La Covid-19 en el mundo m¨¢s pobre
Los autores, dos expertos en desarrollo, advierten sobre el may¨²sculo desaf¨ªo que enfrentan los pa¨ªses m¨¢s desfavorecidos ante la llegada de la actual pandemia de coronavirus que, de momento, ha afectado m¨¢s contundentemente a naciones ricas
Tras su eclosi¨®n en China, la evoluci¨®n de la Covid-19 ha volcado la atenci¨®n internacional sobre los pa¨ªses desarrollados de Europa y Norteam¨¦rica. No faltan razones para ello, dada la escalada de muertes registradas y la severidad de las medidas adoptadas en estos pa¨ªses, incluyendo los confinamientos selectivos y la paralizaci¨®n de la actividad econ¨®mica. Al tiempo, en ellos, sistemas sanitarios que se supon¨ªan s¨®lidos y bien financiados, se han visto desbordados y enfrentados a insospechadas carencias.
En medio de este fragor, son pocos los que reparan en lo que sucede (o podr¨ªa suceder) en el mundo en desarrollo. ?Es que en esta ocasi¨®n el mundo m¨¢s pobre se est¨¢ librando de los efectos de la pandemia? Hay quien sugiere esa posibilidad, aludiendo a las condiciones climatol¨®gicas propias del tr¨®pico. Ojal¨¢ fuese as¨ª, pero lamentablemente no existe sustento para esa opini¨®n. De hecho, ya se aprecia el ascenso de los efectos de la pandemia en pa¨ªses como Argentina, Ecuador, M¨¦xico, Egipto, L¨ªbano, Kenia o Sud¨¢frica; todos ellos con medidas de confinamiento. Si las cifras de que se dispone en estos casos son inferiores a las de Europa, es debido a la secuencia de penetraci¨®n de la pandemia en cada pa¨ªs y a los deficientes sistemas de detecci¨®n y registro. Pero todo parece indicar que la senda de transmisi¨®n es parecida a la seguida en Europa, pero con el efecto multiplicador en este caso de las carencias de que se parte. Debemos, por tanto, abrir los ojos al may¨²sculo desaf¨ªo al que se enfrentan los pa¨ªses m¨¢s pobres.
Salir del propio reducto y reparar en las necesidades de los m¨¢s vulnerables no solo traslada al ¨¢mbito internacional un principio ¨¦tico b¨¢sico, ante una pandemia que a todos nos afecta, sino tambi¨¦n se revela como un ejercicio de responsabilidad o, si se prefiere, de ego¨ªsmo ilustrado. En un mundo interdependiente, la persistencia de un foco de contagio acent¨²a el riesgo de rebrote de la pandemia. La seguridad sanitaria es un bien p¨²blico global que los t¨¦cnicos denominan de weakest link: al igual que la cadena, la solidez del conjunto se la proporciona la resistencia del eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil. Es imprescindible fortalecer la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios m¨¢s fr¨¢giles si se quiere alejar el riesgo de nuevos episodios de contagio.
Por lo dem¨¢s, el efecto de la crisis en los pa¨ªses en desarrollo puede ser especialmente severo, articul¨¢ndose a trav¨¦s de tres v¨ªas complementarias. En primer lugar, a trav¨¦s de las limitadas capacidades de prevenci¨®n del contagio y de resistencia posterior ante la enfermedad. Con el grueso de la poblaci¨®n residiendo en n¨²cleos urbanos superpoblados, en viviendas hacinadas y con dificultades para el acceso al agua potable, los riesgos de contagio entre la poblaci¨®n son elevados.
Adem¨¢s, en las megaurbes del mundo en desarrollo una mayor¨ªa de la poblaci¨®n sobrevive en un r¨¦gimen de hand to mouth (de la mano a la boca), con los ingresos diarios conseguidos en su actividad informal, con rentas inferiores a los cinco d¨®lares diarios, con lo que el confinamiento sin ayudas puede amplificar el hambre y la desesperaci¨®n. La situaci¨®n es a¨²n m¨¢s extrema en el caso de la poblaci¨®n que reside en campos de refugiados con alto grado de hacinamiento, bajas condiciones de salubridad y disponibilidad de agua limpia y alimentaci¨®n muy limitada.
Una segunda v¨ªa de impacto se produce a trav¨¦s de la presi¨®n sobre unos sistemas sanitarios que son notablemente precarios en buena parte del mundo en desarrollo. Mientras que Suecia tiene 5,4 m¨¦dicos por cada 1.000 habitantes (y Espa?a 4,1), esa ratio es de 0,1 en Burundi, Etiopia o Camer¨²n; Alemania dispone de ocho camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes (Espa?a tres), pero en Mal¨ª esa ratio es de 0,1. De 0,4 en Burkina Faso. Si en nuestro caso los hospitales han llegado a la saturaci¨®n, imaginemos lo que puede suceder en esos pa¨ªses.
Por ¨²ltimo, el impacto sanitario de la crisis se refuerza por su efecto sobre econom¨ªas que son altamente vulnerables. La ca¨ªda del 30% en los precios de las materias primas, debido a la interrupci¨®n de la cadena de suministro por parte de China, el desplome de los precios del petr¨®leo, la ca¨ªda del turismo internacional o la s¨²bita interrupci¨®n de la demanda europea ya est¨¢n repercutiendo severamente sobre las econom¨ªas de Am¨¦rica Latina y ?frica. El impacto sobre el crecimiento en estos pa¨ªses ser¨¢ profundo y los m¨¢rgenes para enfrentarlo, muy limitados. Todo ello se traduce en menores ingresos para las familias y menores capacidades fiscales de los gobiernos para afrontar la crisis sanitaria.
