As¨ª se salvaron las ranas y el oso Bal¨²: c¨®mo proteger fauna silvestre en plena pandemia
La falta de alimentos y de fondos son algunos de los problemas con los que han tenido que lidiar 27 centros de animales de Bolivia que se ocupan del cuidado de especies sobrevivientes al tr¨¢fico ilegal. Visitamos algunos de ellos en Cochabamba
Una fila de pinos que se extiende al menos 200 metros a lo largo, de frente a frente, muestra la entrada al parque y refugio de animales silvestres Agroflori. Desde lejos y haciendo eco alrededor de las casi dos hect¨¢reas que conforman a este santuario en la ciudad de Cochabamba, en Bolivia, se puede escuchar el garrido de loros que se mezclan con los chillidos y gritos de otras aves. El acceso est¨¢ cerrado con una cinta amarilla de seguridad que no permite las visitas. Adentro, atareado y preocupado por la desaparici¨®n de un fais¨¢n entre la arboleda, se encuentra Marcelo Antezana, fundador de este centro. El tiempo apremia debido a las restricciones establecidas para evitar la propagaci¨®n de la covid-19, que permite la circulaci¨®n desde las 05.00 hasta las 18.00 horas. A¨²n falta cumplir con las tareas de alimentaci¨®n y cuidado de los 1.286 individuos que tiene bajo su protecci¨®n, la mayor¨ªa animales rescatados del tr¨¢fico animal.
Denota preocupaci¨®n en su rostro. El dinero no alcanza, el alimento no es suficiente y la tarea de mantener a las especies en medio de la pandemia por el nuevo coronavirus se ha vuelto a¨²n m¨¢s complicada. La misma situaci¨®n atraviesan los otros 27 centros de custodia de fauna silvestre que existen en Bolivia, a cargo del cuidado de m¨¢s de 4.000 animales sobrevivientes del tr¨¢fico ilegal, de los cuales un gran porcentaje son especies en peligro de extinci¨®n. Sin embargo, seg¨²n explica Antezana, la ¡°grave situaci¨®n¡± que atraviesan persiste desde el pasado noviembre, debido a la crisis pol¨ªtica y conflictos sociales que atraves¨® el pa¨ªs, que result¨® en la renuncia del expresidente Evo Morales. Las estrictas medidas de confinamiento que se instauraron desde el 26 de marzo, cuando se decret¨® el Estado de emergencia sanitaria para frenar la propagaci¨®n del coronavirus, asestaron un duro golpe a la ya maltrecha econom¨ªa de los centros y la log¨ªstica para cumplir sus tareas.
A pesar de que la primera fase de la desescalada dio inicio el 1 de junio, con horarios m¨¢s flexibles para la circulaci¨®n, la apertura de espacios que pueda generar cualquier tipo de aglomeraci¨®n a¨²n est¨¢ prohibida. ¡°Estamos gastando alrededor de 600 a 700 d¨®lares semanales, y eso no es con la inclusi¨®n de sueldos, del veterinario, del nutricionista y tienes que pagar la luz, el gas, es un tema bastante fuerte¡±, explica Antezana, en un momento de respiro despu¨¦s de haber casi terminado con las tareas de alimentaci¨®n de los animales.
Antezana es ingeniero de vuelo de profesi¨®n, sin embargo se ha formado como bi¨®logo veterinario gracias a cursos de formaci¨®n realizados en el zool¨®gico de Huachipa, en Lima, Per¨². Su inquietud por cuidar a los animales comenz¨® cuando trabajaba para una aerol¨ªnea boliviana como mec¨¢nico en Santa Cruz, departamento ubicado al este del pa¨ªs. Ve¨ªa en todos los aviones c¨®mo sal¨ªan diferentes especies silvestres a los mercados internacionales durante los ochentas y noventas, ya que esta actividad no era ilegal en Bolivia debido a que ten¨ªa cupos de venta de exportaci¨®n de animales. Ver encerradas a las diferentes especies y partir en aeronaves lejos de su h¨¢bitat le abri¨® los ojos. Tom¨® conciencia y abri¨® este santuario, que inici¨® como un aviario para cit¨¢cidos ¡ªloros¡ª hace 30 a?os, de los cuales siete se ha mantenido abierto al p¨²blico para visitas, que es su principal ingreso para sostener el parque.
Con el paso de los a?os, empezaron a llegar rapaces, flamencos, felinos, zorros, monos y otros tipos de animales, incluso ex¨®ticos, de los cuales, seg¨²n explica Antezana, el 80% proviene de tr¨¢fico ilegal. Loros con el pico roto, sin plumas debido al estr¨¦s, con las alas fracturadas o un grupo de flamencos decolorados sin poder lucir ese tono rosa tradicional que los caracteriza, debido a la falta de sales minerales que absorben en su h¨¢bitat natural del que fueron despojados, son algunos de los animales que permanecen bajo su cuidado.
