Antes, durante y despu¨¦s
Les trae sin cuidado la salud y la vida de sus semejantes. Y si nada ha cambiado durante, no veo por qu¨¦ habr¨ªa de cambiar despu¨¦s
Han existido sociedades envilecidas en grado extremo: buena parte de la vasca durante d¨¦cadas (a¨²n hay parte que sigue), la mayor¨ªa de la espa?ola durante el franquismo, casi toda la alemana durante el nazismo (y la austriaca), la italiana durante el fascismo¡ Demasiados casos extremos como para confiarse, y se podr¨ªan ampliar los ejemplos hasta la n¨¢usea.
No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ el mundo cuando el coronavirus sea s¨®lo un mal recuerdo, y especular al respecto me parece ocioso, meras conjeturas que el tiempo se encargar¨¢ de borrar. Sin embargo, a juzgar por el comportamiento de muchos mientras dura la epidemia, lo que me salta a la vista es un elevado grado de envilecimiento. Elevado, no extremo, salvo excepciones. Hay una porci¨®n de la sociedad, desde luego, que no s¨®lo est¨¢ libre de eso, sino que raya en la abnegaci¨®n: gente poco o nada conocida y por lo general sin voz: sanitarios, farmac¨¦uticos, transportistas, repartidores, agricultores, panaderos, cajeras y cuantos deseen a?adir. Han sostenido el edificio, han impedido su derrumbamiento.
En cambio, hay demasiados (con voz) a los que resulta evidente que los enfermos y muertos les importan poco. (No se f¨ªen de sus declaraciones: cuanto m¨¢s presume alguien p¨²blicamente de salir al balc¨®n a aplaudir a las 8, menos me lo creo. Me creo que salga, s¨ª, pero sospecho que lo hace s¨®lo para quedar bien, presumir al contarlo y colgarse una absurda medalla a la ¡°solidaridad¡±. Quien aplaude de coraz¨®n no lo proclama; se lo calla y ya est¨¢.) Trump es el paradigma: lo ¨²nico que le preocupa es que, si la econom¨ªa va mal (y por fuerza ir¨¢ mal), pierda su reelecci¨®n. Con tal de evitarlo, est¨¢ dispuesto a enviar a cientos de miles de compatriotas al matadero, propugnando una criminal y alocada vuelta a la actividad. Al demente Bolsonaro hay que ingresarlo en cl¨ªnica aparte (?tendr¨¢ un instinto de ¡°limpieza azarosa ¨¦tnica¡±?), porque sobre ¨¦l ni siquiera se cierne una inminente votaci¨®n. En Espa?a, la actuaci¨®n de casi todos los partidos denota envilecimiento (bueno, algunos eran ya viles antes de la emergencia). El PP y Vox han aprovechado la coyuntura para hostigar y torpedear al Gobierno, con raz¨®n o sin ella, nunca para colaborar. A la pobre D¨ªaz Ayuso (la llamo ¡°pobre¡± porque me parece una marioneta que ser¨¢ descuajeringada) se la ha convencido de ser ¡°la R¨¦sistance¡±, y no sabe m¨¢s que soltar mandobles sin ton ni son. En cuanto a los independentistas catalanes, s¨®lo han visto una ocasi¨®n de atacar al ¡°Estado espa?ol¡± y aferrarse a sus sillones y nutridas bolsas. Claro que el Gobierno PSOE-UP no se lo ha puesto f¨¢cil a nadie para arrimar el hombro: no consulta, no respeta, dicta, tergiversa, y ha sacado provecho de las excepcionales circunstancias para colar medidas ideol¨®gicas y demag¨®gicas que nada ten¨ªan que ver con la enfermedad. Anuncia, cuando escribo, una subida de impuestos a las ¡°grandes fortunas¡±, como si ¨¦stas no pagaran ya, la mayor¨ªa, en torno al 50% de sus ganancias, y como pre¨¢mbulo de una subida general: tras las ¡°grandes¡± vendr¨¢n las ¡°medianas¡± y luego las dem¨¢s. Podemos s¨®lo concibe la pol¨ªtica como confiscaci¨®n, expropiaci¨®n y prohibici¨®n, y el Gobierno cree ilusamente que su tercera autoridad puede desdoblarse y ser como Jekyll y Hyde, unos ratos Vicepresidente y otros ratos activista (en ¨¦stos es igual que Trump: cuando se le formula una pregunta inc¨®moda, no contesta e insulta al formulador). No es as¨ª. Si se ejerce un cargo importante, se es ese cargo a todas horas, en p¨²blico y en privado, y cuanto salga de su boca o de su pulgar es atribuible al Gobierno en pleno. M¨¢s a¨²n si ¨¦ste no lo desautoriza ni se desmarca de ¨¦l.
Pero no son s¨®lo los pol¨ªticos. Demasiados est¨¢n arrimando el ascua a su sardina, con nulo inter¨¦s real por los enfermos y muertos. En Barcelona, los prepotentes ciclistas, bajo el empuje fan¨¢tico de Colau, han conseguido hacer obras durante el confinamiento para ampliar sus carriles, pintados de amarillo, c¨®mo no. Los animalistas han decidido que el coronavirus nos lo ha tra¨ªdo nuestro censurable trato a las ¡°personas no humanas¡±, y vaticinan ¡°traumas¡± para jabal¨ªes, serpientes y lobos cuando nos vean regresar a las calles. Las feministas obtusas (las hay agudas, pero van perdiendo) han dictaminado que el Covid-19 es ¡°machista¡± porque ha implantado un lenguaje ¡°testoster¨®nico¡± (ya saben, los memos que hablan de guerra y enemigos), y ha desplazado ¡°el principal tema de nuestra ¨¦poca¡±, que no era otro que el del feminismo obtuso. Los consternados por el planeta ¡ªcon raz¨®n¡ª se han entregado a delirios que culpan de lo que nos ocurre a la contaminaci¨®n y dem¨¢s, cuando se trata de una plaga m¨¢s, como las que hubo en el siglo XIV, cuando el aire estaba limp¨ªsimo, no exist¨ªan motores ni f¨¢bricas y la naturaleza exuberaba. A todos estos les trae sin cuidado la salud y la vida de sus semejantes. En la desdicha s¨®lo han visto una buena oportunidad para seguir cada cual con su objetivo o su obsesi¨®n, y afianzarlos. Menor en comparaci¨®n con otras, sin duda; pero devorar como termitas en medio de una calamidad no deja de ser una forma de envilecimiento. Y si nada ha cambiado durante, no veo por qu¨¦ habr¨ªa de cambiar despu¨¦s.
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