Salvar el gueto de Copenhague
El Gobierno dan¨¦s pretende acabar con 28 barrios de mayor¨ªa musulmana, refugiada y trabajadora. Y sus vecinos han dicho basta. Para evitarlo, han denunciado el proyecto por xen¨®fobo y discriminatorio
Cada mes de diciembre el Gobierno de Dinamarca publica la lista de las zonas residenciales del pa¨ªs que considera guetos. Actualmente hay 28, la mayor¨ªa repartidas por los suburbios de las principales ciudades, como Copenhague. Para ser clasificadas as¨ª, estas zonas deben cumplir unos requisitos: la tasa de desocupaci¨®n tiene que ser superior a la del resto de la ciudad o la media de ingresos de sus vecinos ha de ser inferior. Tambi¨¦n se mide el nivel de educaci¨®n y escolarizaci¨®n de los j¨®venes y los ¨ªndices de criminalidad. Pero hay un criterio diferencial: la mitad de los residentes tienen que ser de origen o descendencia de pa¨ªses no occidentales, incluso si han nacido en Dinamarca.
Vivir en un gueto tiene sus consecuencias. El anterior gobierno conservador bautiz¨® el plan como ¡°Una Dinamarca sin sociedades paralelas: Sin guetos en 2030¡±. Con el nuevo Ejecutivo socialdem¨®crata de Mette Frederikksen, esto se ha traducido en un conjunto de dur¨ªsimas leyes de inmigraci¨®n y de pol¨ªticas de vivienda. Entre otros, los ni?os mayores de un a?o tienen que atender en clases sobre ¡°valores daneses¡± durante 25 horas semanales, y las sanciones por algunos delitos leves cometidos por vecinos de los guetos pueden ser dobles o comportar penas de prisi¨®n. Pero sin duda, la m¨¢s dr¨¢stica de todas es la eliminaci¨®n del 40% de las viviendas p¨²blicas de estas zonas, lo que supone el derribo de muchos barrios con mayor¨ªa de poblaci¨®n trabajadora, musulmana o refugiada, que es obligada a trasladarse hacia otros lugares m¨¢s alejados del centro de las ciudades.
Para hacer frente al plan, desde Mj?lneparken, en el norte de la capital, un grupo de vecinos ha empezado una batalla legal contra el Ministerio de Transportes y Vivienda para salvar su barrio.
Asif Mehmood lleg¨® tres d¨¦cadas atr¨¢s a Dinamarca desde Pakist¨¢n, y hace 27 a?os que vive en el n¨²mero 30, un bloque de cuatro pisos uniformes delante de un parque infantil rodeado por decenas de bicicletas aparcadas: ¡°Me gusta mucho vivir en Mj?lneparken, es una mezcla de gente de todas partes y hablamos el dan¨¦s para entendernos¡±. ¡°Aqu¨ª los vecinos nos conocemos entre todos y siempre puedes pedir ayuda a alguien, no sabr¨ªa vivir en ninguno otro lugar¡±, asegura, a pesar de las historias de bandas y drogas que a menudo salen en los medios de comunicaci¨®n daneses. ¡°Tenemos el metro, los autobuses, el hospital y la escuela a cinco minutos, aqu¨ª han nacido mis tres hijas¡±. Y reflexiona: ¡°La integraci¨®n, la criminalidad... Todo son excusas que usan porque nos quieren echar para construir nuevos pisos y hacer negocio, pero nosotros tambi¨¦n tenemos derechos¡±.
Susanne Poulsen es otra vecina que tambi¨¦n ha decidido defender el barrio por la v¨ªa judicial. Ella hace ocho a?os que lleg¨® a Mj?lneparken con su pareja cuando naci¨® su hija: ¡°Cuando oigo la palabra gueto me viene a la cabeza un lugar peligroso, sucio y ruidoso... No el barrio donde vivo con mi familia¡±. En diciembre de hace dos a?os la empresa de vivienda social Boa-Vita que gestiona la venta de los 260 pisos del barrio a un inversor privado, le comunic¨® que su apartamento estaba en la lista de los afectados para derribar: ¡°Desde entonces, mi hija me pregunta: ?Cu¨¢ndo me tendr¨¦ que cambiar de escuela?¡±. ¡°Por eso decid¨ª apoyar la demanda, nos sentimos discriminados por vivir aqu¨ª¡±.
¡°Somos parte de la sociedad, pero ahora nos quieren echar¡±
Muhammad Aslam es uno de los primeros vecinos que llegaron al barrio cuando se construy¨® a finales de los a?os ochenta. Desde el principio los bloques se llenaron de j¨®venes daneses y de familias de pa¨ªses de Oriente Medio y el Norte de ?frica, a menudo llegados como refugiados o como inmigrantes, y atra¨ªdos por el bajo precio de alquiler de los pisos. Hoy Mj?lneparken est¨¢ plenamente integrado en N?rrebro, el distrito multicultural de Copenhague lleno de nuevos bares, restaurantes y vida en la calle, y que tambi¨¦n sufre la gentrificaci¨®n. Aslam es tambi¨¦n el portavoz de la asociaci¨®n de vecinos y uno de los impulsores del litigio: ¡°Hemos vivido toda la vida aqu¨ª, mis hijos son daneses, somos parte de la sociedad, pero ahora nos quieren echar¡±. Aslam asegura que, m¨¢s all¨¢ de querer defender Mj?lneparken, el caso ¡°afecta la libertad de todos los daneses y al derecho de escoger donde queremos tener nuestro hogar¡±.
Desde la Plataforma de Afectados Almen Modstand (Resistencia Com¨²n, en dan¨¦s), F¨¢tima asegura que esto no tiene nada que ver con la integraci¨®n: ¡°Cualquier persona que piense que se puede integrar a alguien oblig¨¢ndola a marchar de su casa, est¨¢ delirando¡±. En cambio, ella denuncia las nuevas pol¨ªticas neoliberales que pretenden erradicar la vivienda social en Dinamarca, una forma de propiedad muy com¨²n en el pa¨ªs y que hasta ahora hab¨ªa garantizado la accesibilidad a los pisos de alquiler.
Para Mar¨ªa Ventegodt, del Instituto Dan¨¦s por los Derechos Humanos, el plan claramente vulnera las leyes y la constituci¨®n danesa y conf¨ªa que los vecinos podr¨¢n ganar el caso. ¡°El Gobierno est¨¢ enviando un mensaje muy claro¡± dice Ventegodt: ¡°Seremos muy duros con las minor¨ªas ¨¦tnicas y no los consideramos daneses¡±. Y a?ade: ¡°Hasta ahora y a pesar del cambio de Ejecutivo, el clima pol¨ªtico de racismo contra la inmigraci¨®n no ha parado de crecer en Dinamarca, y esto es muy peligroso¡±.
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