Dieta sana solo al alcance de los ricos
El hambre sigue en aumento y casi la mitad de la poblaci¨®n mundial no puede permitirse una dieta saludable y nutritiva
En plena pandemia por la covid-19, el ¨²ltimo informe sobre hambre y nutrici¨®n de la ONU nos deja un panorama desolador que solo contribuye a empeorarla: el hambre sigue aumentando en el mundo y solo los ricos pueden permitirse una dieta saludable, que representa por lo menos cinco veces m¨¢s de los m¨ªseros 1,90 d¨®lares con los que subsisten cada d¨ªa millones de pobres en todo el mundo. En realidad, cerca de 3.000 millones de personas (?casi la mitad de la poblaci¨®n mundial!) no puede permitirse adquirir alimentos sanos y nutritivos (frutas, hortalizas, pescado y otras prote¨ªnas de origen animal y vegetal) porque esos productos son, en general, cinco veces m¨¢s caros que productos b¨¢sicos como los cereales o el az¨²car, que proporcionan energ¨ªa escasa en nutrientes. Simplemente, no tienen plata para comprarlos. El informe recalca que el hambre y la mala nutrici¨®n siguen creciendo desde hace cinco a?os, cuando los pa¨ªses se comprometieron a los denominados Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), entre ellos a erradicar el hambre.
El indicador de Inseguridad Alimentaria Severa presentado en el informe y que equivale a la percepci¨®n del hambre, apunta que ?al menos un d¨ªa de 2019, 750 millones personas no pudieron comer! Y el indicador de Inseguridad Alimentaria Moderada muestra que otros 1.250 millones de personas se alimentaron mal. Sumadas, la inseguridad alimentaria severa y moderada, afectan a cerca de 2.000 millones de personas ¡ªo sea, uno de cada cuatro habitantes del planeta¡ª,?que tuvieron restricciones para poder comer en 2019. El informe indica que no se han logrado mejoras en el problema del sobrepeso infantil y que la obesidad en adultos aumenta en todas las regiones del mundo. Eso puede comprometer nuestras futuras generaciones y aumentar las muertes en la pandemia pues la obesidad es un reconocido aliado de la covid-19.
Pero una de las grandes novedades del informe es la constataci¨®n de que el mundo produce m¨¢s que suficientes alimentos b¨¢sicos (las llamadas commodities: trigo, ma¨ªz, soja, arroz) pero no las suficientes frutas, verduras y prote¨ªna animal necesarias para cubrir la ingesta m¨ªnima de 400 gramos diarios recomendada por la FAO y la OMS. Solo algunos pa¨ªses en Asia, los pa¨ªses ricos de Europa y Am¨¦rica del Norte son capaces de producir frutas y verduras a un precio asequible para su poblaci¨®n. O sea, solo los pa¨ªses desarrollados producen lo suficiente para abastecer su poblaci¨®n con comida saludable.
La realidad, en el contexto actual, es que solo los ricos pueden comer de forma sana y nutritiva. En el ?frica subsahariana, por ejemplo, el 57% de las personas no pueden pagar el coste de una dieta saludable porque ganan menos al d¨ªa de lo que cuesta; en Brasil, el 25 % de la poblaci¨®n, una de cada cuatro personas, gana menos al d¨ªa de lo que tendr¨ªa que pagar por una comida sana.
Solo algunos pa¨ªses en Asia, los pa¨ªses ricos de Europa y Am¨¦rica del Norte son capaces de producir frutas y verduras a un precio asequible para su poblaci¨®n
Adem¨¢s de un imperativo moral, hay mil motivos para promover la adopci¨®n de dietas m¨¢s saludables para todo el mundo: junto a la mejora de la salud global, hacerlo tendr¨ªa impactos positivos muy importantes para el planeta y para el clima. Si la gente pudiera permitirse dietas m¨¢s sanas y nutritivas se podr¨ªa reducir en casi un 50% el gasto en salud p¨²blica asociado a dietas poco saludables, y descender¨ªan entre el 40 y el 70 % de los gases de efectos invernadero vinculados al sector de la alimentaci¨®n de aqu¨ª a 2030.
