas aves del para¨ªso, tan extra?as. Las especies que viven en lugares m¨¢s agrestes. Los albatros, los ping¨¹inos emperador, el c¨®ndor andino. Otras aves son complicadas a su manera, las currucas, algunos fring¨ªlidos, el petirrojo, tan expresivo¡­¡±. Los que le causan m¨¢s placer dibujar son el camachuelo com¨²n, s¨ªmbolo de la Navidad, o su viejo amigo de infancia, el pito verde¡­ Cruzan cuatro ciervos la carretera y el naturalista detiene el autom¨®vil para contemplar el espect¨¢culo. La oscuridad difumina el mundo alrededor y las hermosas criaturas desaparecen. Lars Jonsson mantiene fija la vista en el punto por el que se han ido, como si pudiera ver algo que los dem¨¢s no vemos: el mundo donde duermen los p¨¢jaros y el lugar del que proceden los sue?os.