Invidentes ante un virus contagioso y desconocido

De los 14 a?os que vivi¨® sin ser ciega, Naomi recuerda las caras de su mam¨¢, de su pap¨¢ y la de sus familiares m¨¢s cercanos, su bicicleta, algunas escenas del colegio en el que estudiaba, los coches circulando por la carretera y el color del agua. ¡°Es azul¡±, dice. Beauty, que es m¨¢s bromista y risue?a, la corrige; ¡°?C¨®mo que azul? El agua es incolora¡±. Despu¨¦s ambas discuten en ew¨¦, la lengua materna de la regi¨®n Volta, en Ghana, y la tierra natal de ambas j¨®venes, de 24 y 25 a?os respectivamente. Cuando parecen haber llegado a un consenso, Naomi vuelve a tomar la palabra. ¡°Bueno, s¨ª. El agua es incolora¡­ Y un poco azul tambi¨¦n¡±.

Beauty, en cambio, se qued¨® ciega con 12 a?os. ¡°El doctor me dijo que ten¨ªa glaucoma. Por aquel entonces yo estaba en el colegio y fue algo gradual. Cinco a?os despu¨¦s del diagn¨®stico, antes de cumplir los 18, ya no ve¨ªa nada¡±, recuerda. Beauty y Naomi no solo difieren en el color del agua. Tambi¨¦n en la forma en la que encaran el nuevo coronavirus. Naomi reconoce que tiene miedo, que ya no quiere ni ir a la iglesia, o a reunirse con sus amigos, o a cualquier otra actividad que requiera moverse por un lugar desconocido. Beauty, en cambio, afirma que la pandemia no va a cambiar su vida. ¡°Yo no estoy asustada. Voy a seguir haciendo las mismas cosas que hasta ahora¡±, promete.

Ghana, un pa¨ªs en el Golfo de Guinea con unos 28 millones de habitantes, no es ajena a la ca¨®tica situaci¨®n que ha provocado el coronavirus. La pandemia ha dejado ya m¨¢s de 43.000 casos positivos y casi 300 muertes, aunque ambas cifras caducan con una periodicidad diaria. Pero no todo el mundo la sufre con la misma aspereza. Las personas ciegas han visto incrementadas las dificultades en una naci¨®n en la que hablar de problemas y barreras es casi una constante para cualquiera. Ghana ocupa el puesto 140 de los 189 pa¨ªses incluidos en el ?ndice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), casi el 25% de la poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza y el 7% lo hace en la pobreza extrema, seg¨²n las cifras de Naciones Unidas.

¡°El virus nos ha cogido a todos por sorpresa y ahora tenemos que lidiar con la situaci¨®n¡±, afirma Peter Obeng Asamoah, director ejecutivo de Ghana Blind Union, una organizaci¨®n conformada por unas tres mil personas que vela por los derechos de las personas ciegas en el pa¨ªs. ¡°Para nosotros supone una dificultad extra; tenemos que respetar muchos protocolos, como el de mantener una distancia social, y eso puede resultar complicado. Por ejemplo, muchos dependemos de nuestros gu¨ªas y, obviamente, no podemos prescindir de ellos. Ten en cuenta que nosotros, cuando entramos a alg¨²n lugar, solemos tocarlo todo, muebles o paredes, para encontrar y distinguir algunas direcciones. Debemos hacer un esfuerzo grande para cambiar h¨¢bitos y no es f¨¢cil¡±, lamenta.

Una nueva realidad para m¨¢s de 200.000 personas

Se calcula que unos 250 millones de personas padecen ceguera en el mundo. En Ghana hay algo m¨¢s de 200.000 que deben vivir sin ver nada o con problemas graves en la vista, seg¨²n diferentes encuestas y estudios de la Ghana Blind Union. El Ghana Health Service (servicio de sanidad gubernamental) afirma tambi¨¦n que otras 100.000 padecer¨¢n ceguera total si no se toman medidas m¨¦dicas con celeridad. Las cataratas, que afectan a m¨¢s de 110.000 pacientes seg¨²n el mismo organismo, son la principal causa de la p¨¦rdida de visi¨®n en la naci¨®n, cuyas prestaciones en materia de salud dejan mucho que desear. Los hospitales p¨²blicos, situados por lo general en grandes ciudades, ni siquiera disponen de una cama por cada 1.000 habitantes. Adem¨¢s, y como indica Unicef, mientras que el 75% de los m¨¦dicos que se grad¨²an en Ghana emigran en menos de una d¨¦cada tras finalizar sus estudios, el pa¨ªs solo registra un doctor por cada 10.000 personas.

