Las manos limpias
?Puede un canalla escribir grandes obras? De entrada, habr¨ªa que definir con precisi¨®n qu¨¦ es una gran obra
El estilo est¨¢ esencialmente basado en la justicia. S¨®lo el hombre justo puede saber c¨®mo sopesar cada palabra, cada frase. Por esta raz¨®n, nunca vemos a los mejores escritores sirviendo una mala causa¡±. Lo anterior fue escrito por un oficial del Ej¨¦rcito alem¨¢n en el hotel Raphael de Par¨ªs, durante la ocupaci¨®n nazi; se llamaba Ernst J¨¹nger, pose¨ªa una visi¨®n ¨¦pica y aristocr¨¢tica del mundo y era perfectamente consciente de la ¨ªndole criminal del nazismo y del horror que hab¨ªa desencadenado. Por lo dem¨¢s, es imposible leer sus palabras sin recordar la humorada de Jean Cocteau: ¡°Unos tienen las manos sucias, otros las tienen limpias, pero J¨¹nger no tiene manos¡±.
?Puede un canalla escribir grandes obras? ?Puede escribirlas alguien que ha incurrido en verdaderas canalladas o que apoya causas verdaderamente canallescas? ?O lleva raz¨®n J¨¹nger y es la integridad personal de un escritor condici¨®n obligada de su excelencia literaria? La vieja pregunta volvi¨® a formularse (y no s¨®lo en Espa?a) a ra¨ªz de la concesi¨®n del Premio Nobel 2019 a Peter Handke, quien durante las guerras de la extinta Yugoslavia se distingui¨® por secundar, no la causa serbia, sino la de Slobodan Milosevic. La respuesta no es sencilla. De entrada, habr¨ªa que determinar con precisi¨®n qu¨¦ es una gran obra (o un gran escritor) y qu¨¦ es una causa verdaderamente canallesca (o un verdadero canalla), lo que pocas veces resulta f¨¢cil. Yo entiendo que J¨¹nger, por ejemplo, fue un gran escritor; por otra parte, no se trata de incurrir en la inmoralidad de juzgar desde el c¨®modo presente a quien vivi¨® en peligro, pero est¨¢ claro que el nazismo fue una causa horrible y que J¨¹nger colabor¨® con ella, aunque es verdad que realiz¨® durante la ocupaci¨®n peque?os actos subversivos (como pasar informaci¨®n sobre deportaciones a la resistencia francesa) y luch¨® a brazo partido por mantener la integridad en sus diarios personales. Tambi¨¦n Handke es un gran escritor, o lo fue en sus primeros libros, y, pese a que sus opiniones sobre el papel de los serbios en la guerra son mucho m¨¢s matizadas de lo que sus enemigos se empe?an en repetir, lo cierto es que tambi¨¦n son globalmente t¨®xicas. M¨¢s all¨¢ de J¨¹nger o Handke, de todos modos, la casu¨ªstica es casi infinita, y la gama de grises tambi¨¦n: no es lo mismo el franquismo de Cela que el nazismo de Hamsun, el fascismo de D¡¯Annunzio o Malaparte o el estalinismo de Neruda. De hecho, quiz¨¢ no sea tan sencillo encontrar un caso de un gran escritor que haya respaldado con plena consciencia, de forma inequ¨ªvoca y continuada, una causa inicua: suele aducirse el ejemplo de Louis-Ferdinand C¨¦line, colaboracionista entusiasta de los nazis y autor de abominables panfletos antisemitas, aunque yo no estoy tan seguro de que, salvo en el Viaje al fin de la noche, sea un escritor tan grande (¡°a los lectores de C¨¦line les gusta que les hablen a gritos¡±, escribi¨® Bioy Casares). Sea como sea, la pregunta persiste: ?puede escribir un gran libro un individuo infame, o un individuo envilecido por su apoyo a causas infames?
El cinismo dominante en el mundillo intelectual de nuestros d¨ªas suele responder afirmativamente a esa pregunta; yo tengo mis dudas. En Contra Sainte-Beuve, Marcel Proust argument¨® que ¡°un libro es el producto de otro yo que aquel que manifestamos en nuestros h¨¢bitos, en la sociedad, en nuestros vicios¡±; ese yo es el yo profundo del escritor, su verdadero yo, el ¨²nico real: el otro, el yo exterior, el yo social, el que vive su vida com¨²n, arriesga opiniones pol¨ªticas, contesta entrevistas, emite panfletos o despacha art¨ªculos no pasa de ser un farsante, alguien que usurpa el nombre del escritor. O dicho de otro modo: el verdadero J¨¹nger no fue el que apoy¨® a los nazis, sino el que escribi¨® Tempestades de acero, igual que el verdadero Handke es el que escribi¨® El momento de la sensaci¨®n verdadera, no el que asisti¨® al funeral de Milosevic. El J¨¹nger y el Handke de carne y hueso son dos impostores; los aut¨¦nticos son los de sus libros, all¨ª donde habita una versi¨®n afinada, noble, compleja, profunda y valerosa de s¨ª mismos. Y donde tambi¨¦n tienen manos, pero las tienen limpias.
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