Una encuesta revela los fallos de las casas espa?olas descubiertos en la cuarentena: ¡°Oigo al vecino hasta cuando va al ba?o¡±
La arquitecta reconvertida en dise?adora de tricot Luc¨ªa Ru¨ªz de Aguirre ha creado un formulario que ya han respodido m¨¢s de 1.300 personas y que servir¨¢ para conocer las verdaderas necesidades de las casas en Espa?a. T¨² tambi¨¦n puedes rellenarlo
?De qu¨¦ color son tus paredes?, ?es grande tu cocina?, ?tienes los dormitorios que necesitas? El domingo pasado despu¨¦s de comer, la arquitecta Luc¨ªa Ru¨ªz de Aguirre se sent¨® a redactar un cuestionario sencillo sobre la vivienda y, ya de noche, lo colg¨® en una story en su Instagram, que tiene m¨¢s de 25.000 seguidores atentos a su marca de tricot. Cuando se despert¨® por la ma?ana, m¨¢s de 600 personas hab¨ªan completado las respuestas, algunos con explicaciones muy detalladas sobre qu¨¦ les parecen sus muebles, qu¨¦ buscar¨¢n en la pr¨®xima casa a la que se muden y por qu¨¦ detestan el lugar en el que est¨¢ colocada la lavadora. La primera conclusi¨®n: a la gente le gusta hablar de lo suyo, y ahora mismo, ¡°lo suyo¡± est¨¢ m¨¢s que nunca circunscrito a las cuatro paredes de su casa.
Ru¨ªz de Aguirre trabaj¨® como arquitecta hasta que la crisis del 2008 la ¡°expuls¨®¡± de la profesi¨®n. ¡°Me reconvert¨ª en dise?adora de tricot, fund¨¦ una marca, y me va muy bien. No tengo ning¨²n inter¨¦s en volver a la arquitectura, pero me sigue interesando mucho reflexionar sobre c¨®mo vivimos¡±, explica. Al principio del confinamiento, le coment¨® a Silvia Blanco Ag¨¹eira, editora de la revista de divulgaci¨®n arquitect¨®nica Veredes, que estaba pensando mucho sobre este tema y manteniendo conversaciones con personas que estaban en pleno ejercicio de pacto con sus propias casas, negociando con ellas para salir de la cuarentena tan indemnes como fuera posible.
?sta le coment¨® que deber¨ªa escribir un art¨ªculo acad¨¦mico sobre el tema y la dise?adora decidi¨® preguntar a su alrededor para ampliar el campo de trabajo. De ah¨ª sali¨® la idea del cuestionario, que cualquiera puede responder aqu¨ª. ¡°Creo que si lo he podido hacer es precisamente porque ya no me muevo solo entre arquitectos ¨Caunque su pareja y muchos amigos lo son¨C, me muevo entre personas. Ya no sufro la endogamia de la profesi¨®n y por eso tengo libertades que si estuviera trabajando en el sector no tendr¨ªa. Por ejemplo, en el cuestionario pregunto si tus ventanas se abren de par en par. Un arquitecto nunca hablar¨ªa as¨ª. Dir¨ªa una ventana abatible vertical¡±.
?Queremos terraza o la idea de una terraza?
Se ha hablado de c¨®mo el confinamiento ha sacado a la luz las verg¨¹enzas de las viviendas espa?olas, revelando falta de luz, ventilaci¨®n deficiente y la ausencia de espacios exteriores. ¡°En los primeros d¨ªas, una amiga me coment¨® que no pod¨ªa salir a aplaudir a las ocho, por la gracia del arquitecto, que puso ventanas que abren hacia fuera, con eje vertical [es decir como una puerta, por lo que f¨¢cilmente hacen tope con elementos externos o provocar accidentes al chocar]. Creo que es un buen momento para que desde la profesi¨®n reflexionemos c¨®mo hemos estado haciendo las viviendas, que a menudo son la hermana fea de la arquitectura, porque todo el mundo prefiere hacer museos, hospitales y c¨¢rceles. A veces solo tenemos en cuenta lo que nosotros consideramos ¨®ptimo para los dem¨¢s¡±, apunta Ruiz de Aguirre.
En los primeros tres d¨ªas, m¨¢s de 1.300 personas han contestado el cuestionario (de esas, un 79,6% son mujeres) y la impulsora de la iniciativa cree que vale la pena llevar el proyecto m¨¢s all¨¢ de un art¨ªculo acad¨¦mico. Se han puesto en contacto con ella varios profesionales ¨Carquitectos, pero tambi¨¦n soci¨®logos y psic¨®logos¨C y la idea es crear un grupo de trabajo para seguir pensando en torno al tema.
La idea es repetir el mismo cuestionario dentro de un a?o para comprobar si, superado el confinamiento, cambia la relaci¨®n que tenemos con nuestras casas. Si esas terrazas amplias, por ejemplo, por las que todo el mundo suspira, siguen siendo el principal anhelo o si, reconquistada la calle, ya no existe tanta envidia hacia los que pueden meter una mesa y dos sillas en su balc¨®n. ¡°Sospecho que idealizamos las terrazas. La gente no quiere una terraza sino la idea de una terraza. Las imaginamos como el para¨ªso terrenal pero muchas de las que veo en mi barrio, en A Coru?a, est¨¢n totalmente abandonadas¡±.