En un mundo interdependiente, la persistencia de un foco de contagio acent¨²a el riesgo de rebrote
Kristalina Georgieva, directora del FMI, se?alaba recientemente que en un solo mes se hab¨ªa registrado una salida de capitales de los mercados emergentes de 83.000 millones de d¨®lares, la mayor de la historia. Esa reacci¨®n de los mercados agrava la situaci¨®n de vulnerabilidad antes descrita. M¨¢xime si se tiene en cuenta que la mitad de los pa¨ªses de ingresos bajos en ?frica ya estaba en situaci¨®n de crisis de deuda o en alto riesgo de estarlo antes de la Covid-19. El volumen del presupuesto destinado a pagar la deuda, que en promedio se ha duplicado en los ¨²ltimos cuatro a?os, ha llevado en muchos pa¨ªses a recortes precisamente en la salud p¨²blica, cuando m¨¢s necesaria resulta.
Dig¨¢moslo claramente, el mundo est¨¢ condenado a una profunda y grave recesi¨®n como consecuencia de esta crisis. Pero, al igual que en 2008, la durabilidad de este episodio depender¨¢ crucialmente de la capacidad que la comunidad internacional tenga para articular una respuesta que est¨¦ a la altura de la excepcionalidad del momento. Una reacci¨®n que necesariamente debe ser, al tiempo, cooperativa entre los principales poderes internacionales y multidimensional, para atender las diversas v¨ªas a trav¨¦s de las que se manifiesta la pandemia.
A este respecto, y en relaci¨®n con el mundo en desarrollo, es necesario, en primer lugar, dar respuesta a las necesidades de la poblaci¨®n desplazada por conflictos y crisis y de aquella en situaci¨®n de alta vulnerabilidad por inseguridad alimentaria. Esto implica fortalecer la ayuda humanitaria y, en especial, la orientada a la inversi¨®n en salud e higiene en los lugares donde est¨¦n instaladas esas poblaciones. Prevenci¨®n, detecci¨®n y mejora de la higiene son esenciales en una operaci¨®n que no se puede atrasar para evitar una tragedia.
En segundo lugar, hay que atender la poblaci¨®n en riesgo de contagio principalmente en las grandes urbes en Am¨¦rica Latina o ?frica. Es clave en este caso fortalecer los sistemas p¨²blicos de salud, junto a medidas de ayuda para quienes deben confinarse sin contar con recursos econ¨®micos para ello. En esta l¨ªnea, es necesario proteger los presupuestos en salud p¨²blica frente a los recortes derivados del pago de la deuda y de la crisis fiscal, incrementando, al tiempo, los compromisos de la cooperaci¨®n internacional, en especial los referidos a la salud.
Por ¨²ltimo, tambi¨¦n es necesario afrontar los costes que se puedan derivar del shock econ¨®mico generado por la pandemia. En esta l¨ªnea, y para permitir a los pa¨ªses afrontar la urgente respuesta a la crisis sanitaria, debe considerarse la promoci¨®n de suspensiones o moratorias en los pagos de la deuda externa de los pa¨ªses m¨¢s pobres en situaciones de estr¨¦s de deuda, ampliable a casos adicionales con problemas severos, como Pakist¨¢n, L¨ªbano o Ecuador.
El confinamiento sin ayudas puede amplificar el hambre y la desesperaci¨®n
Es necesario, tambi¨¦n, que se mantengan los flujos de ayuda internacional en un momento en que los presupuestos p¨²blicos de los donantes se ver¨¢n presionados por las necesidades de reconstrucci¨®n de sus propias econom¨ªas. Para muchos pa¨ªses en desarrollo, la ayuda internacional constituye un complemento insustituible de los ingresos p¨²blicos, contra-c¨ªclico y de bajo coste.
Y, en fin, es importante que, m¨¢s all¨¢ de la ayuda, se produzca un incremento sustancial de la financiaci¨®n internacional orientada a los pa¨ªses en desarrollo, apelando a mecanismos de movilizaci¨®n de recursos como las garant¨ªas, e implicando a las instituciones financieras tanto multilaterales como bilaterales. En esta l¨ªnea deber¨ªa estudiarse, adem¨¢s, la posibilidad de una provisi¨®n extraordinaria de liquidez internacional, mediante una emisi¨®n especial de Derechos Especiales de Giro o la venta de las reservas de oro del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Momentos extraordinarios requieren respuestas igualmente extraordinarias. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres ha pedido esta misma semana una respuesta multilateral basada en la responsabilidad compartida y la solidaridad global para ayudar a quienes m¨¢s lo necesitan, en materia sanitaria y econ¨®mica. En la construcci¨®n de esa respuesta deber¨ªa estar implicada la Uni¨®n Europea, como primer donante a escala internacional. No se trata, al fin, m¨¢s que de proyectar a escala internacional aquello que se demanda para el espacio europeo.
El G-20 debe retomar el papel de liderazgo que asumi¨® en la crisis de 2008, coordinando la respuesta agregada, sin que las disputas entre EE UU y China oscurezcan su papel como instancia de coordinaci¨®n global. Por ¨²ltimo, el FMI debe preparar un amplio espectro de mecanismos financieros, y establecer medidas especiales de protecci¨®n para las econom¨ªas m¨¢s vulnerables. Su Asamblea de Primavera, conjunta con el Banco Mundial, de mediados de abril, se antoja como un primer momento cr¨ªtico para iniciar esa respuesta.
Jos¨¦ Antonio Alonso es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad Complutense y miembro del UN Committee for Development Policy. Y Jaime Atienza Azona es responsable de financiaci¨®n al desarrollo de Oxfam Interm¨®n.
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