De profesi¨®n: desminadora en el S¨¢hara
Iauguiha Mohamed arriesga su vida cada d¨ªa como jefa de un equipo que limpia de artefactos explosivos la zona del muro levantado por Marruecos en los territorios saharauis liberados. Hay millones
Podr¨ªa haber sido, perfectamente, la protagonista de En tierra hostil, un filme dirigido por Kathryn Bigelow que refleja el trabajo de los artificieros estadounidenses desde el comienzo de la Guerra del Golfo en 2003. Iauguiha Mohamed se ajusta la melfa (traje t¨ªpico saharaui), se pone sobre el cuerpo la armadura, que le cubre desde los hombros hasta poco m¨¢s arriba de las rodillas, y se coloca en la cabeza el casco protector. Ahora, Iauguiha ya est¨¢ preparada para empezar a trabajar como jefa de un equipo de desminadores en la zona del S¨¢hara Occidental. Su oficina es el desierto, en los territorios liberados durante la guerra entre el Frente Polisario y Marruecos tras la fallida descolonizaci¨®n espa?ola en 1976. Se trata de una de las zonas m¨¢s minadas del mundo, seg¨²n la ONG brit¨¢nica Action On Armed Violence (AOAV).
El muro que separa los territorios ocupados por el reino alauita y los liberados, levantado entre 1980 y 1987, es la barrera militar operativa m¨¢s larga del planeta, con 2.720 kil¨®metros, y el segundo con m¨¢s longitud del mundo, solo por detr¨¢s de la Muralla China. La campa?a internacional Together to remove the Wall (Juntos para retirar el muro, en castellano) estima que, a lo largo de ¨¦l, hay m¨¢s de siete millones de minas, adem¨¢s de grandes cantidades de restos explosivos de guerra, cohetes y bombas de racimo, por lo que se estima que la cifra de artefactos podr¨ªa alcanzar los 10 millones.
El grupo de desactivadores de Iauguiha, "una mezcla entre militares y civiles", lo define ella, realiza sus operaciones en el ¨¢rea de Tifariti y Bir Lahlou, a seis kil¨®metros de esta fortificaci¨®n, para evitar, seg¨²n ella, "enfrentamientos directos con los m¨¢s de cien mil soldados marroqu¨ªes que lo custodian y que tienen puestos de vigilancia, blindados y artiller¨ªa cada cinco kil¨®metros en este muro de la verg¨¹enza".
En la tierra recuperada trabajan, adem¨¢s, otras cinco brigadas. En total, 75 personas de las que un tercio son mujeres. "Adem¨¢s, la Misi¨®n de las Naciones Unidas para que el refer¨¦ndum del S¨¢hara Occidental (Minurso) ha ofrecido cursos de capacitaci¨®n y de informaci¨®n sobre seguridad a cerca de 1.200 trabajadores de la ONU sobre los peligros de las minas antipersona y los restos explosivos de guerra". A las ¨®rdenes de esta saharaui de 29 a?os la proporci¨®n femenina es superior, casi la mitad: seis hombres y cinco mujeres. "Sobre el terreno, todos somos iguales. A m¨ª, como jefa, siempre me han respetado", sentencia.
La seguridad es lo primero
En uno de los oficios m¨¢s peligrosos del mundo, las precauciones siempre son pocas. "Hay que estar concentrada al 100%. Claro que sientes miedo a morir cada d¨ªa, pero supongo que, como en todo trabajo, la rutina hace que lo normalices. La diferencia es que aqu¨ª siempre tienes que estar alerta porque un descuido te cuesta la vida. Por suerte, desde que yo trabajo, no hemos tenido que lamentar la muerte de ning¨²n compa?ero. Hay una regla de oro: nunca tocar nada que parezca sospechoso", advierte Iauguiha Mohamed.
Las personas m¨¢s vulnerables son las menores, ya que las minas resultan muy atractivas para los ni?os, que las confunden con juguetes por su tama?o, dise?o y, a veces, por su colorido
Su jornada comienza estableciendo un punto seguro previo al campo de explosivos en el que se visten y, despu¨¦s, se definen las funciones de cada uno de los integrantes de la brigada de desactivaci¨®n. De ah¨ª a la zona contaminada establecen un per¨ªmetro de seguridad de, al menos, 100 metros. Una vez preparados, se dirigen al campo de minas y empiezan a trabajar.
"En terrenos duros, los explosivos no suelen quedar completamente enterrados. Entonces, nos colocamos en fila y vamos avanzando y rastreando la zona de forma visual. Cuando alguna persona detecta algo que no ve normal, da el alto y yo me acerco al lugar y lo marco", explica. ¡°En superficies m¨¢s blandas, con arena y dunas, s¨ª suelen quedar enterradas las minas, as¨ª que vamos con detectores individuales. Cuando se encuentra algo, se delimita tambi¨¦n la zona, coges aire y excavas alrededor de la mina para extraerla¡±, comenta, representado el gesto de respirar profunda y tranquilamente varias veces. En ocasiones, tambi¨¦n utilizan por parejas aparatos que detectan las minas a dos metros.