Sanciones m¨¢s severas
El Diagn¨®stico del estado actual de tr¨¢fico il¨ªcito de vida silvestre en el Estado Plurinacional de Bolivia, informe elaborado por la Direcci¨®n General de Biodiversidad y ?reas Protegidas ¡ªque toma en cuenta las gestiones de 2010 a 2018¡ª, da a conocer que m¨¢s de 6.000 partes de fauna silvestre han sido decomisadas, destacando entre estas colmillos, garras y pieles de felinos, adem¨¢s de animales vivos (mariposas, escarabajos), para su comercio ilegal hacia pa¨ªses asi¨¢ticos. Asimismo, las estad¨ªsticas registradas entre los a?os 2011 y 2017, informan del rescate de 580 individuos vivos: 196 mam¨ªferos, 164 aves, 217 reptiles y tres anfibios dentro el territorio nacional.
Tania Baltazar, cofundadora y directora del Centro Inti Wara Yassi, dice que existe una buena Ley de Medio Ambiente para hacer frente al tr¨¢fico de fauna silvestre. Sin embargo, el problema es que, desde que fue promulgada en 1992, nadie est¨¢ en la c¨¢rcel por este crimen. La ley establece hasta dos a?os de prisi¨®n para quien viole la norma. ¡°Los centros de custodia nos hemos llenado de animales, no hay espacio. Si hubiera habido voluntad de las autoridades para dar sanciones ejemplares desde sus inicios, sabr¨ªan que es un crimen grave. Lamentablemente, es un negocio que toca muchos inter¨¦s fuertes¡±, explica Baltazar.
La activista por los derechos de los animales se encuentra a m¨¢s de 170 kil¨®metros de distancia de Antezana, en el parque Mach¨ªa, un refugio de animales silvestres con una extensi¨®n de 36 hect¨¢reas ubicado en la regi¨®n tropical de Cochabamba. Desde este sitio trabaja hace m¨¢s de 25 a?os en favor de los animales rescatados de tr¨¢fico silvestre. No solo administra el Centro Inti Wara Yassi, tambi¨¦n otros dos santuarios, el parque Ambue Ari y Jacj Cuisi, en los departamentos de Santa Cruz y Beni ¡ªal norte del pa¨ªs¡ª, respectivamente. La covid-19 los ha puesto en una situaci¨®n complicada, ya que a pesar de las donaciones y la campa?a conjunta que vienen realizando con los otros centros para recolectar dinero y comida, adem¨¢s de la cooperaci¨®n en la dotaci¨®n de alimentos del Viceministerio de Medio Ambiente, solo les queda alimento suficiente para aguantar hasta finales de junio. Este panorama deja en una situaci¨®n incierta a alrededor de 500 animales, entre una variedad de especies de monos, aves, reptiles y una variedad de felinos.
Los centros de fauna silvestre? bolivianos cuidan de m¨¢s de 4.000 animales sobrevivientes del tr¨¢fico ilegal
Los tres refugios dependen econ¨®micamente de los aportes que los voluntarios hacen. Estos suelen llegar durante todo el a?o desde distintas partes del mundo con aportes monetarios y para ayudar con las tareas de los centros. Debido al cierre de fronteras y la prohibici¨®n de vuelos nacionales e internacionales, al menos 70 voluntarios tuvieron que retornar a sus pa¨ªses, por lo que los tres centros trabajan con el poco personal y donaciones que tienen a mano.
Baltazar no imagin¨® que hace 26 a?os, cuando ayud¨® a una ¡°monita¡± del tipo ara?a, que iba a empezar una vida alrededor de osos jukumaris, como Bal¨², que fue rescatado cuando iba a ser vendido a un circo; o que iba a estar paseando por la sendas de la selva con una correa a un puma llamado Sonko o acompa?ando a dos monas llamadas Negra y Simona mientras se columpian en las lianas de la reserva del parque Mach¨ªa. ¡°Solo a un 10% de los animales hemos logrado liberarlos de vuelta a sus h¨¢bitats. Son cazados desde muy peque?itos y al arrebatarlos de su madre pierden el entrenamiento para poder sobrevivir¡±, explica Baltazar.
