Paciente cero
La funci¨®n m¨¢s misteriosa y humana de la ficci¨®n literaria es permitir ver mucho m¨¢s all¨¢ de la urgencia sobrecogedora del momento
La biblioteca p¨²blica que de ordinario surte mis lecturas permanecer¨¢ cerrada durante la cuarentena.
Verme confinado a mi apartamentito me ha dejado ver que, tras casi siete a?os de exilio, la casona de la calle 80, sus atentos referencistas, sus mesones, su arom¨¢tico maderamen, sus murmullos y sus luces vespertinas son mi primordial querencia en esta ciudad.
Aunque con los libros que ten¨ªa haciendo cola y los de los autores que continuamente releo he podido apa?¨¢rmelas sin padecer sequ¨ªa alguna, mis rutinas ¨C las ¡°viejas piernas andariegas¡± de Heberto Padilla? echan mucho de menos la traves¨ªa semanal en el autob¨²s L82 hasta la sede norte de la biblioteca Luis ?ngel Arango donde retiro y devuelvo vol¨²menes desde que vivo en Bogot¨¢. Suspiro tambi¨¦n por la acostumbrada caminata que hago, llueva o haga bueno, hasta el caf¨¦ Lilly del Parque del Virrey, antes de emprender el regreso en el bus 544B.
Otras lecturas ha dispensado la blogosfera en esta cuarentena. Tres de las m¨¢s memorables para m¨ª han sido un ensayo predictivo del impacto planetario de la ca¨ªda de los precios del crudo, escrito por Daniel Yergin, el gran historiador de la civilizaci¨®n petrolera, publicado en Foreign Affairs; un muy trajinado y atendible alegato neokeynesiano del insumergible Nouriel Roubini y un ensayo notabil¨ªsimo del pensador colombiano Carlos Gran¨¦s sobre la crisis global del coronavirus y el retorno de y a la realidad pol¨ªtica.
Lo que aqu¨ª escribo, sin embargo, trata de serenar el turbi¨®n de ideas y figuraciones que trajo consigo leer en Letras Libres el perturbador relato del mexicano Juan Villoro cuyo t¨ªtulo usurpa esta columna.
Hablo de un estremecimiento profundo causado por un meteorito venido de m¨¢s all¨¢ de lo meramente cognitivo. Desde el primero de abril, cuando el meteorito golpe¨® el domo geod¨¦sico de mi distracci¨®n, esa desaz¨®n no me ha dejado en paz. ?De qu¨¦ va Paciente cero?
Un p¨¢rrafo de Villoro impondr¨¢ parcialmente ¨Cmuy parcialmente? de ello al lector. Evoca, mirando hacia atr¨¢s desde la d¨¦cada de los cincuenta de este siglo, sucesos que acaecer¨¢n ¨C no guardo la menor duda? en 2030:
¡°Durante d¨¦cadas, China compr¨® y proces¨® los desechos de Estados Unidos en su propio territorio. Las demandas sociales y las emergencias sanitarias hicieron que no pudieran seguir absorbiendo tal cantidad de desperdicios (puestos uno al lado de otro, hubieran cubierto la superficie de Australia). Se necesitaba un nuevo espacio para la basura, de preferencia cerca de Estados Unidos. El Pr¨®cer ofreci¨® los Estados de Michoac¨¢n, Guerrero, Jalisco, Nayarit y Colima para ese fin. Los chancistas dijeron que la costa del Pac¨ªfico se convert¨ªa en un basurero de alquiler. Pero el Pr¨®cer hab¨ªa hecho su jugada maestra: M¨¦xico necesitaba una estrategia urgente para combatir el crimen organizado. Los carteles de la droga que dominaban la zona fueron sometidos por fuerzas de ocupaci¨®n y un negocio muy superior a la droga: la basura del mundo¡±.
Lo anterior es ¡°contexto¡±, como dir¨ªa el gerente de contenidos de una plataforma difusora de teleseries en stream. La escritura, interesa decirlo, es puro Villoro, Villoro Mark IV, Villoro Electra Glide, solo que ahora ¨C as¨ª lo siente este lector de ficciones? sus palabras llegan, adem¨¢s, con el sosegado hechizo de los grandes relatos que han hecho de la literatura latinoamericana una viga maestra del canon global, ?dir¨¦ tambi¨¦n ¡°poscolonial¡±?
Las tramas de esta ficci¨®n futurista y solo aparentemente sinomexicana convergen con maestr¨ªa a ratos evocativa de El Jard¨ªn de senderos que se bifurcan. Otros momentos suyos traen el aire irredento, chejoviano, que sopla en Estas ruinas que ves, de Jorge Ibarg¨¹engoitia. Y ya basta de piropos; perm¨ªtanme ahora esbozar en lengua mocha parte de lo que, sorprendentemente y en lo m¨¢s ¨ªntimo, obr¨® en m¨ª esta lectura de Villoro.
Se trata, digamos, de un relato de anticipaci¨®n pol¨ªtica escrito por una ¡°inteligencia americana¡±; me sirvo aqu¨ª de la poderosa idea que leg¨® Alfonso Reyes: una inteligencia a la vez criolla y cosmopolita.
Cada una de sus secciones, sus ruedas dentadas y sus pernos extrapola insoslayables datos de la realidad planetaria actual y hablo del cataclismo pand¨¦mico que hoy nos interroga. Por eso el relato de Villoro no desvar¨ªa; todo en ¨¦l es sopesablemente veros¨ªmil, discurre a partir de hechos y cifras y eso es lo que lo hace tan arrollador y persuasivo. Tanto, que me atrevo a decir que no conjetura: tan solo muestra, mesmerizantemente, lo que al terminar de leer sabes que habr¨¢ de ser.
Consid¨¦rese este aforismo de V.S.Naipaul sobre los g¨¦neros: ¡°La no-ficci¨®n puede distorsionar; los hechos pueden ser realineados, pero la ficci¨®n nunca miente¡±. Esa es, en verdad, la funci¨®n m¨¢s misteriosa y humana de la ficci¨®n literaria: permitir ver mucho m¨¢s all¨¢ de la urgencia sobrecogedora del momento, m¨¢s all¨¢ de los valladares de la sabidur¨ªa convencional de polit¨®logos y think tanks.
Un M¨¦xico regido por un ¡°pr¨®cer¡± populista visionario, tir¨¢nico y manipulador, un M¨¦xico convertido hacia 2050 en un protectorado chino, en una vasta factor¨ªa procesadora de desechos ? tangibles e intangibles? de la globalizaci¨®n capitalista: ¡°un vivero del reciclaje¡±, lo llama el Pr¨®cer. Estremecedora prefiguraci¨®n criolla de lo que puede llegar a ser el mundo pospand¨¦mico y posamericano.
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