Hay quienes pueden comer en la cocina
Las primeras respuestas a su cuestionario tienen un valor estad¨ªstico relativo, puesto que no abarcan una muestra representativa de toda la poblaci¨®n, pero ya arrojan algunas l¨ªneas interesantes de an¨¢lisis. M¨¢s de un 30% de los que han contestado vive en una casa de m¨¢s de 100 metros cuadrados, lo que sorprendi¨® a Ruiz de Aguirre. ¡°?La gente tiene casas enormes, o por lo menos los de 40 a?os!¡± Hay que tener en cuenta que el 24% de las respuestas corresponde a personas de entre 40 y 45 a?os, y el 18 % se sit¨²a entre los 35 y los 40. Un 43% de los que respondieron tiene incluso espacio para comer en la cocina, lo que evoca cocinas-office y casas como de anuncio de limpiasuelos o de telecomedia de los noventa. De entre los que est¨¢n teletrabajando (el 67%), el 70% est¨¢ a gusto haci¨¦ndolo en casa.
¡°Estoy acostumbrada a trabajar en un laboratorio todo el d¨ªa, con tiempos ajustados a protocolo y estricta planificaci¨®n del d¨ªa. Pensaba que ser¨ªa complicado adaptarme porque no estoy acostumbrada a estar en casa. Sin embargo, he aprovechado mucho la forma de trabajo. La luz del sal¨®n por la ma?ana, el silencio de la calle al que no estamos acostumbrados y el t¨¦ de por la ma?ana me da la vida¡±, contesta una participante. Su testimonio contrasta con todos los que denuncian dificultades de concentraci¨®n, especialmente si hay que conciliar a lo bestia, gestionando cuidados y trabajo en el mismo instante y en la misma habitaci¨®n.
Echamos de menos los pasillos (y los armarios empotrados)
En las respuestas razonadas tambi¨¦n se adivinan ya algunas tendencias. ¡°Los arquitectos demonizan los pasillos y durante a?os el mantra ha sido: cero pasillos. Pero ahora mucha gente los echa de menos. Como espacio de desahogo y en el que colocar, por ejemplo, la cl¨¢sica librer¨ªa que antes todo el mundo ten¨ªa all¨ª, cosas que no son de uso diario¡±, explica Ruiz de Aguirre. En general, se cita mucho la falta de muebles de almacenaje. ¡°Cuando me mud¨¦, se llevaba el estilo minimalista y me gast¨¦ un dineral en muebles de ese estilo y ahora no tengo sitio para guardar nada¡±, se lamenta un participante. Respecto a los muebles, son muchos los que responden: me gustar¨ªa que tuvieran m¨¢s personalidad porque todo lo tengo de Ikea, pero es lo que me puedo permitir.
Cuando te pasaste de original
La principal queja estructural es lo poco pr¨¢ctica que resulta la cocina. ¡°Est¨¢ bien de tama?o pero la distribuci¨®n es mal¨ªsima. Tiene una barra en el medio y para llegar a la puerta al otro lado de la barra (donde est¨¢n los muebles, encimera, fregadero, electrodom¨¦sticos) hay que hacer una S. La mesa est¨¢ en la otra parte de la barra, justo al entrar, pero hay que moverla para abrir la despensa. Un desprop¨®sito¡±, se queja, por ejemplo, uno de los participantes. Seg¨²n la promotora del estudio, esto se debe a un problema estructural y muy propio del sector en Espa?a. ¡°Cuando dise?as vivienda colectiva de iniciativa privada, el arquitecto no siempre dise?a las cocinas. El promotor contrata a una empresa que la monta y es esa empresa la que decide d¨®nde va todo. O muchas veces se venden sin cocina y el que acaba decidiendo es el gestor de Ikea¡±.
M¨¢s de la mitad contesta que tiene las paredes pintadas de blanco, solo un 5%, de colores vibrantes y menos de un 2%, de tonos oscuros, pero los que las pintaron de esos tonos ya no pueden con ellas, a decir de sus respuestas.
Mucho ruido y poca luz
¡°Este es un pa¨ªs de hacer vida en la calle y, al encerrarnos, se han evidenciado muchos problemas que antes pasaban m¨¢s desapercibidos¡±, cree Ruiz de Aguirre. Y ah¨ª surgen dos cuestiones fundamentales: el ruido (mucho) y la luz (poca). Un participante se queja de hasta qu¨¦ punto se filtra en su piso la vida de sus vecinos: ¡°Se escucha hasta cuando la gente est¨¢ haciendo pis. Se escuchan voces, gritos, m¨²sica, tele y te imaginar¨¢s qu¨¦ m¨¢s. Son pisos que tienen unos 10 a?os de construcci¨®n¡±.
A pesar de los muchos problemas, las personas a las que les gustar¨ªa buscar una nueva vivienda cuando acabe el confinamiento no llega a la mitad (un 30%). En la respuesta, l¨®gicamente, hay que tener en cuenta que la situaci¨®n econ¨®mica de muchas familias no va a estar como para abordar cambios de vivienda. Para Ruiz de Aguirre, sin embargo, hay motivos que van m¨¢s all¨¢ de lo econ¨®mico que explican que el matrimonio con la vivienda se mantenga m¨¢s all¨¢ de lo razonable, incluso cuando su uso ha caducado, cuando las necesidades vitales han cambiado. "Tendemos a acomodarnos. Pensamos: si se ha ido el ni?o, pues meto la plancha en ese cuarto. Las obras son caras y hay p¨¢nico a la mudanza. Impera el virgencita, que me quede como estoy¡±.
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