As¨ª se reinventa la nueva generaci¨®n de saharauis atrapada en el desierto
Los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia, son enormes prisiones al aire libre que concentran gran cantidad de energ¨ªa humana contenida y malgastada. Los j¨®venes encaran como pueden los retos del d¨ªa a d¨ªa y la incertidumbre

Smara bulle de actividad. Son las ocho de la ma?ana y aprovechando que el sol todav¨ªa no aprieta, la vida se ha puesto en marcha. Smara es una de las unidades administrativas que forman los campamentos de refugiados saharauis en el desierto de Tinduf (Argelia). Aqu¨ª, m¨¢s que en otros lugares del mundo, los j¨®venes se enfrentan a los dilemas de un presente y futuro inciertos mientras tratan de asentar su identidad en estos asentamientos de refugiados que, pese a su aparente inmovilidad, est¨¢n en un proceso de cambio. Despu¨¦s de m¨¢s de 40 a?os de exilio forzado, la poblaci¨®n joven ha comenzado a esbozar sus propias referencias y su particular manera de abordar el conflicto con Marruecos. Larabas Said, por ejemplo, encarna el brote de una singular visi¨®n. Recostado en el cap¨® de un desvencijado Mercedes, desgrana los trazos?de una guerra latente. Para ¨¦l, afirma, "el conflicto con Marruecos debe volver a los cauces del enfrentamiento armado".
Tras el armisticio de 1991, que suspend¨ªa la guerra iniciada en 1976 (tras la salida de Espa?a de los territorios del S¨¢hara y la posterior ocupaci¨®n c¨ªvico-militar marroqu¨ª), el pueblo saharaui representado por el Frente Polisario trat¨® de ganar el derecho al retorno mediante la v¨ªa diplom¨¢tica. Bajo el auspicio de la ONU se debi¨® celebrar un refer¨¦ndum vinculante sobre el futuro de los territorios ocupados, pero casi tres d¨¦cadas despu¨¦s, tal iniciativa y la situaci¨®n siguen estancadas debido al bloqueo que Marruecos impone?arguyendo no estar de acuerdo con el censo de votantes y el objeto del refer¨¦ndum.
En efecto, Larabas es hijo del conflicto y ve con buenos ojos una movilizaci¨®n general si no se logra desbloquear la situaci¨®n de su pueblo. En realidad, su posici¨®n es un ejercicio de pragmatismo porque, en su opini¨®n, la v¨ªa pac¨ªfica asociada a la diplomacia no ha tra¨ªdo ninguna soluci¨®n. Por el momento prefiere emplearse en los tambores de coches y camiones que en los tambores de guerra. A sus 25 a?os, ya ha recorrido las carreteras de media Europa. Trabaj¨® como transportista durante el tiempo que vivi¨® en Bilbao, hasta que decidi¨® volver a los campamentos, para estar cerca de los suyos. Ahora ha cambiado el asfalto por la arena y trabaja como mec¨¢nico arreglando coches que conduce hasta Mauritania para venderlos, despu¨¦s de sortear mil y una trabas a trav¨¦s del desierto.
Generaci¨®n bisagra
Los campamentos saharauis se componen de wilayas, que llevan el nombre de las provincias del S¨¢hara Occidental, y se asientan en un territorio cedido por Argelia, en el sur del pa¨ªs. Esta zona del desierto, llamada hamada, es una superficie rocosa e inh¨®spita que se conoce como el desierto en el desierto, por sus condiciones extremas. As¨ª pues, Smara es una wilaya que guarda la memoria de una provincia y de una tierra que les ha sido despojada.
La p¨¦rdida es un sentimiento recurrente entre los j¨®venes y ello hace que alberguen el temor a perder tambi¨¦n la tierra que habitan actualmente, que aunque ajena, han hecho suya. En esta tierra han forjado su identidad y han tendido sus lazos de amistad. Precisamente los c¨ªrculos de amigos son uno de los pocos espacios en los que los j¨®venes pueden tener una socializaci¨®n efectiva fuera de la familia, ya que una vez se acaba la etapa educativa y debido a la falta de horizontes laborales, las posibilidades de esferas no intervenidas por la familia se reducen.
