El escultor ind¨ªgena de Paraguay que llev¨® su arte hasta un pueblo andaluz
Modesto Mart¨ªnez trabaja la madera con m¨¢s facilidad que un ni?o juega con barro. Desde el coraz¨®n del segundo bosque m¨¢s grande de Am¨¦rica del Sur, el Gran Chaco, representa la naturaleza en acci¨®n en sus esculturas. Durante la pandemia ha enfermado y desde El Borge, en M¨¢laga, le han ayudado
En sus esculturas talladas con un cuchillo cualquiera, Modesto Mart¨ªnez representa en movimiento a los jaguares, las garzas y los caimanes del inmenso Chaco, el segundo bosque m¨¢s extenso de Am¨¦rica del Sur, despu¨¦s de la Amazon¨ªa, donde osos hormigueros conviven con buitres enormes, lagartos y algarrobos y lapachos de m¨¢s de 500 a?os de antig¨¹edad.
Cae la noche sobre el techo de zinc y las paredes de troncos de palma de una vivienda en Puerto Diana, una comunidad del pueblo ind¨ªgena yshyr de Paraguay, sin agua potable y casi sin energ¨ªa el¨¦ctrica, pegada a la frontera con Brasil. Mart¨ªnez y su hijo, de 18 a?os, acaban de regresar de cazar durante tres d¨ªas casi sin descanso en pleno bosque. Cuando estaban a punto de volver a casa con las manos vac¨ªas, cansados de subir y bajar remando el r¨ªo que da nombre al pa¨ªs, se toparon con una manada de cerdos salvajes de pelajes negros y gruesos, con colmillos blancos y brillantes en sus fauces. Algunos huyeron al verles, pero otros rug¨ªan y se enfrentaban a los cazadores preparando una embestida. Armados solo con palos, los dos hombres golpearon en la cabeza a tres de los animales hasta matarlos. Acababan de garantizarse una semana de comida para la familia, el matrimonio y sus ocho hijos. Solo les faltaba remar cinco horas de vuelta a su comunidad. As¨ª lo relata Mart¨ªnez mientras corta sobre la mesa de su cocina los cuartos traseros de uno de los animales.
Dice Mart¨ªnez que el jaguarete (jaguar, perro-aut¨¦ntico en lengua guaran¨ª, frente a jagua, que es como le dicen a los perros tra¨ªdos por los colonizadores espa?oles) nunca ataca a sus v¨ªctimas cuando est¨¢n durmiendo. Venados, cerdos, tapires y carpinchos son alertados por los rugidos del propio rey de las selvas sudamericanas antes del ataque.
¡ª Los despierta y los hace correr y saltar. Lo hace por diversi¨®n.
As¨ª lo explica el escultor yshyr mientras da forma a uno de estos felinos como si estuviera reposando sobre una rama. Es su animal favorito. Le tiene tanto aprecio, como miedo y respeto. Cada vez que trabaja las garras y colmillos de un nuevo jaguarete se acuerda de la vez que se encontr¨® con uno frente a frente. Pens¨® que iba a morir. Era 1990 y Mart¨ªnez estaba buscando lagartos gigantes y caimanes entre los matorrales cuando sus ojos se encontraron con los del felino gigante. Vio su boca, su lengua... Y huy¨® como pudo. Y aqu¨ª est¨¢ hoy para contarlo en esculturas de madera.
Mart¨ªnez naci¨® en 1966 y se dedic¨® siempre a la caza y la pesca, actividades cada vez menos rentables y que se fueron haciendo m¨¢s peligrosas para los nativos del Chaco por los guardabosques brasile?os que les quitan de las manos lo cazado, los madereros ilegales y los narcotraficantes y contrabandistas que pululan por la zona. Mart¨ªnez fue cazador, pescador, alba?il, l¨ªder de su comunidad, Karcha Valhu, habla yshyr (su lengua materna), guaran¨ª, portugu¨¦s y espa?ol, pero su sue?o siempre fue dedicarse a la artesan¨ªa. As¨ª que un d¨ªa decidi¨® dejarlo todo y sentarse a tallar. Eligi¨® la madera del sar¨¢, que crece cerca del r¨ªo y es de las m¨¢s moldeables, y comenz¨® a trasladar a sus obras las escenas vistas durante casi cuatro d¨¦cadas en la naturaleza.
