S¨ª, pero no vuelvan a hacerlo por favor
La devastaci¨®n econ¨®mica autoinducida, la pandemia de hambre entre los menos protegidos, el desempleo y la miseria, provocar¨¢n da?os inconmensurables en cientos de millones de personas
Lo que sigue pretende ser una petici¨®n oficiosa a las autoridades para que, en caso de que exista un rebrote del coronavirus el pr¨®ximo oto?o, como se afirma en notas period¨ªsticas y cient¨ªficas, no vuelvan a confinarnos. Para empezar porque, si en efecto, surge una segunda oleada esta habr¨¢ sido fruto, justamente, del confinamiento en la medida en que la poblaci¨®n no qued¨® inmunizada. La posibilidad del contagio simplemente qued¨® aplazada. Los especialistas afirman que la ¨²nica manera de erradicar en definitiva al par¨¢sito es mediante la inmunizaci¨®n de cerca de dos tercios de la poblaci¨®n. Alcanzado ese punto, el virus se extingue al no poder propagarse a otros cuerpos con la velocidad con la que perece cuando transcurren 14 d¨ªas y el portador se inocula (o se muere, tambi¨¦n hay que decirlo).
Imposible saber cu¨¢l es la poblaci¨®n real por la que ha pasado la covid-19, pero seguramente una proporci¨®n mucho m¨¢s baja que el nivel de saturaci¨®n que se requiere. Para el caso de Francia, los investigadores han calculado que esta primera ronda habr¨¢ afectado al 30% de la poblaci¨®n. El n¨²mero de contagios ha comenzado a descender entre los europeos, gracias a la estrategia del confinamiento, pero los contagios se mantendr¨¢n en peque?os n¨²meros hasta que el virus vuelva a encontrar condiciones favorables. Es decir, aglomeraciones de personas y una temperatura propicia. De all¨ª que se tema un oto?o fat¨ªdico.
Si estos escenarios son correctos, los l¨ªderes de cada pa¨ªs enfrentar¨¢n de nuevo una disyuntiva terrible, a menos que para entonces se tenga en la calle una vacuna confiable, algo que los especialistas consideran poco factible.
Quisiera pensar que no volver¨¢ a repetirse el infierno por el cual los habitantes del planeta pasaron esta primavera. Ya en esta ronda muchos se preguntan si el remedio no sali¨® m¨¢s caro que la enfermedad. Los n¨²mero que arroja la covid-19 son relativamente modestos con respecto al da?o que ha provocado su combate. La ONU estima que el impacto econ¨®mico generar¨¢ hambrunas en 125 millones de personas, adicionales a los que ya las padec¨ªan. Una verdadera cat¨¢strofe. En 2018 poco m¨¢s de 800 millones de persona sufrieron hambre cr¨®nica, pero se hab¨ªa reducido a 113 millones la fracci¨®n m¨¢s preocupante, la que experimenta d¨¦ficit alimentario agudo, aquella que provoca defunciones. Ahora esa cantidad se habr¨¢ doblado. Seg¨²n la FAO, cerca de seis millones de ni?os fallecen cada a?o por enfermedades asociadas al hambre y a la desnutrici¨®n. Esto significa que la covid-19 matar¨¢ de manera indirecta a millones de ni?os adicionales en los pr¨®ximos meses. Una cifra que hace palidecer el recuento de defunciones diarias que los Hugo L¨®pez-Gatell de cada pa¨ªs recitan a sus alarmadas audiencias.
Solo para poner las cosas en perspectiva: la diabetes mata a 1,6 millones de personas cada a?o, el c¨¢ncer en las v¨ªas respiratorias otros 1,7 millones y las enfermedades diarreicas, 1,4 millones, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (cifras de 2016). El a?o pasado murieron de gripe medio mill¨®n de personas.
Hasta este martes hab¨ªan fallecido por coronavirus poco menos de 180.000 personas en el mundo. Un dato que crecer¨¢ y que seguramente subestima muchos casos que murieron por esa causa sin haber sido diagnosticados. Pero incluso si asumimos que sea el doble, sigue siendo una fracci¨®n de la estad¨ªstica citada m¨¢s arriba y, no obstante, el mundo nunca se ha paralizado para detener la mortandad de los ni?os haitianos o africanos.
No se trata de juzgar a agua pasada a los mandatarios de cada uno de los pa¨ªses que tomaron esta decisi¨®n (pr¨¢cticamente todos). Tuvieron que hacerlo sin conocer en ese momento cabalmente los alcances de la pandemia que se ven¨ªa encima. Nadie quer¨ªa ser responsable de los cad¨¢veres de sus ciudadanos acumulados en las aceras de los hospitales por la saturaci¨®n de la infraestructura de salud.
Lo cierto es que la devastaci¨®n econ¨®mica autoinducida, la pandemia de hambre entre los menos protegidos, el desempleo y la miseria, provocar¨¢n da?os inconmensurables en cientos, sino miles, de millones de personas. Visto en retrospectiva, da?os colaterales que en cualquier escenario habr¨ªan sido inadmisibles. Y sin embargo, aqu¨ª estamos, metidos en la pesadilla.
Pero si no podemos hacer algo sobre el pasado, tendr¨ªamos que hacer algo frente al inmediato futuro. En la segunda oleada habr¨¢ que optar por asumir la curva vertical y no la loma prolongada a fuerza de confinamientos. Una fracci¨®n de los trillones de millones de d¨®lares que ha costado la paralizaci¨®n de la actividad productiva tendr¨ªa que dedicarse a fortalecer el sistema de salud, para estar en condiciones de hacer frente a la acumulaci¨®n de casos que una curva total de cuatro semanas puede generar y atenernos a las consecuencias. Alemania ha mostrado que la letalidad del bicho es mucho menor si el sistema de salud est¨¢ en condiciones de atender correctamente, en calidad y cantidad, a la totalidad de los afectados. Esa tendr¨ªa que ser la prioridad de los Gobiernos a medida que comience a verse el final del t¨²nel de esta primavera tr¨¢gica. Y la de los ciudadanos, hacer ver a las autoridades que en la pr¨®xima crisis no estamos dispuestos a parar al mundo, no al menos sin considerar todas las consecuencias.
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