Por eso, Aziza, Malu, Embatu, Umlajut, Atu y Sbaita afirman que les gustar¨ªa volver a su tierra, pero les da miedo la separaci¨®n. Estas seis amigas, todas ellas con edades comprendidas entre los 18 y los 20 a?os, estudian en la Escuela Afad, una academia de formaci¨®n profesional para mujeres. Despu¨¦s de las clases se re¨²nen a comer en un c¨¦ntrico restaurante e intercambian impresiones. En estos momentos entre amigas desarrollan un alto grado de libertad y pueden sentirse ellas mismas. El papel de la amistad entre las j¨®venes saharauis tiene adem¨¢s el valor de generar espacios seguros y amables donde compartir y explayarse.
Las chicas cuentan que ahora las j¨®venes quieren estudiar y formarse, hacer otras cosas que las determinadas por la tradici¨®n
No en vano, la presencia social y medi¨¢tica de la lucha feminista en el mundo tambi¨¦n contagia las reivindicaciones cotidianas de las mujeres saharauis. Ahora las j¨®venes quieren estudiar, formarse, hacer otras cosas que las determinadas por los roles tradicionales. Hist¨®ricamente las saharauis han tenido un mayor peso en comparaci¨®n con la posici¨®n de la poblaci¨®n femenina en otras sociedades ¨¢rabes, e impulsadas por esta condici¨®n, las mujeres reclaman y se hacen un lugar propio.
Sin embargo, admiten tambi¨¦n que hay otras chicas que s¨ª que se ci?en a patrones m¨¢s tradicionales; las hay que eligen casarse tempranamente. "Lo entendemos, porque sin otra clase de alternativas, contraer matrimonio da la oportunidad de tener m¨¢s independencia y de comenzar una vida adulta", explica Embatu.
Salka Hamdi, por ejemplo, explica que se cas¨® en cuanto cumpli¨® la mayor¨ªa de edad, despu¨¦s de dos a?os de noviazgo. Su marido es 15 a?os mayor que ella y trabaja en Espa?a todo el a?o, excepto algunas semanas que viene de visita a los campamentos. Ella es la menor de las hermanas y por eso tuvo que quedarse a vivir con su madre. Esta circunstancia le impidi¨® ir a estudiar a alguna instituci¨®n argelina de ense?anza superior, aunque ella quer¨ªa. "Entonces, sin trabajar ni estudiar, hay que casarse", lanza con media sonrisa.
La distancia que padece su relaci¨®n da pie a hablar sobre una de las grandes transformaciones en los campamentos: la llegada de la tecnolog¨ªa y, en concreto, la de los tel¨¦fonos inteligentes. Los j¨®venes no se desprenden de sus m¨®viles y en el caso de Salka es una herramienta fundamental para hablar con su marido. Se?ala el m¨®vil y el coraz¨®n: "Mi marido est¨¢ aqu¨ª y aqu¨ª".
Salto digital

Antes de la era de la hiperconexi¨®n, el ¨²nico modo en el que los adolescentes saharauis pudieron abrirse al mundo y experimentar de primera mano lo que era vivir en otro pa¨ªs fue con el programa Vacaciones en Paz, que actualmente sigue funcionando (aunque no este 2020 por la pandemia de coronavirus). Mediante esta iniciativa, miles de ni?os y ni?as viajan cada a?o a Espa?a para convivir durante algunos meses con familias de acogida. Wita Alin est¨¢ a punto de cumplir la mayor¨ªa de edad y durante a?os estuvo yendo a Asturias, donde teji¨® un v¨ªnculo perenne que dura hasta hoy. Ella est¨¢ muy agradecida de haber podido aterrizar en otro lugar y otra cultura. Hoy, utiliza el m¨®vil, entre otras cosas, para poder comunicarse con su segunda familia. Cuenta que su sue?o es ser fot¨®grafa, aunque por ahora se conforma con exprimir a trav¨¦s de su mirada la realidad que le rodea. Desde su prisma, el entorno ¨¢rido cobra vida y color.