La ¨²ltima vez que se hizo una catalogaci¨®n sobre el estado de la biodiversidad de Bolivia, fue a trav¨¦s de la investigaci¨®n Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia, un informe elaborado por 135 especialistas y m¨¢s de 20 instituciones cient¨ªficas en 2009. A m¨¢s de una d¨¦cada de la publicaci¨®n de este documento, en la naci¨®n andina sucedieron diferentes eventos que afectaron la vida silvestre, como las 3,62 millones de hect¨¢reas del bosque de la Chiquitania que fueron arrasadas por las llamas el pasado a?o, el incremento de la deforestaci¨®n y el tr¨¢fico de animales hacia Asia. La comunidad a cargo del cuidado de fauna silvestre coincide en que es necesario actualizar con regularidad este registro, para conocer el estado de su conservaci¨®n y las principales amenazas que enfrentan sus h¨¢bitats para pensar en pol¨ªticas y acciones m¨¢s efectivas que est¨¦n dirigidas a la preservaci¨®n de las especies.
Las ranas, un cuidado diario
Lejos de la selva, pero con una tarea similar de cuidado de especies anfibias, se esconde en medio de la ciudad de Cochabamba el Museo de Historia Natural Alcide d¡¯Orbigny, que alberga al Centro K¡¯ayra. Sophia Barr¨®n, encargada del programa de cr¨ªa en cautiverio de este centro, est¨¢ acostumbrada a trabajar en d¨ªas festivos. Dice que las ranas necesitan de cuidados diarios y no saben si hay restricci¨®n de circulaci¨®n o la obligaci¨®n de permanecer en cuarentena. Incluso las medidas de bioseguridad, recientemente establecidas por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, son procedimientos que vienen cumpliendo ¡°desde siempre¡±. Lavados de manos, uso de guantes de goma, desinfecci¨®n y cambio de ropa para entrar a los contenedores donde permanecen las ranas, son protocolos que realizaban desde antes de la pandemia.
Barr¨®n y Ricardo Zurita, veterinario del Centro K¡¯ayra, casi se ponen ¡°hist¨¦ricos¡± cuando se enteraron sobre las medidas que se iban a asumir por la cuarentena a partir del 26 de marzo. Sin los permisos de circulaci¨®n necesarios, todo parec¨ªa indicar que no iban a poder atender a su fuente de trabajo en muchos d¨ªas, lo cual pod¨ªa resultar en una muerte instant¨¢nea para las m¨¢s de 600 ranas que cuidan. ¡°Tenemos nuestro propio bioterio, donde reproducimos grillos, cucarachas, lombrices para alimentar a las ranas. Si por alg¨²n motivo no vini¨¦ramos durante la cuarentena, y se nos murieran algunos de estos bichitos, ser¨ªa muy dif¨ªcil conseguirlos en el mercado¡±, afirma Barr¨®n, afuera de uno de los contenedores que alberga a la Telmotobius yuracare ¨Cespecie end¨¦mica en Bolivia¨C, el famoso esp¨¦cimen conocido como Romeo, que hasta hace 10 a?os era la ¡°rana m¨¢s solitaria del mundo¡±.
Bolivia es un pa¨ªs megadiverso con 276 especies de anfibios conocidas en la actualidad, por lo que ocupa el octavo lugar en diversidad en el neotr¨®pico y el d¨¦cimo a nivel mundial. Cerca del 40% (60 especies) son end¨¦micas del pa¨ªs. El Centro K¡¯ayra forma parte de los centros de custodia que se encuentran en estado de emergencia, sin embargo su trabajo entra en una categor¨ªa especial de investigaci¨®n. El objetivo que persiguen es que las ranas se reproduzcan en el espacio especial que tienen para ellas y que, idealmente, la cuarta generaci¨®n de descendientes que naci¨® en un ambiente de preservaci¨®n, pueda retornar a la naturaleza. El trabajo en el centro persiste, a pesar de que no tienen la estabilidad econ¨®mica asegurada. ¡°Hemos tenido donaciones del zool¨®gico de Kansas City [EE UU], sin embargo, a ellos tambi¨¦n les est¨¢ afectando la pandemia. Hace poco aplicamos a un fondo y no sabemos si nos lo van a dar porque ellos tambi¨¦n est¨¢n con problemas financieros¡±, afirma Zurita.
A¨²n con la flexibilizaci¨®n de la cuarentena, las horas cuentan para Barr¨®n y Zurita y las ranas no esperan. Solo pueden ir a trabajar cuatro veces por semana y deben hacer que el tiempo cuente para el cuidado de los anfibios. La dif¨ªcil situaci¨®n por la pandemia a¨²n apremia, pero la labor persiste a pesar de la incertidumbre. Con m¨¢s o menos recursos, pero con la misma cantidad de sacrificio, responsabilidad y el coraz¨®n puesto en la preservaci¨®n de la fauna silvestre, los refugios permanecen dando cobijo a los animales que lo necesitan.
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