Qu¨¦ perdemos cuando dejamos de tocarnos
"Es imposible ser feliz sin contacto f¨ªsico", afirma Pablo Egu¨ªa, neur¨®logo. Incluso un apret¨®n de manos lanza un mensaje al cerebro: tranquilidad. Y ahora, ?qu¨¦?
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Tres allegados. Son los asistentes a entierros que se permit¨ªan en la Espa?a de la covid-19 antes de la fase 1. Todos debidamente distanciados entre s¨ª. "Es uno de los lamentos que m¨¢s nos est¨¢n llegando: la pena por la falta de contacto f¨ªsico en las despedidas de familiares", comenta Isabel Aranda, doctora en Psicolog¨ªa y vocal del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Madrid. Ni un roce, ni un abrazo, ni un t¨ªmido apret¨®n en la mu?eca: solo un metro y medio de vac¨ªo.
Seg¨²n el Instituto del Tacto de EE UU, "cuando tocas la piel de alguien, se estimulan unos sensores que hay bajo ella y env¨ªan un mensaje al nervio vago. Al aumentar su actividad, la tasa cardiaca y la presi¨®n sangu¨ªnea decrecen, y el cerebro da se?ales de relajaci¨®n". Hormonas del estr¨¦s como el cortisol tambi¨¦n disminuyen. "Estamos programados para tocarnos entre nosotros, desde los primeros momentos de la vida. El ser humano no podr¨ªa ser feliz sin contacto f¨ªsico. Lo necesitamos", sentencia Pablo Egu¨ªa, neur¨®logo y vocal de la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa (SEN). Los abrazos relajan, calman, tranquilizan¡ Pero es que tambi¨¦n hacen sombra al ibuprofeno o el paracetamol: "Se han publicado estudios que indican que el contacto f¨ªsico, siempre que sea emp¨¢tico, activa ciertos mecanismos cerebrales que ayudan a soportar mejor el dolor".
Para encontrar la explicaci¨®n a esta tormenta perfecta, hay que remontarse al mismo momento del nacimiento. As¨ª lo explica el neurocient¨ªfico Pablo Barrecheguren, autor del canal de divulgaci¨®n Neurocosas: "Lo ves en los animales, cuando las madres acicalan a sus cr¨ªas en los primeros momentos de vida. Para hacerlo, necesitan tocarlos, claro: un gato lame a otro, un mono desparasita a otro¡ El contacto f¨ªsico se convierte en algo a medio camino entre la necesidad biol¨®gica y de cuidados. En el caso de los humanos, lo que sucede es que el cuerpo tiene mecanismos, los neurotransmisores, que convierten en agradable y placentero todo lo que biol¨®gicamente es importante. Lo hemos hecho con la comida¡ y con el acto de tocarnos".
La sensaci¨®n es tan potente que ha dado lugar a una expresi¨®n familiar para los neur¨®logos, 'el hambre de piel', que es "la necesidad de cari?o en forma de contacto f¨ªsico que tenemos las personas", seg¨²n el vocal de la SEN. En el caso de los beb¨¦s, es especialmente importante, de ah¨ª que las principales sociedades m¨¦dicas recomienden el contacto de piel con piel entre el reci¨¦n nacido y la madre justo despu¨¦s del parto. "De hecho, hay estudios que sugieren que los beb¨¦s que han sido privados de contacto f¨ªsico en los primeros meses de vida tienden a padecer trastornos psicol¨®gicos o psiqui¨¢tricos", explica Pablo Egu¨ªa. "Es normal. Ellos no tienen otras herramientas para comunicarse con el mundo. Y el ser humano necesita comunicaci¨®n".
En la distancia, lo malo ser¨¢ peor
De los nuevos protocolos de seguridad para frenar la pandemia, se desprende que durante una temporada escasear¨¢n los tocamientos. ?Cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias? Sensaciones recurrentes durante esta crisis sanitaria, como el dolor, la rabia, la angustia, la impotencia o el miedo, doler¨¢n un poco m¨¢s. O encontrar¨¢n menos alivio. "De todos los pilares que sostienen la salud mental, nos est¨¢n quitando uno. Pero quedan otros¡ Es como el aut¨®nomo que pierde un pagador", consuela Barrecheguren.
La psic¨®loga Isabel Aranda apunta que hay estudios que pronostican que el 30% de las personas necesitar¨¢n atenci¨®n psicol¨®gica durante la pandemia, a causa, entre otras cosas, de este d¨¦ficit de cercan¨ªa. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud tambi¨¦n ha advertido de los riesgos. "El contacto f¨ªsico nos aporta confianza. Un simple apret¨®n de manos es un modo ancestral de decirle a tu enemigo que no llevas armas. Cuando comentan que en Jap¨®n se saludan sin tocarse y que deber¨ªamos aprender esos c¨®digos, me sorprende: 'Eso no es algo que se pueda adquirir en unos meses¡". Aranda, que dirige sesiones grupales en centros de trabajo, afirma que los juegos que implican contacto f¨ªsico conducen siempre a un descenso de conflictividad en la oficina, "por lo que no ser¨ªa de extra?ar que aumentaran los episodios de ira".
En el grupo m¨¢s vulnerable est¨¢n las personas solas. El vocal de la SEN confirma que la ausencia de contacto f¨ªsico contribuye al devastador efecto que tiene la soledad en ellas (se sabe que aumenta la mortalidad por cualquier tipo de causa). "De hecho, los neur¨®logos aconsejamos que, para tener un cerebro sano, se potencien las relaciones sociales y afectivas", afirma.
Podemos compensarlo siendo un poco m¨¢s sociales
Seg¨²n Aranda, hay t¨¦cnicas de autorregulaci¨®n capaces de despertar un efecto fisiol¨®gico similar al de un abrazo. "En situaciones estresantes, la respiraci¨®n consciente, tragar saliva o sentarte, puede llegar a calmarnos. Son estrategias que tendremos que aprender masivamente. Hay otras, cognitivo-conductuales, a las que ya se est¨¢n sometiendo muchos colectivos que trabajan de cara al p¨²blico". A su vez, todos los expertos aseguran que la tecnolog¨ªa es capaz de suplir parte de estas ausencias: benditas videollamadas. "Se han hecho estudios con enamorados en los que, al ver las fotos de las personas a quienes quer¨ªan, se activaban las mismas zonas cerebrales que cuando estaban en contacto con ellas", ilustra Barrecheguren.
La psic¨®loga recomienda practicar m¨¢s que nunca la comunicaci¨®n verbal y no verbal. "Ser un poco m¨¢s sociales", apunta el neurocient¨ªfico. Una sonrisa, una conversaci¨®n con el vecino algo m¨¢s larga de lo habitual, una conexi¨®n por v¨ªdeo o tel¨¦fono, una mirada intencionada¡ Son gestos peque?os que har¨¢n que nuestros cerebros afronten la situaci¨®n con algo m¨¢s de entereza. Y ya volver¨¢n los abrazos. Aunque no ser¨¢ f¨¢cil¡ "Me preocupan los ni?os menores de 10 a?os. ?Qu¨¦ va a ser de esa generaci¨®n a la que estamos animando a que no toque, no roce, no bese o no abrace? Pues depende de lo que dure esto. Pero, si se alarga, me temo que tendremos ni?os menos emp¨¢ticos, m¨¢s obsesivos y con m¨¢s problemas para relacionarse. La parte buena es que s¨¦ que seremos capaces de revertirlo, de devolverles la confianza. Ya se ver¨¢ c¨®mo¡", concluye la psic¨®loga.
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