Al final del d¨ªa, se re¨²nen todos los explosivos y ella se encarga de detonarlos mediante un cable el¨¦ctrico. ¡°Los artefactos se mueven por las lluvias y las tormentas de arena, lo que dificulta mucho su localizaci¨®n. Un d¨ªa pueden estar aqu¨ª y, al siguiente, a cientos de metros¡±.
Los m¨¢s vulnerables, los ni?os
La Oficina Saharaui de Acci¨®n Contra las Minas (SMACO, en sus siglas en ingl¨¦s) calcula que m¨¢s de 2.500 personas han muerto o han sido mutiladas por minas desde 1980. De ellas, el 80% de las v¨ªctimas son civiles, seg¨²n el Equipo de Acci¨®n contra las Minas de Naciones Unidas (UNMAS, en sus siglas en ingl¨¦s), organismo que supervisa la formaci¨®n y el trabajo de campo de este programa junto a otras empresas privadas, como la citada AOAV hasta 2013 y, desde entonces, la sueca Dynasafe. Estas organizaciones aseguran ¡°haber limpiado casi 30 millones de kil¨®metros cuadrados¡±.
En el mes de noviembre de 2017, el Frente Polisario destruy¨® 2.500 minas antipersona y antitanque recogidas en los territorios liberados ante representantes de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas (ONU).
Las personas m¨¢s vulnerables son las menores, ya que las minas resultan muy atractivas porque las confunden con juguetes por su tama?o, dise?o y, a veces, por su colorido. ¡°Los m¨¢s letales son las bombas de racimo BLU63 porque parecen pelotas. Las ni?as y los ni?os saharauis las cogen para jugar con ellas o se las llevan a casa para ense?¨¢rselas a sus padres y ocurren las tragedias. Tambi¨¦n la M42, una granada incendiaria, que parece una bater¨ªa¡±, detalla Iauguiha Mohamed.
La SMACO a?ade como v¨ªctimas habituales a los pastores n¨®madas que se aproximan a las cercan¨ªas del muro a buscar comida para sus reba?os. Gran parte de las desgracias ocurren cuando sus animales se acercan demasiado a zonas peligrosas y los ganaderos no dudan en perseguirlos: un camello muerto supone un desastre econ¨®mico para ellos, pues sus reba?os suelen ser su ¨²nico medio de supervivencia.
La guerra contin¨²a
Iauguiha estudi¨® Biolog¨ªa en Argelia y se especializ¨® en Ecolog¨ªa animal. Nada que ver con su labor actual como desactivadora de minas. ¡°Cuando termin¨¦ la carrera, volv¨ª a los campamentos de refugiados en Tinduf y, por desgracia, all¨ª no hay mucho que hacer. Solo esperar. Un d¨ªa, sentada con unas vecinas tomando el t¨¦, me contaron que estaban buscando a gente que trabajara en este ¨¢mbito y me interes¨®. Me inscrib¨ª, pas¨¦ una entrevista, tambi¨¦n la formaci¨®n t¨¦cnica y el examen pr¨¢ctico. Las mujeres que hacemos este trabajo somos muy respetadas¡±, comenta.
Desde 2013, y por un salario de unos 480 euros al mes, ha pasado casi todos los meses del a?o desactivando minas y trasladando cada 90 d¨ªas, junto a sus compa?eros, las jaimas en las que viven como n¨®madas. Cada artificiero suele encontrar entre cinco y ocho explosivos cada jornada.
Me inscrib¨ª, pas¨¦ una entrevista, tambi¨¦n la formaci¨®n t¨¦cnica y el examen pr¨¢ctico. Las mujeres que hacemos este trabajo somos muy respetadas
Para Iauguiha Mohamed, su labor no es solo un trabajo: "Es mucho m¨¢s. Es un compromiso con mi pa¨ªs y con los compatriotas que contin¨²an sufriendo los efectos de la guerra. Supone liberar de bombas parte del S¨¢hara Occidental y que las personas puedan venir a vivir aqu¨ª. La guerra contin¨²a, no se ha acabado porque tenemos que seguir lamentando v¨ªctimas civiles".
La soluci¨®n al conflicto no parece cercana: "Estoy confusa; no soy de las personas que pide una vuelta a las armas porque he visto sus consecuencias, pero tampoco hemos obtenido muchos resultados a nivel diplom¨¢tico. Llevamos 42 a?os esperando y del refer¨¦ndum que estableci¨® la ONU en el alto al fuego de 1991 ya casi nadie se acuerda, sin haberse celebrado. La gente no puede seguir as¨ª: sin guerra, sin paz y sin resoluci¨®n. Es complicado saber cu¨¢l es la mejor soluci¨®n".
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.