Relatos de una ciudad vac¨ªa
La secci¨®n de 'Madrid' del diario da voz a la pandemia a trav¨¦s de sus ciudadanos
El estado de alarma por la Covid-19 ha dejado las ciudades aparentemente vac¨ªas. Una realidad enga?osa, pues durante estos m¨¢s de 40 d¨ªas de encierro, la vida ha continuado su curso, pero en la intimidad, as¨ª sea la del hogar o la de un hospital. Los periodistas de la secci¨®n de Madrid de EL PA?S est¨¢n habituados a irrumpir en esos espacios, si bien estos d¨ªas la experiencia se ha transformado: atraviesan calles y plazas desiertas para encontrarse con los protagonistas accidentales de una crisis sanitaria.
¡°Contar la pandemia desde la secci¨®n de local ha sido una oportunidad bell¨ªsima para hacer periodismo para los reporteros que han estado en la calle. Han visto algo que, ojal¨¢, no volvamos a ver: la metamorfosis de una ciudad¡±, explica la jefa de secci¨®n de Madrid, Luc¨ªa Gonz¨¢lez. Junto a Luis G¨®mez, redactor jefe, dirige a este equipo ya habituado a trabajar a distancia, pues la mayor¨ªa de sus redactores pasan el d¨ªa en la calle. Esto les ha proporcionado una ventaja sobre otras secciones, pues ya ten¨ªan establecidas las din¨¢micas del teletrabajo. No obstante, la jefa de secci¨®n reconoce la sorpresa ante la fluidez y rapidez con la que todo el peri¨®dico se ha adaptado a la nueva situaci¨®n: ¡°Es una lecci¨®n que nos ha tocado experimentar por las bravas, pero que nos servir¨¢ para la vuelta a la normalidad¡±.
Durante los primeros d¨ªas, la ciudad no cesaba de arrojar informaci¨®n. Escoger por qu¨¦ apostar era lo dif¨ªcil en medio del caos. ?Qu¨¦ deb¨ªa y quer¨ªa conocer el lector? Los reporteros han visitado todo tipo de escenarios, haciendo el seguimiento de las diferentes aristas de la crisis: situaci¨®n sanitaria, de recursos, educativa, de vulnerabilidad social¡ Manuel Viejo es uno de los periodistas que sale a diario. Asegura que a nivel organizativo ¡°las piezas han encajado perfectamente¡±, aunque ya no recuerda como era el trabajo antes de la pandemia: ¡°Los temas son distintos. Mi compa?ero Juan Diego Quesada lo define muy bien: ¡®Cuando todos estamos en casa, nosotros contamos lo que hay fuera¡¯. Las historias son delicadas, pero hay mucha empat¨ªa y generosidad¡±.
Esa generosidad que menciona es la de los ciudadanos, quienes comparten sus vidas con todos los lectores de EL PA?S. En la secci¨®n han publicado temas dram¨¢ticos, como la apertura del hospital de campa?a de Ifema, pero tambi¨¦n esperanzadores. ¡°El domingo mis compa?eros Berta Ferrero y Luis De Vega publicaron un reportaje de un parto. ?De un parto! Unos padres les dejaron que contaran y fotografiaran ese momento tan ¨ªntimo. La pandemia tambi¨¦n es esto¡±, enfatiza Viejo.
Sin embargo, ha habido preguntas que no pod¨ªan ser resueltas por la falta de acceso a algunos espacios en los primeros momentos de la crisis, especialmente una: ?qu¨¦ sucede en los hospitales? El reportero gr¨¢fico Carlos Rosillo confiesa que estuvieron intentando entrar en un gran hospital de Madrid durante semanas. ¡°Al principio fue imposible, estaban cerrados a cal y canto, y solo nos llegaban fotos de m¨®viles de dentro, de personal sanitario y de pacientes¡±, relata. Finalmente, el Gregorio Mara?¨®n permiti¨® el acceso. Junto a la redactora Isabel Vald¨¦s, pas¨® 48 horas en el centro m¨¦dico, siempre acompa?ados por personal del mismo y con las protecciones de seguridad obligatorias.
Lo m¨¢s sobrecogedor, relata Rosillo, son las UCIS, donde los pacientes, entubados y con los ojos tapados, son atendidos por el equipo m¨¦dico. Muchas de estas ¨¢reas no estaban originalmente destinadas a esta funci¨®n, sino que, como en este caso, tuvieron que ser reconvertidas ante el aumento de enfermos. ¡°La UCI en la que estuvimos era una unidad de coronarios¡±, explica el fot¨®grafo. Y a?ade:? "Impresiona tambi¨¦n ver los pasillos vac¨ªos, sin casi gente ni m¨¦dicos pasando; de vez en cuando pasa un equipo m¨¦dico con alguien en una cama, todos tapad¨ªsimos".?
Este art¨ªculo fue uno de los m¨¢s le¨ªdos en la web. Esa respuesta de los lectores es una de las gratificaciones que la jefa de secci¨®n de Madrid encuentra en el oficio en medio de la pandemia. La otra, la cantidad de personas que escriben al peri¨®dico con peticiones y pistas para investigar, por ejemplo, el drama de las residencias de ancianos. ¡°Ah¨ª nos est¨¢n ayudando much¨ªsimo las secretarias de redacci¨®n: reciben mensajes que canalizan y que nos han servido para llevar a cabo varios reportajes¡±, reconoce Gonz¨¢lez.
Tambi¨¦n escriben lectores que lo que quieren es ayudar. La semana pasada Viejo y el fot¨®grafo ?lvaro Garc¨ªa se desplazaron a Vallecas, al sur de la capital, para relatar la creciente actividad de los comedores sociales y los centros de ayuda parroquiales. En la cola para recoger comida hab¨ªa una chica de 18 a?os que comparti¨® las dificultades econ¨®micas en las que se encuentra su familia. Un lector residente en Alemania se puso en contacto con EL PA?S para localizar a la joven y poder as¨ª ayudarles a pagar el alquiler durante los pr¨®ximos tres meses.
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