Pompeya no miente
Los habitantes de la urbe romana no ten¨ªan caries. Dos mil a?os despu¨¦s, es la enfermedad cr¨®nica m¨¢s extendida. Y el az¨²car de los alimentos procesados es el responsable.
ERAN TIEMPOS DE transici¨®n en la dinast¨ªa Flavia: finalizaba su mandato el emperador Vespasiano y estrenaba el suyo su hijo y heredero, Tito. Las obras de finalizaci¨®n del Coliseo romano estaban a poco de concluir y Pompeya era un floreciente puerto mediterr¨¢neo, lugar de vacaciones de la clase alta romana. De forma imprevista y en apenas unas horas, el Vesubio descarg¨® 10.000 millones de toneladas de magma. Durante mucho tiempo la metr¨®poli qued¨® sellada en las cr¨®nicas y en la memoria, hasta que en el siglo XIX se iniciaron unas excavaciones que dieron, entre otros hallazgos, con los huecos dejados en la ceniza solidificada por los cuerpos atrapados en la erupci¨®n. El ingenioso arque¨®logo Giuseppe Fiorelli propuso rellenar esos vac¨ªos con yeso y ah¨ª es cuando se manifestaron lo que se conoce como calcos de Fiorelli.
Pompeya no miente a pesar de ocultar mucho. Un estudio realizado en 2015 por un grupo internacional de arque¨®logos, antrop¨®logos y odont¨®logos sobre una serie de tomograf¨ªas realizadas a varios calcos de Fiorelli sac¨® a la luz la buena salud dental de los pompeyanos, sin pr¨¢cticamente caries.
La explicaci¨®n la encontramos en otra investigaci¨®n llevada a cabo un a?o antes sobre los residuos org¨¢nicos presentes en el alcantarillado de una zona comercial de la ciudad. Un equipo arqueol¨®gico dirigido por Steven Ellis corrobor¨® algo que ya se conoc¨ªa: que la dieta de la poblaci¨®n en aquel tiempo se basaba en productos de la regi¨®n, principalmente verduras, frutas, legumbres, cereales, huevos y algo de prote¨ªna proveniente de la pesca local junto con alguna porci¨®n puntual de carne o pescado en salaz¨®n. Nada de calor¨ªas vac¨ªas, b¨¢sicamente comida saludable y equilibrada. El trabajo revel¨® el gusto del pompeyano medio por los alimentos selectos. Se document¨® una presencia considerable de rastros de marisco, especias importadas y, en menor proporci¨®n, de carnes ex¨®ticas como jirafa y flamenco.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud alerta de que las caries ocupan la primera posici¨®n de las enfermedades cr¨®nicas m¨¢s extendidas del planeta, y el motivo principal es el consumo de az¨²car. Seg¨²n esta entidad, entre el 60% y el 90% de los ni?os de todo el mundo en edad escolar y casi el 100% de los adultos sufren alguna. Si bien la OMS recomienda un consumo diario de az¨²car no superior a los 25 o 30 gramos ¡ªel equivalente a 7 terrones, o algo menos de 11 kilos al a?o¡ª, la realidad es que la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura eleva la cifra de ingesta media a 24 kilos anuales, con Am¨¦rica Latina y el Caribe como las regiones que m¨¢s consumen, duplicando el promedio mundial con 49 kilos.
El problema radica en el hecho de que la mayor¨ªa de los consumidores desconocen que todo ese az¨²car de m¨¢s, aproximadamente el 80%, se ingiere de manera velada a trav¨¦s de los alimentos procesados. Salsas como el k¨¦tchup, refrescos, batidos, zumos de frutas, golosinas, chuches, boller¨ªa, pasteles y galletas, cereales de desayuno, yogures y l¨¢cteos dulcificados, o platos preparados y precocinados llevan entre sus ingredientes sacarosa, dextrosa, fructosa, glucosa, lactosa, maltodextrina, maltosa o sucrosa, en ocasiones revestidos con apelativos como jarabe de ma¨ªz, sirope de arce, melaza, alm¨ªbar y miel de ca?a. El exceso de sal, grasas saturadas y az¨²car, por muy oculto que est¨¦, revela su presencia en forma de sobrepeso, hipertensi¨®n, cardiopat¨ªas, accidentes cerebrovasculares, diabetes y, obviamente, caries. Por mucho esmero que se dedique en disimular su presencia, sus efectos no se pueden encubrir.
Quiz¨¢ dentro de 2.000 a?os se estudie nuestra basura, dentaduras y huellas para conocer mejor el estilo de vida actual. Y muy probablemente quien lo haga se preguntar¨¢ qu¨¦ sucedi¨® para que en los casi dos milenios transcurridos desde que Pompeya sucumbi¨® tras la erupci¨®n del Vesubio y el presente se desplegara tal c¨²mulo de equivocaciones.
Receta de pi?a al carb¨®n
Ingredientes
Para 4 personas
- Una unidad de pi?a
- Carb¨®n
- 120 gramos de pi?a en alm¨ªbar
- 80 gramos de nata
- 10 gramos de ron
- 2 gramos de an¨ªs estrellado
Instrucciones
1. La pi?a al carb¨®n
Si se dispone de un lugar adecuado, hacer brasa abundante y poner la piña sobre una parrilla dándole la vuelta cada 15 minutos hasta que tenga un negro uniforme por toda su piel. Otra forma es cocinar la piña en el horno a 220 grados durante aproximadamente una hora y media.
Dejar enfriar y cortar unos gajos en forma de triángulo.
3. La crema dulce
Vaciar el almíbar de lata y juntarlo con el ron y el anís estrellado en un cazo. Hervir y dejarlo tapado infusionando durante media hora. Semimontar la nata e incorporar poco a poco la mezcla anterior con movimientos envolventes. Cortar la piña en almíbar en dados y mezclar con la crema.
4. Acabado y presentaci¨®n
Colocar un poco de crema en el plato y apoyar unos trozos de piña al carbón encima.
Aporte nutricional
La pi?a tiene unas 45 kilocalor¨ªas por cada 100 gramos de producto. Adem¨¢s es fuente de calcio, magnesio y potasio y vitaminas como la C y la A y ¨¢cido f¨®lico. Consumida en fresco facilita la digesti¨®n gracias a su contenido en bromelina, que es una enzima proteol¨ªtica que metaboliza las prote¨ªnas de los alimentos.
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