Los dulces no tienen la culpa de la hiperactividad: el subid¨®n de az¨²car no existe
Pero eso no significa que el nutriente no pueda influir en el comportamiento de los ni?os
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Los padres que afirman que los ni?os se vuelven insoportables tras devorar una bolsa de chucher¨ªas o un refresco azucarado, que el az¨²car inicia una vor¨¢gine de mal comportamiento y desenfreno que pone a prueba sus nervios, est¨¢n en lo cierto... en cuanto a lo de la paciencia. Pero no respecto al az¨²car. Su impresi¨®n subjetiva se basa en una antigua hip¨®tesis que hoy se considera un mito sin evidencia cient¨ªfica. Pero ?por qu¨¦ la idea ha pervivido hasta nuestros d¨ªas? ?Y si el az¨²car y la hiperactividad s¨ª est¨¢n relacionados de otra manera?
La vinculaci¨®n del consumo elevado de az¨²car con la mala conducta de los ni?os apareci¨® por primera vez hace ya un siglo, cuando el pediatra W.R. Shannon observ¨® que los menores privados de ella mostraban una actitud menos inquieta e irritable. El m¨¦dico hizo esta observaci¨®n en 1922, pero la hip¨®tesis de que el az¨²car hace que los ni?os tengan un comportamiento hiperactivo naci¨® medio siglo despu¨¦s, de la mano del alerg¨®logo Ben Feingold. El estadounidense la present¨® al mundo en su libro Why Your Child is Hyperactive (Por qu¨¦ su hijo es hiperactivo).
"Se relacionaba el consumo puntual y elevado de az¨²car, especialmente con el est¨®mago vac¨ªo y sobre todo en varones, con una alta liberaci¨®n de insulina y adrenalina que provocaba s¨ªntomas de nerviosismo y excitaci¨®n. La teor¨ªa se populariz¨® al coincidir con el auge de tratamientos farmacol¨®gicos, no exentos de efectos secundarios, para tratar el Trastorno por D¨¦ficit de Atenci¨®n e Hiperactividad (TDAH). La idea de mejorar la hiperactividad eliminando el az¨²car en la dieta de estos ni?os era muy atractiva para los padres, pero las evidencias eran muy d¨¦biles", explica el endocrino Alfonso L¨®pez Alba.
Aquellas ideas levantaron un debate entre cient¨ªficos partidarios y detractores, que se pretendi¨® resolver en 1994 con la publicaci¨®n de un riguroso estudio en la revista New England Journal of Medicine. El trabajo evalu¨® un grupo de ni?os en edad preescolar y ni?os sanos que, seg¨²n sus padres, eran "sensibles al az¨²car". "Tras realizar completos an¨¢lisis de conducta y de rendimiento intelectual, en los que los ni?os, los padres y los investigadores no conoc¨ªan quienes consum¨ªan az¨²car o edulcorantes, se concluy¨® que no hay evidencia de que el az¨²car por s¨ª sola pueda convertir a un ni?o con atenci¨®n normal en hiperactivo", recuerda L¨®pez alba, director de comunicaci¨®n de la Sociedad Espa?ola de Diabetes. Aquel estudio fue respaldado un a?o despu¨¦s por un metaan¨¢lisis que vio la luz en la revista de la Asociaci¨®n M¨¦dica Americana JAMA, que recogi¨® datos de todos los estudios publicados sobre el asunto hasta la fecha. Pero solo fue un punto y seguido.
Inquietud y agresividad, s¨ª, pero en las bajadas de az¨²car
Cada vez son m¨¢s los estudios que desmienten el mito de los efectos del az¨²car en el comportamiento de los ni?os, pero las l¨ªneas de investigaci¨®n siguen abiertas. "No se han hecho ensayos cl¨ªnicos, que son los que dan certezas. Habr¨ªa que tener un registro continuo de glucosa y ver hasta qu¨¦ cifra se llega en cada caso. No obstante, en ning¨²n caso la subida de az¨²car puede atribuirse a un comportamiento hiperactivo", recalca Clotilde V¨¢zquez, jefa del departamento de Endocrinolog¨ªa y Nutrici¨®n de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz.
Lo que V¨¢zquez s¨ª ha observado en pacientes sin trastornos neurol¨®gicos es que las grandes oscilaciones entre los picos y las bajadas de glucosa en sangre producen cambios en el comportamiento, que se manifiestan en una mayor inquietud e irritabilidad. "Los hidratos de carbono de absorci¨®n r¨¢pida con el est¨®mago vac¨ªo producen picos en la secreci¨®n de insulina que, como rebote, puede producir una bajada relativa, y esa oscilaci¨®n puede provocar un trastorno del comportamiento en forma de agresividad o desasosiego. Por eso se recomienda no abusar de los az¨²cares", explica la endocrina.
Pese a las evidencias cient¨ªficas, el mito del az¨²car y la hiperactividad persiste porque los ni?os ingieren una gran cantidad de refrescos y dulces en las fiestas y los cumplea?os. Esta situaci¨®n los excita e induce a caer en el error de atribuir una relaci¨®n causal a dos cosas solo porque suceden al mismo tiempo. "En esas situaciones, el ni?o est¨¢ insoportable no por haber comido muchas chuches, sino, probablemente, porque influye m¨¢s el contexto social, con ni?os gritando, con mucha excitaci¨®n, o por el juego", se?ala Juncal Sevilla, m¨¦dico adjunto de Psiquiatr¨ªa y psicolog¨ªa cl¨ªnica en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz.
En el caso de los ni?os con TDAH, Sevilla asegura que su hiperactividad "no est¨¢ producida ni porque los padres no sepan educar ni porque el hijo tenga una mala dieta, con exceso de grasa y az¨²car, sino que se debe a un condicionamiento gen¨¦tico y a factores en la vida de cada persona que hacen que el trastorno evolucione de forma diferente". Sin embargo, tanto entre los ni?os como los adultos con TDAH, es frecuente la predisposici¨®n a las adicciones para calmar la hiperactividad y la angustia a trav¨¦s del consumo de sustancias como el dulce.
"Son m¨¢s proclives porque su cerebro necesita un est¨ªmulo-respuesta muy r¨¢pido, y su circuito neuronal de recompensa genera la necesidad de abusar de cualquier sustancia o conducta para esa recompensa. Es muy frecuente que nuestros pacientes hiperactivos consuman m¨¢s az¨²car que la poblaci¨®n general. Si un ni?o es hiperactivo, no se le puede calmar d¨¢ndole az¨²car, porque puede excitarse m¨¢s, pero en el caso de un ni?o sano, darle una ingesta aumentada de az¨²car no le va a suponer que desarrolle una alteraci¨®n de conducta ni que se vuelva hiperactivo", recalca Sevilla.
Una hip¨®tesis err¨®nea, una vida m¨¢s sana
"El problema no es el az¨²car, sino c¨®mo los padres manejan el az¨²car con los ni?os. La falta de l¨ªmites educativos frente a ni?os demandantes puede explicar la relaci¨®n entre los dulces y la hiperactividad", se?ala el psicoterapeuta Xavier Sanmart¨ªn, colaborador de la Asociaci¨®n Valenciana de Familiares y Pacientes con Trastornos de la Conducta Alimentaria. Para Sanmart¨ªn, el mito tiene un efecto positivo sobre los padres: "Al apoyarse en la idea de que el az¨²car es el causante de la hiperactividad, los progenitores van a controlar m¨¢s la alimentaci¨®n del ni?o y van a manejar mejor los l¨ªmites en casa", apunta este psic¨®logo.
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