Pero mientras m¨¢s se dedicaba a su oficio elegido, m¨¢s avanzaban los incendios que los grandes terratenientes provocan en este pa¨ªs que fue el m¨¢s deforestado de Am¨¦rica del Sur desde 1990 hasta 2015, seg¨²n la FAO, y que ahora sigue en segunda posici¨®n, seg¨²n el sistema satelital Global Forest Watch (GFW). Los ganaderos queman ¨¢rboles que estaban ah¨ª hace m¨¢s de 500 a?os para extender la pastura que necesita el ganado que producen a mansalva y luego exportan a Rusia, Chile o Israel, eliminando para siempre la hiperdiversa flora y fauna de esta eco-regi¨®n considerada reserva de la biosfera por la Unesco y compartida entre Paraguay, Argentina, Bolivia y Brasil.
El fuego complica m¨¢s a¨²n la vida del pueblo yshyr, ya de por s¨ª dura en este lugar aislado del mundo por la ausencia total de asfalto e infraestructuras estatales, que vive entre sequ¨ªas e inundaciones continuas. Un lugar a la vera del r¨ªo donde, parad¨®jicamente, el agua potable escasea, las frutas y verduras son algo ex¨®tico y caro, la electricidad se corta cada d¨ªa y la se?al de tel¨¦fono va y viene cuando quiere. Solo es posible llegar hasta aqu¨ª en una avioneta militar, impagable para la poblaci¨®n nativa, en tres d¨ªas de viaje en barco o en un autob¨²s que puede demorarse hasta 20 horas en llegar desde Asunci¨®n, la capital paraguaya, situada a unos 800 kil¨®metros al sur, por caminos de tierra polvorienta o barro espeso, dependiendo de la ¨¦poca.
Modesto Mart¨ªnez naci¨® en 1966 y se dedic¨® siempre a la caza y la pesca, actividades cada vez menos rentables y que se fueron haciendo m¨¢s peligrosas para los nativos del Chaco
Los yshyr son uno de los 19 pueblos ind¨ªgenas que habitan en Paraguay, y como todos buscan preservar sus tierras y retornar a sus actividades habituales: la pesca, la caza, la recolecci¨®n de miel y la artesan¨ªa. Pero ya nada es igual. Hay menos peces porque el agua est¨¢ cada vez m¨¢s contaminada, hay muchos menos animales salvajes, casi no quedan abejas y escasean las palmas karandays y los arbustos karaguata que las artistas de este pueblo milenario han usado siempre para sus obras. Arte que junto a la pesca de surub¨ª y pac¨² es el principal sustento econ¨®mico de sus comunidades donde no hay trabajo para casi nadie.
Una oportunidad ¨²nica lleg¨® hasta Mart¨ªnez fruto de su talento y de una peque?a fama que alcanz¨® hasta la capital paraguaya. Una pareja espa?ola naveg¨® hasta Karcha Valhu preguntando por ¨¦l. Era 2003 y no hab¨ªa radio, ni tel¨¦fono, ni Internet en la zona. Aparecieron de la nada en una lancha y le dijeron.
¡ª Prep¨¢rate porque tenemos un viaje a Espa?a, a un pueblo donde quieren verte y ayudarte.
Mart¨ªnez consult¨® con la comunidad, envolvi¨® algunas de sus obras y no dud¨®. Viaj¨® ocho d¨ªas en barco hasta Asunci¨®n, vol¨® a Buenos Aires, despu¨¦s a Madrid y lleg¨® por tierra hasta la provincia de M¨¢laga, a un pueblo de 1.000 habitantes y casitas blancas incrustadas entre las monta?as. ¡°Fue dif¨ªcil cruzar el mar, nadie sabe si vas a volver, nadie me conoc¨ªa fuera de mi comunidad¡±, recuerda Mart¨ªnez. Viaj¨® de un pa¨ªs mediterr¨¢neo, porque no tiene mar, al pa¨ªs europeo cercado por el mar Mediterr¨¢neo. De un pa¨ªs ultraconservador a un pueblo gobernado durante d¨¦cadas por la izquierda y donde nunca ha habido un concejal de derechas.
