Boxing Sisters: un club deportivo para curar a la yazid¨ªes refugiadas

Para aprender a boxear, a Husna le basta con una caseta peque?a y mal iluminada. En el campamento de refugiados de Rwanga, donde vive, no hay gimnasio. Durante una hora al d¨ªa, ella y sus "hermanas boxeadoras" convierten este barrac¨®n en su club deportivo. El proyecto Boxing Sisters intenta mejorar la salud f¨ªsica y mental de las refugiadas a trav¨¦s de este deporte. Lotus Flower, una organizaci¨®n brit¨¢nica sin ¨¢nimo de lucro, lo puso en marcha en 2018. La ONG trabaja en los campamentos del norte de Irak para desplazados internos y se dedica a devolver la fuerza y la confianza a las mujeres cuya vida se ha visto afectada por el conflicto y el abandono de sus hogares, que han perdido a sus seres queridos en la guerra, o que han sido testigos o v¨ªctimas de actos de violencia, tambi¨¦n sexual.

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Las mujeres del campo de refugiados de Rwanga comparten un pasado similar. Unas 15.000 personas, la mayor¨ªa perteneciente a la minor¨ªa religiosa yazid¨ª, viven en las instalaciones desde 2014. Son familias que tuvieron que abandonar sus hogares ante el avance implacable del Estado Isl¨¢mico de Irak y el Levante (ISIL o ISIS por sus siglas en ingl¨¦s).

Cuando el ISIS atac¨® el pueblo de Husna en Sinjar, su familia tuvo que huir dej¨¢ndolo todo para salvar la vida. "A las siete de la ma?ana, mi t¨ªo recibi¨® un mensaje de uno de nuestros parientes que vive en otro pueblo. Le dec¨ªa que el ISIS se dirig¨ªa hacia el nuestro y que ten¨ªamos que marcharnos inmediatamente. Cuando intento recordar aquellos d¨ªas, mi coraz¨®n empieza a latir tan deprisa que me cuesta respirar y me mareo", cuenta Husna. Los recuerdos siguen persigui¨¦ndola en el campamento de Rwanga. Varias hermanas boxeadoras han perdido a sus familiares en la guerra. Otras han vivido cosas peores: el ISIS las hizo prisioneras y las esclaviz¨®.

Ahuyentar el miedo con los pu?os

Ahora, Husna y varias docenas de mujeres tienen un sitio para ellas. Las clases de boxeo no tardaron mucho en convertirse en su actividad preferida.

Cathy Brown, campeona de boxeo femenino, se involucr¨® en el proyecto desde sus comienzos. Brown promociona el boxeo como un arma terap¨¦utica que empodera y restituye la confianza; a ello se dedica en Londres y por ello recibe el apodo de "entrenadora de almas". La deportista visit¨® el campamento y entren¨® a Husna y a otras chicas yazid¨ªes durante 10 d¨ªas.

Varias hermanas boxeadoras han perdido a sus familiares en la guerra. Otras han vivido cosas peores: el ISIS las hizo prisioneras y las esclaviz¨®.

El proyecto tuvo una buena acogida, y fue creciendo. Docenas de refugiadas se apuntaron a los cursos siguientes. Cathy Brown y otras entrenadoras pronto reconocieron el talento de Husna, y al cabo de un a?o de pr¨¢ctica diaria, la joven se convirti¨® en entrenadora de las principiantes.

En su cuenta de TikTok, Husna publica a menudo v¨ªdeos de sus sesiones de entrenamiento. En ellos se la ve a ella y a sus alumnas golpear, atacar y aguantar en guardia mientras rugen, gritan y se r¨ªen. "Aqu¨ª me siento como si tuviese una segunda familia. Todas hemos pasado adversidades parecidas, y eso nos acerca, tanto como si fu¨¦semos hermanas", explica la joven, que tambi¨¦n reconoce que varias compa?eras y ellas misma han notado que gracias a este deporte ha mejorado su salud f¨ªsica y mental. Hacer ejercicio con regularidad conservaba su buen humor... Hasta que el nuevo coronavirus lleg¨® a Kurdist¨¢n.

