Que no nos ciegue la esperanza
Todos los pa¨ªses subestiman el n¨²mero de infectados, pero en el caso de China la variaci¨®n podr¨ªa ser considerable
Miramos a China porque fueron los primeros en sufrir el virus y tambi¨¦n en controlarlo, y asumimos que sus datos son ciertos, pese a su largo historial maquillando cifras. Estos d¨ªas necesitamos consumir todo lo que sugiere que saldremos de este trance, pero no devoremos a ciegas todo lo que nos cae en el plato. Cada pa¨ªs le manda a la OMS sus cifras oficiales. Todos subestiman el n¨²mero de infectados, pero en el caso de China la variaci¨®n podr¨ªa ser considerable: sanitarios locales que no quieren dar sus nombres han reconocido que muchos casos no se est¨¢n contabilizando porque los pol¨ªticos necesitan enviar cada vez mejores cifras a Pek¨ªn. Tambi¨¦n hay dudas sobre el n¨²mero de muertes. La revista Caixin, que a veces logra zafarse de la l¨ªnea oficial, asegura que la semana pasada a uno de los ocho crematorios de Wuhan llegaron 2.500 urnas funerarias y estima en 35.000 el total de las distribuidas. ?Est¨¢ China ocultando datos? Lo ha hecho en cada cat¨¢strofe natural y sanitaria del ¨²ltimo siglo. Hay que sospechar por mera inducci¨®n. Tres ejemplos.
En 2008, un terremoto acab¨® con 70.000 vidas en Sichu¨¢n. Entre ellas, ni?os sepultados bajo sus escuelas, que hab¨ªan sido construidas con materiales de baja calidad. La cifra oficial de cr¨ªos fallecidos fue 5.000. El doble, seg¨²n periodistas independientes, abogados y padres, que denunciaron la corrupci¨®n de las autoridades. Decenas de ellos terminaron detenidos.
Cinco a?os antes, cuando se detect¨® el SARS en Cant¨®n, el tema fue clasificado como ¡°alto secreto¡±. Las autoridades tardaron tres meses en admitir la existencia de la enfermedad. Los m¨¦dicos que criticaron la opacidad del Partido tuvieron problemas con la polic¨ªa.
Y otro esc¨¢ndalo que marc¨® a generaciones enteras: los pueblos del sida. En los a?os noventa, campesinos de las provincias m¨¢s pobres contrajeron VIH al vender su sangre. Las autoridades locales hac¨ªan negocio revendiendo el plasma a laboratorios. Montaron tal campa?a de promoci¨®n que los aldeanos se dejaban extraer hasta perder el sentido. Las muestras se mezclaban sin control, las agujas no se desinfectaban. Las estimaciones oficiales sumaron hasta 300.000 contagiados, pero los activistas hablaban de un mill¨®n. Muchos denunciantes fueron represaliados.
Me vienen a la mente m¨¢s casos y todos siguen un patr¨®n parecido: funcionarios que pervierten las cifras; denunciantes detenidos o desaparecidos. En esta ocasi¨®n la guerra propagand¨ªstica entre China y Estados Unidos complica el an¨¢lisis porque hay quien piensa que poner la lupa sobre uno equivale a comprar la versi¨®n del otro. Un informe de la inteligencia estadounidense asegura que las cifras del pa¨ªs asi¨¢tico son falsas; China replica que Washington ha sido tan ineficaz a la hora de controlar el virus en su territorio que tiene que mandar a la CIA a fabricar informes. Tristemente, la grav¨ªsima dejaci¨®n de Trump es compatible con el secretismo en China.@anafuentesf
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