Cuando se juntan pobreza, falta de educaci¨®n y ceguera en este pa¨ªs, mendigar se convierte en una opci¨®n probable

¡°La situaci¨®n para las personas ciegas no es f¨¢cil. Recuerdo que, hace unos meses, tuvimos contactos con compa?eros de Corea del Sur y lo que nos contaban ellos era tan diferente¡­ Nosotros, por ejemplo, cada vez que queremos algo tenemos que escribir una carta y esperar a que conteste el Gobierno. Algunas veces pueden tardar entre dos y tres a?os en hacerlo¡±, dice Beauty. Ella vive, junto a otra veintena de j¨®venes ciegas, en el Rehabilitation Centre, un edificio dependiente del Departamento de Bienestar Social situado en Accra, la capital del pa¨ªs, que procura ense?ar un oficio a personas con discapacidad. Beauty cuenta as¨ª la nueva realidad: ¡°Antes nos preocup¨¢bamos por otras cosas. Ahora tenemos que lavarnos las manos con mucha m¨¢s regularidad, nos echamos siempre gel desinfectante y casi no nos quitamos las mascarillas. Las usamos todos los d¨ªas¡±.

Como Beauty, Joyce, de 26 a?os, tampoco ve nada. Ella se qued¨® ciega cuando apenas era una ni?a. Joyce es habladora y bromista. Ambas se forman en la confecci¨®n de manualidades y artes que despu¨¦s venden para sacar as¨ª algo de dinero. Elaboran bolsos, llaveros¡­ ¡°Hay que acostumbrarse. El coronavirus ha venido para quedarse con nosotros¡±, afirma con rotundidad. Despu¨¦s prosigue con cierta iron¨ªa. ¡°Dice la radio que este virus te liquida si tienes enfermedades previas. Se lleva por delante a la gente que ya est¨¢ mala¡±. Y, por ¨²ltimo, dice que quiere ser profesora de artes y manualidades dentro de unos a?os, cuando la pandemia pase y su tiempo en el Rehabilitation Centre toque a su fin. Y aqu¨ª, de nuevo, interrumpe Beauty. ¡°Porque es una charlatana. Por eso quiere ser profesora¡±, dice. Y ambas r¨ªen antes de volver a perderse entre sus abalorios.

Problemas a la hora de recibir educaci¨®n

Para llegar a talleres como en el que aprenden Beauty, Joyce y Naomi y para poder ser profesoras en un futuro, la educaci¨®n se antoja una pieza fundamental, aunque, de nuevo, la pandemia presenta un rev¨¦s para personas como ellas. Lo cuenta Obeng Asamoah. ¡°El coronavirus oblig¨® al cierre de las escuelas en marzo y todav¨ªa no han abierto para todos los alumnos, solo para los ¨²ltimos de cada ciclo. El Gobierno ha dado instrucciones para el aprendizaje digital, pero si esto ya es dif¨ªcil para mucha gente aqu¨ª, imag¨ªnate para las personas ciegas. No suelen tener material suficiente para seguir las lecciones ni equipos digitales, como ordenadores o tel¨¦fonos m¨®viles, adaptados¡±, cuenta. Y es cierto que la falta de educaci¨®n es un problema a resaltar en el pa¨ªs; los datos de Unicef indican que alrededor del 28% de la poblaci¨®n adulta en Ghana es analfabeta.

Claro que tengo miedo; antes del coronavirus pod¨ªa hacer de todo, y ahora tengo cuidado con todo lo que hago

Rachel, mujer con ceguera residente en Accra

¡°Este inconveniente se suma a otros que tradicionalmente tenemos las personas ciegas en Ghana, como la imposibilidad de acceder a material para leer o la dificultad para acceder al mercado laboral¡±, concluye Obeng Asamoah. En este sentido, un documento de la ONG Medicus Mundi, que desglosa las principales barreras que encuentra este pa¨ªs desde que misioneros escoceses empezasen a preocuparse por esta discapacidad a principios de la d¨¦cada de los cuarenta del siglo pasado, recoge que los empresarios todav¨ªa tienen ¡°grandes prejuicios¡± a la hora de contratar a invidentes. Dicho documento advierte tambi¨¦n de que, cuando se dan una conjunci¨®n de los factores rese?ados (pobreza, falta de educaci¨®n o imposibilidad de acceder al mercado laboral), algunos ghaneses que padecen ceguera se ven forzados a mendigar en la calle.

Rachel da buena cuenta de unos espaguetis con carne en el Rehabilitation Centre en Accra junto a Naomi, Beauty y las dem¨¢s. Ella, como Naomi, tambi¨¦n tiene miedo a lo que puede venir, a la incertidumbre de una pandemia todav¨ªa desconocida. ¡°Soy ciega desde que nac¨ª y ahora es como¡­ Mira, nosotras solemos ir juntas a todos los sitios. Pero ahora es un poco m¨¢s dif¨ªcil. No sabes qui¨¦n te est¨¢ tocando, o si lo que t¨² est¨¢s tocando puede estar infectado. Claro que tengo miedo. La verdad es que antes del coronavirus pod¨ªa hacer de todo, y ahora tengo cuidado con todo lo que hago¡±.

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