¡®Promoci¨®n fantasma¡¯ | La vuelta al cole m¨¢s sobrenatural
Sin ser un experto, intuyo que la carga viral y el rato de contacto determinar¨¢n mucho el peligro y que un abrazo callejero no es lo mismo que horas compartiendo aula cada d¨ªa
Seis meses exactos despu¨¦s de que cerraran los colegios los vuelven a abrir para empezar el curso m¨¢s raro de nuestras vidas, para que nuestros hijos no sean una promoci¨®n fantasma sin escolarizar.
En casa no ha habido ning¨²n trauma por parte nuestra hija (exceptuando el de volver a madrugar; aunque lo de adaptarnos al horario del cole lo dejamos para el fin de semana anterior¡ como todos). La hemos llevado muy feliz hasta la puerta del centro y a la que ha visto a sus amigas ha ido con ellas sin siquiera despedirse.
Entre los padres tampoco he visto mucho llanto, m¨¢s bien alivio (que no invalida el amor supremo hacia nuestros reto?os). Eso s¨ª, las familias con dos hijos o m¨¢s en vez de lagrimilla tienen dolor de cabeza: est¨¢n explorando a la fuerza las posibilidades del espacio-tiempo. Porque para evitar aglomeraciones en entradas y salidas, los docentes han preparado parrillas de puntos de acceso y horarios con tantas permutaciones que si alguien lo puede retener directamente le convalidan Telecos.
Hay hermanos que entran con media hora de diferencia, con lo cual o el peque?o aprovecha la entrada del mayor y se espera en acogida junto con otros hermanos que no forman parte de su grupo burbuja o los padres se esperan con el peque?o dando vueltas a la manzana subiendo el contador de pasos del m¨®vil.
Muchos se preguntan de qu¨¦ sirve tanta separaci¨®n y tanto horario diverso si al final los ni?os se acaban encontrando en la calle, jugando en los parques o compartiendo extraescolares que hoy a¨²n se mantienen y promocionan.
Sin ser un experto divulgador como el bueno de Salvador Macip, intuyo que la carga viral y el rato de contacto determinar¨¢n mucho el peligro y que un abrazo callejero no es lo mismo que ocho horas compartiendo aula cada d¨ªa.
Tambi¨¦n es verdad que los mismos padres que critican esto son los que se quedan aglomerados en plan horda a la entrada del colegio para despedir y fotografiar a sus reto?os.
Sea como sea, el ser humano se adapta muy r¨¢pido. Si el a?o pasado exig¨ªamos mucho Montessori con pantallas digitales, atenci¨®n extrapersonalizada, men¨²s vegetarianos y sin az¨²car en el comedor, reciclaje extremo en todas las aulas y profesores nativos de ingl¨¦s ahora nos conformamos r¨¢pidamente con que el centro aguante abierto hasta Navidad. Necesitamos un poco de normalidad anormal para trabajar, descansar mentalmente o al menos tener temas nuevos de los que hablar.
De momento, el WhatsApp de padres se comporta y estamos criticando lo normal. Hay que dar un margen a los profesores pero tambi¨¦n detectar todo lo que se puede mejorar. Al menos nadie ha hecho una porra apostando cu¨¢ndo enviar¨¢n por primera vez una clase a casa. Nadie quiere bromear con un tema tan serio y vital como reactivar la educaci¨®n y sobre todo nadie quiere ser el padre de los primeros que se contagien.
Menudo curso nos espera.
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