Al igual que Wita, muchos j¨®venes inventan alternativas que dignifiquen su presente y el de los que les rodean. Ese es el caso de Lhaj Lelubib, de 26 a?os, que abri¨® el primer puesto ambulante de kebab en Smara, donde tambi¨¦n trabaja su primo, Sidi Moh Mulay. Sin reparar en la extra?a conjunci¨®n de un kebab en un campamento de refugiados, Lhaj cultiv¨® su sue?o basado en lo obvio, que a la gente le gusta salir a comer fuera: "Los j¨®venes solo buscan c¨®mo vivir, c¨®mo tirar hacia delante". Y ¨¦l quiere contribuir mejorando la vida de sus compatriotas. Con su inquebrantable ¨ªmpetu ve con optimismo el futuro, quiere seguir innovando y, m¨¢s adelante, su idea es instalar placas solares. Respecto a la vuelta a su tierra, Lhaj lo tiene claro: quiere volver, pero al volante de su restaurante con ruedas. "?Y por el camino vendo bocadillos!".
Hindu Mani, de 28 a?os, tambi¨¦n vislumbr¨® que el buen comer tiene cabida en cualquier lado. En su caso abri¨® una pizzer¨ªa en Auserd, despu¨¦s de recibir un curso de cocina. A los duros inicios le sigue ahora una dulce etapa, con la inauguraci¨®n de una pasteler¨ªa en la lejana wilaya de Dakhla. "Al principio mucha gente me dijo que desistiera, que una mujer trabajando no llegar¨ªa lejos", recuerda. Pero una vez despeg¨®, ven¨ªan a pedirle empleo. Hindu?se ha convertido en?un ejemplo para otras j¨®venes, que vienen a presentarle sus propios proyectos.
Resistir y vencer
Una de las alternativas a la que m¨¢s j¨®venes se aferran es el deporte. Musa Salama es director del ¨¢rea de Juventud y Deporte de Smara,?y cree firmemente en que el ejercicio no es solamente algo l¨²dico. "No es para jugar, es para cambiar", recalca. La falta de actividades o alicientes hace que los j¨®venes tengan mucho tiempo libre y para Salama, una excesiva ociosidad es perniciosa. Por eso trata de llenar el tiempo libre con deporte. Espera as¨ª conectar con los j¨®venes y auscultar sus inquietudes y preocupaciones.
Los campamentos de refugiados son enormes prisiones al aire libre y de energ¨ªa humana contenida
Adem¨¢s, el deporte puede desempe?ar un papel medi¨¢tico, en cuanto la participaci¨®n de saharauis en grandes eventos internacionales puede tener un fuerte eco, como ocurre por ejemplo con el S¨¢hara Marathon.
El deporte es un arte en el que se despliegan diversas destrezas, como la capacidad de superaci¨®n, la disciplina, la entrega o el ingenio de practicar estrategias para sortear y enfrentar al adversario. Todas estas habilidades tambi¨¦n son caracter¨ªsticas del pueblo saharaui, que lleva a?os aplic¨¢ndolo en la lucha por su pervivencia, tanto en el terreno militar como en el pol¨ªtico o el diplom¨¢tico. As¨ª, batirse en un campo de f¨²tbol o en un cuadril¨¢tero no es sino la extensi¨®n de otra confrontaci¨®n mayor, adem¨¢s de su utilidad obvia para mantener alta la moral o aliviar la asfixiante constataci¨®n de estar encerrados en el desierto con un horizonte, asimismo, cerrado.
Los campamentos de refugiados son enormes prisiones al aire libre y de energ¨ªa humana contenida y malgastada. Sin embargo, en este aciago escenario, la juventud saharaui tiene la ¨²ltima palabra. La cuesti¨®n primordial es afrontar el reto de repensarse y reconstruirse integrando los cambios acontecidos todos estos a?os, pero sin dar la espalda al mismo tiempo al tes¨®n impert¨¦rrito de todas las generaciones antecesoras. El desaf¨ªo es grande, pero las ganas de superar este bloqueo son mayores.
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