Entender el desarrollo a la luz del pasado
Parte de la investigaci¨®n en econom¨ªa se ha apoyado en la historia para explicar por qu¨¦ hay lugares m¨¢s pr¨®speros que otros. La evidencia confirma su influencia, pero falta establecer con m¨¢s exactitud c¨®mo y a trav¨¦s de qu¨¦ canales la ejerce
En medio de tanta actualidad global se pierden tendencias de fondo. Por ejemplo, que en general la desigualdad entre pa¨ªses lleva d¨¦cadas aumentando, pero dentro de cada uno ha disminuido. Por supuesto, son afirmaciones muy amplias y matizarlas depende de donde se mire. En este caso, los cambios en la riqueza y desarrollo se dan a distintas velocidades o incluso en direcciones opuestas, seg¨²n la regi¨®n, pa¨ªs o comunidad. En la investigaci¨®n econ¨®mica hay quienes han estudiado los porqu¨¦s detr¨¢s de esas diferencias, a veces entre territorios vecinos o antiguamente dominados por una misma potencia, saliendo de la actualidad y atendiendo a la historia.
En 1993, Douglass North y Robert Fogel encumbraron la ¡°nueva historia econ¨®mica¡± con el Nobel que recibieron por aplicar nuevas teor¨ªas y m¨¦todos para explicar cambios econ¨®micos e institucionales. El reconocimiento impuls¨® lo que vendr¨ªa en los a?os siguientes: Stanley Engerman y Kenneth Sokoloff, despu¨¦s Rafael La Porta, Florencio L¨®pez-de-Silanes, Andrei Shleifer y Robert Vishny, y m¨¢s adelante Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson publicaron investigaciones pioneras en ese encuentro m¨¢s pulido de historia econ¨®mica y econom¨ªa del desarrollo. Los estudios contrastaban la evoluci¨®n de aspectos econ¨®micos entre Estados Unidos y los pa¨ªses latinoamericanos, y entre excolonias de los antiguos imperios europeos en varios continentes.
Seg¨²n la recopilaci¨®n de Nathan Nunn, profesor en Harvard que trabaja en estas corrientes, esos aportes dieron pie a decenas y luego cientos de art¨ªculos que han medido los efectos del pasado a largo plazo y en el presente. Con la brecha de fondo entre antiguas colonias y e imperios, se han estudiado sobre todo las repercusiones de ciertas pol¨ªticas coloniales (sobre esclavitud, propiedad, producci¨®n¡) incluso hasta nuestros d¨ªas, o los efectos econ¨®micos de distintos sistemas legales o de regulaciones espec¨ªficas (sobre el manejo de la tierra, obras p¨²blicas, demograf¨ªa, el rol de la mujer, educaci¨®n, drogas¡).
Esos y otros temas han ido abarcando la diversidad de los pa¨ªses en desarrollo para explicar las diferencias m¨¢s recientes. De hecho, con el ¨¦xito en ventas Why Nations Fail o Por qu¨¦ fracasan los pa¨ªses, Acemoglu y Robinson promovieron en 2012 fuera de la academia su postura de que el desarrollo se explica por los cambios en las instituciones y la pol¨ªtica m¨¢s que por la geograf¨ªa y los legados culturales, utilizando ejemplos de distintas latitudes.
Ahora bien, es dif¨ªcil compaginar la apertura de la historia con el rigor cuantitativo de la econom¨ªa, pero se ha conseguido por necesidad mutua y porque ambas requieren l¨ªmites para establecer explicaciones o modelos y no caer en lo inabarcable. Con casos sobre todo en Latinoam¨¦rica, ?frica y Asia, la evidencia muestra que en general el dominio colonial fue positivo para el desarrollo; pero, claro, no hay c¨®mo probar lo contrario en sentido amplio porque casi no hay pa¨ªses que no hayan sido controlados por potencias europeas. Adem¨¢s, cuanto m¨¢s remoto sea el periodo de estudio, es m¨¢s dif¨ªcil construir bases de datos para trabajar con precisi¨®n.
Pero, al margen de la evoluci¨®n de pol¨ªticas coloniales o posteriores, la suma de esos casos espec¨ªficos, desde Per¨² hasta la India o desde M¨¦xico hasta Sud¨¢frica, ha permitido ir identificando lo que se busca ahora, que son los canales y mecanismos concretos a trav¨¦s de los cuales la historia influye en el desarrollo y ayuda a explicarlo. Para Nunn, esos procesos se dan grosso modo a trav¨¦s de las instituciones internas, legados culturales y de comportamiento, transferencias de conocimiento y desarrollo de la tecnolog¨ªa, y la relaci¨®n entre los contextos cambiantes y la influencia de quienes protagonizan esos cambios.
Por otro lado, para Romain Wacziarg, profesor en UCLA, y Enrico Spolaore, de Tufts University, que llevan una d¨¦cada estudiando el peso de las ¡°barreras ancestrales¡±, en el desarrollo influyen las interacciones entre las instituciones, pol¨ªticas p¨²blicas, innovaci¨®n o adopci¨®n de tecnolog¨ªas y, en menor medida, la geograf¨ªa y la historia profunda. Ambos autores, sin embargo, tambi¨¦n prueban que esas barreras son temporales, con lo cual, como tambi¨¦n se ha estudiado desde otros campos, la historia y la geograf¨ªa no son determinantes absolutos, ni mucho menos. Hay lugar para otras explicaciones, el azar y la implementaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas adecuadas.
Eso ¨²ltimo, de hecho, tiene que ver con la cr¨ªtica com¨²n a las investigaciones econ¨®micas sobre historia en el propio gremio: no hacen recomendaciones de pol¨ªtica p¨²blica a partir de la evidencia que aportan, objetivo usual en la investigaci¨®n en econom¨ªa. Pero eso es justamente lo que ocurre con el conocimiento hist¨®rico: no siempre tiene implicaciones pr¨¢cticas inmediatas, pero como m¨ªnimo permite entender la evoluci¨®n del pasado o el presente a la luz de esos hechos y procesos previos. A partir de all¨ª, la historia ayuda a tomar mejores decisiones, en este caso para investigar sobre desarrollo o para implementar las pol¨ªticas que mejoren la vida de las personas.
Jos¨¦ Manuel Cuevas es investigador junior del Navarra Center for International Development (NCID) del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.
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