Qui¨¦n le iba a decir que la ciudad a la que hab¨ªa sido invitado por el mismo alcalde quer¨ªa hermanarse con su comunidad y ayudarla de alguna manera. Que tendr¨ªa calles con nombres como Avenida Che Guevara o un alcalde devoto de la revoluci¨®n zapatista. O que hab¨ªa realizado un refer¨¦ndum en contra del neoliberalismo, aprobado mayoritariamente por la poblaci¨®n, y declarado su apoyo a la rep¨²blica en un pa¨ªs mon¨¢rquico. As¨ª era El Borge, la coqueta localidad espa?ola dedicada por centurias al cultivo de la uva, donde Mart¨ªnez aterriz¨® y donde prob¨® comidas ex¨®ticas como el jam¨®n ib¨¦rico o las aceitunas, mientras explicaba a sus anfitriones su dieta cotidiana a base de carne de caim¨¢n.
Mart¨ªnez pas¨® un mes en M¨¢laga. Los vecinos y el alcalde de El Borge le dieron una gruesa rama de un olivo para que trabajase en una obra que legar¨ªa al pueblo. Cada d¨ªa se sentaba bajo los ¨¢rboles de la plaza central y trabajaba en su escultura. Jos¨¦ Antonio Ponce, alcalde de este municipio gobernado por Izquierda Unida durante cuatro legislaturas, desde 1995 hasta 2011, lo recuerda as¨ª.
¡ª Lo que hizo fue impresionante. Empez¨® con un cuchillo simple y despu¨¦s le prestamos herramientas porque esta madera es mucho m¨¢s dura que las de su tierra.
Ponce promovi¨® el hermanamiento de su pueblo con ciudades en M¨¦xico, Venezuela, Cuba y Paraguay; inaugur¨® intercambios de verano para ni?os y ni?as saharauis y de Europa del Este y, hasta hoy, Mart¨ªnez se deshace en halagos hacia los habitantes de El Borge por tratarle como a uno m¨¢s.
Mart¨ªnez les habl¨® de los jaguares y su vida en la naturaleza, les cont¨® los mitos que su pueblo mantiene vivos de boca en boca hace decenas de generaciones, tambi¨¦n del racismo y el rechazo que sufre en Paraguay por ser ind¨ªgena, de la deforestaci¨®n ilegal que acecha a su territorio y de los ganaderos y misioneros evangelistas que tratan de enga?arlos y quitarles sus tierras y costumbres. Han pasado 17 a?os y lo ¨²nico que ha cambiado en el Chaco es que hay mucho menos bosque y casi no quedan jaguares.
¡°Se hizo conocido en el pueblo y la gente lo quer¨ªa mucho. Era muy noble y todav¨ªa se le recuerda¡±, resume Ponce, quien hoy sigue conectado por WhatsApp con Mart¨ªnez, preparando una nueva colaboraci¨®n que ayude a la comunidad yshyr. Modesto Mart¨ªnez dej¨® su huella en El Borge y tambi¨¦n una estatua de casi un metro de altura tallada en madera de olivo que representa a un nativo americano y a un europeo del mismo tama?o pegados espalda con espalda. Y que, desde entonces, preside la entrada del Ayuntamiento.
Modesto Mart¨ªnez enferm¨® durante la pandemia de la covid-19 y debi¨® viajar a Asunci¨®n con toda su familia. Estaban varados sin poder regresar debido al alto costo del viaje y sin apoyo gubernamental hasta que el exalcalde de El Borge se enter¨®. Se pusieron en contacto por WhatsApp y Mart¨ªnez le envi¨® un v¨ªdeo saludando a sus amigos del pueblito andaluz y pidiendo un poco de ayuda para poder regresar a su casa con su familia. En solo una semana, colocando una cajita con forma de hucha en la biblioteca p¨²blica del pueblo, los menos de 1.000 habitantes de El Borge recaudaron 632 euros para enviar a la familia paraguaya. Parece que el viaje de Mart¨ªnez a Espa?a en 2003 result¨® en una excelente misi¨®n diplom¨¢tica y cultural que ahora le vuelve en forma de solidaridad.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.