El coronavirus y las boxeadoras

La propagaci¨®n de la covid-19 puso fin al proyecto. Los administradores del campo tem¨ªan que un brote en las abarrotadas instalaciones con poblaci¨®n vulnerable fuese catastr¨®fico, y limitaron las actividades colectivas. Tambi¨¦n restringieron el contacto de los refugiados con las ciudades cercanas, donde cada d¨ªa se informa de nuevos casos de infecci¨®n. Eso significa que, por ahora, Husna y otras hermanas boxeadoras se ven obligadas a pasar el d¨ªa en sus peque?as casetas.

La joven entrenadora piensa que no se puede ahuyentar al coronavirus con los pu?os. "Pero no es el fin del mundo, intento aprovechar el tiempo lo mejor que puedo". Husna est¨¢ muy ocupada con sus estudios. Dentro de unas semanas terminar¨¢ el bachillerato, y estudiar en el campamento no es f¨¢cil. Las jornadas escolares ya eran intermitentes antes de la pandemia de covid-19. Ahora, Husna se est¨¢ preparando para los ex¨¢menes finales. Asiste a clase a trav¨¦s de un tel¨¦fono m¨®vil conectado a una l¨ªnea de Internet muy poco fiable. A pesar de ello, la joven no pierde la motivaci¨®n: "Mis notas medias son altas, y me gustar¨ªa seguir as¨ª. Quiero seguir estudiando e ir a la universidad", afirma.

Volver a vivir en zona de guerra

Husna cree que sus perspectivas de futuro son "un poco preocupantes". Su familia est¨¢ pensando en volver a su pueblo, en Sinjar y empezar una nueva vida de cero. "All¨ª no qued¨® nada", lamenta Husna. "No hay colegios ni universidades".

Adem¨¢s, Sinjar no es totalmente seguro. Nunca lo ha sido. La patria de los yazid¨ªes se encuentra en una encrucijada estrat¨¦gica entre Siria, Turqu¨ªa e Irak, y ha sido siempre campo de batalla de las guerras m¨¢s cruentas. El yazidismo es una fe heterodoxa que combina elementos del sistema de creencias abrah¨¢micas con religiones antiguas como el zoroastrismo y el mitra¨ªsmo. La religi¨®n de los yazid¨ªes se ha utilizado hist¨®ricamente como excusa para demonizar a sus practicantes y convertirlos en objetivo.

Aunque la presencia del ISIS ha sido barrida de Sinjar desde hace ya un par de a?os, las bombas siguen cayendo sobre los pueblos y matando a civiles. Esta vez las arroja el ej¨¦rcito turco en su persecuci¨®n al Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK). Al parecer, en los ¨²ltimos meses los ataques a¨¦reos turcos han matado al menos a tres civiles.

Debido a que el coronavirus ha obligado a la suspensi¨®n de actividades en el campo, Husna y otras hermanas boxeadoras se ven obligadas a pasar el d¨ªa en sus peque?as casetas

Es poco probable que las habilidades para la autodefensa que Husna ha adquirido gracias al boxeo la protejan de las bombas que caen del cielo.

"Mi familia no puede vivir eternamente en el campamento", dice. Husna es consciente de ello. No obstante, no sabe c¨®mo podr¨¢ cumplir sus sue?os en Sinjar. La violencia recurrente ha impedido el desarrollo de la zona. La guerra ha causado graves da?os a las infraestructuras, y los milicianos del ISIS robaron las pertenencias y el ganado de los habitantes del pueblo y destruyeron sus casas. Con los bombardeos y las operaciones militares ocasionales de Turqu¨ªa, la perspectiva de desarrollo y estabilidad sigue siendo incierta.

El campamento de Rwanga nunca fue un hogar permanente para Husna y las hermanas boxeadoras. Aun as¨ª, el breve periodo de estabilidad que la vida en ¨¦l les proporcion¨® fue precioso para ellas. Husna termin¨® sus estudios y se convirti¨® en entrenadora de boxeo. Otras Boxing Sisters adquirieron nuevas capacidades. Su fuerza y su confianza aumentaron, y ayudaron a otras mujeres.

Pero mientras Sinjar no sea seguro, el talento y las ambiciones de Husna correr¨¢n peligro de muerte entre escombros y ataduras.

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