Ma?ana podr¨ªa ser demasiado tarde en Brasil
Que Brasil, asustado con raz¨®n por una epidemia que mata, no espere m¨¢s y busque la f¨®rmula constitucional que permita colocar al pa¨ªs en manos de alguien normal, sin patolog¨ªas y delirios de poder
Nada podr¨ªa ser peor que minimizar el peligro que corre Brasil por estas horas en manos de un personaje como el capit¨¢n retirado y ultrancista, Jair Bolsonaro, que no solo se burla de una epidemia que est¨¢ poniendo de rodillas al mundo, sino que intenta aprovecharla para minar las instituciones democr¨¢ticas y afianzar su ansia de poder.
Aprovechar este momento de angustia nacional para politizar un drama en que se juega a vida o muerte pensando en su reelecci¨®n, es un crimen sin perd¨®n.
Con su estilo sibilino de decir y desdecirse, de jugar al escondite, el presidente acaba confundiendo e imponiendo su estilo de aprendiz a dictador mientras hay quien le mira a¨²n como inofensivo por consider¨¢rsele poco preparado y un incapaz. Al contrario, el que so?¨® con ser general del Ej¨¦rcito y se qued¨® en simple capit¨¢n es m¨¢s peligroso para la democracia de lo que muchos piensan. Va royendo sin que nos demos cuenta nuestras libertades y capacidades de decisi¨®n. Y espera el momento propicio para dar el zarpazo del golpe.
Quien pensaba que los militares, empezando por los generales que ¨¦l coloc¨® en el Gobierno, ser¨ªan garant¨ªa contra sus embates autoritarios ven hoy c¨®mo aquellos han quedado aislados o han sido echados del Gobierno por no ponerse a sus ¨®rdenes. Se le van perdonando todos sus pecados hasta aquellos contra el sentido com¨²n. Se le permite que presente al exterior una imagen del pa¨ªs que va a contramano de los mayores l¨ªderes mundiales en la lucha contra la epidemia del coronavirus porque se piensa que nadie le va a creer.
El presidente es m¨¢s peligroso de lo que parece porque sus ambiciones de poder son mucho mayores de lo que imaginan hasta los que est¨¢n a su lado. Su capacidad de totalitarismo y de deseo de poner a sus pies a las instituciones democr¨¢ticas son insaciables y le viene ya desde joven, cuando siendo un simple soldado so?aba con presidir al pa¨ªs sirvi¨¦ndose hasta de m¨¦todos de terror, como cuando en el cuartel jugaba a ser terrorista y subversivo. Tambi¨¦n entonces se lo perdonaron las jerarqu¨ªas del Ej¨¦rcito porque lo consideraban inofensivo o ingenuo. Hoy vemos que no lo era.
Fue considerado como inofensivo tambi¨¦n cuando ya en la pol¨ªtica, como diputado, se burlaba de los valores democr¨¢ticos, exaltaba las dictaduras y la tortura, y humillaba a las mujeres y a quienes no entraban en la categor¨ªa heterosexual. Se le permit¨ªa todo porque se le consideraba inocuo, del bajo clero. Se le dejaba vomitar las mayores barbaridades porque se pensaba que era un personaje folcl¨®rico, hasta gracioso, un don nadie. No lo era. Y lleg¨® a la m¨¢xima jefatura del Estado y por voto popular.
En medio del drama de la epidemia del coronavirus que asusta al mundo y que no sabemos a¨²n cuantas v¨ªctimas tendr¨¢, el presidente sigue irresponsablemente en sus trece de negar la evidencia e ir contra la opini¨®n p¨²blica, altamente mayoritaria, como ha revelado el ¨²ltimo sondeo de Datafolha. Y se aprovecha de la tragedia para so?ar hasta con imponer el estado de sitio y colocar el Ej¨¦rcito al mando del pa¨ªs. Ej¨¦rcito al que, para vengar su antiguo sue?o de poder, ahora como presidente lo tendr¨ªa a sus pies.
Mientras quienes de verdad cuentan en el pa¨ªs y son responsables de su destino sigan infravalorando los sue?os secretos de omnipotencia del capit¨¢n en reserva deber¨ªan mirar hacia atr¨¢s en la historia para recordar que fueron personajes que en su ¨¦poca parec¨ªan inocuos y farsantes quienes acabaron creando holocaustos y guerras para vengarse de quienes los consideraban figuras menores e inocuas. ?Ser¨¢ necesario recordar nombres de los grandes tiranos de la Historia que surgieron de la mediocridad de la pol¨ªtica? No es dif¨ªcil recordar la tragedia del mundo cada vez que para gobernarlo fueron colocadas a su frente personajes menores, considerados inofensivos y f¨¢cilmente dominables mientras resultaron insaciables en su locura por el poder absoluto.
Si los cuerdos, los normales, los que son capaces de ejercer el poder como un servicio a la comunidad, acabaran devorados por las ansias de poder de los mediocres y falsos locos capaces de todo con tal de seguir en el pedestal del poder, ma?ana podr¨ªa ser demasiado tarde.
No dejemos que el Brasil verdadero, hoy amedrentado, el que trabaja y se sacrifica para presentarse al mundo como el gran pa¨ªs que es por tradici¨®n e historia, por su capacidad de soportar las peores crisis, por sus riquezas naturales y espirituales acabe sofocado por la ignorancia y la locura de quienes desean convertirlo en un pa¨ªs bananero y perif¨¦rico en el mundo.
Ese amor por las actitudes violentas y de enfrentamiento contra todos, por los conflictos violentos, por la pol¨ªtica del odio fue siempre el sue?o de todos los aprendices a dictadores que intentaron camuflar sus complejos de inferioridad con el retumbar de los ca?ones y el sacrificio de millones de personas perpetrado en el altar de la locura pol¨ªtica de la sed de dominio.
Que Brasil, asustado con raz¨®n por una epidemia que mata y nos convierte a todos en prisioneros de guerra, no espere m¨¢s y busque la f¨®rmula constitucional que permita colocar al pa¨ªs en manos de alguien normal, sin patolog¨ªas y delirios de poder capaz de hacer frente con sensatez a estas horas cr¨ªticas que podr¨ªan marcar el futuro de un pa¨ªs que se est¨¢ revelando solidario y con ganas de vencer esta batalla y seguir adelante con su vocaci¨®n de paz y sus deseos de felicidad.
Que Brasil no tenga que arrepentirse de no haber reaccionado a tiempo dejando que alguien que ya ha dado pruebas suficientes de que es incapaz de gobernar a un pa¨ªs de esta envergadura y menos en momentos decisivos como este, siga peligrosamente arrastr¨¢ndolo a una aventura cuyo final no es dif¨ªcil de imaginar.
Y es para hoy. Ma?ana ser¨ªa demasiado tarde.
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