El informe de la ONU afirma que para mejorar el acceso a alimentos nutritivos y saludables, hay que bajar su coste. No hay duda de que los productos nutritivos y de mejor calidad son m¨¢s caros. Pero para que las personas puedan acceder a ellos hay otro camino, que es el de aumentar sus ingresos, en particular los salarios de los trabajadores. Los sueldos que se pagan hoy en d¨ªa en la agricultura y en otros sectores en muchos pa¨ªses son miserables. O sea, no es que la comida sea cara, es que los sueldos son alarmantemente bajos. Mejorar los salarios ser¨ªa otra forma de combatir el hambre: ?no falta comida, falta plata para comprarla!
Esta idea no es nueva: Henry Ford, inventor del Ford T, dec¨ªa que quer¨ªa producir un coche que sus empleados pudiesen conducir. Ese era el lema del capitalismo en sus inicios: que fuese proporcional a todos, tambi¨¦n a empleados y trabajadores, a quienes permitiese la oportunidad de disfrutar lo que produc¨ªan gracias a su trabajo. As¨ª que mejorar la distribuci¨®n de los ingresos subiendo los salarios de base es lo que realmente necesitamos para erradicar el hambre en el mundo.
El nuevo informe de la ONU tambi¨¦n recomienda una revisi¨®n de las pol¨ªticas agr¨ªcolas y de los subsidios para incentivar la producci¨®n de comida saludable, un tema fundamental que afecta principalmente a los pa¨ªses desarrollados que subsidian fuertemente sus productos agr¨ªcolas, sobre todo las commodities. Ser¨ªa conveniente orientar los subsidios a las frutas, legumbres y otros productos frescos.
Tambi¨¦n hay un margen importante para mejorar las pol¨ªticas que promuevan el cambio de h¨¢bitos alimentarios, y que conllevan una reeducaci¨®n alimentaria, imprescindible para abordar la pandemia de obesidad a la que se enfrenta el mundo hoy en d¨ªa.
Los sueldos bajos solo contribuyen a la miseria y al hambre
Quiero insistir en esta idea: los precios bajos de los alimentos son la causa del hambre que sufren gran parte de los agricultores familiares de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo en ?frica y Am¨¦rica Latina, y son tambi¨¦n, en parte, resultado de los subsidios que otorgan los pa¨ªses ricos a sus agricultores. Mantener los sueldos bajos en agricultura solo contribuye a mantener la miseria y el hambre.
La creencia de que los precios bajos de los alimentos resuelven el problema del hambre no se sostiene: el hambre se redujo mucho en el periodo entre 2008 y 2014, que fue cuando los precios de los alimentos se dispararon, subiendo r¨¢pidamente en el mercado internacional. La causalidad es precisamente la contraria: los sueldos son bajos y, por lo tanto, los precios de los alimentos tienen que ser bajos para que la gente pueda sobrevivir. Por eso millones de personas pobres en todo el mundo se ven abocadas a comer comida chatarra (o basura): productos ultraprocesados de peor calidad y muy energ¨¦ticos, y no pueden permitirse prote¨ªna animal ni frutas, hortalizas, que son los alimentos m¨¢s saludables.
Hagamos un esfuerzo. En esta ¡°nueva normalidad¡± pospandemia no podemos permitirnos repetir los mismos errores del pasado si queremos lograr el Hambre Cero y una alimentaci¨®n saludable y sostenible para todos para 2030. Hay que reducir la desigualdad social empezando por subir los salarios de base para permitir que todos puedan pagar una alimentaci¨®n saludable.
Jos¨¦ Graziano da Silva?ha sido director general de la?FAO?(2011-2019) y ministro extraordinario para la Seguridad Alimentaria en Brasil.
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