Gentrificaci¨®n y Derecho a la Ciudad
C¨®mo conseguir una "Europa de las Ciudades y de la Ciudadan¨ªa" donde garantizar el Derecho a la Ciudad como deseo colectivo de una urbe m¨¢s justa, inclusiva y democr¨¢tica
La gentrificaci¨®n es un proceso de expulsi¨®n de los vecinos y vecinas de un barrio, sustituidos por otros de mayor capacidad adquisitiva. Definida en los a?os 60 en Inglaterra por la soci¨®loga Ruth Glass, es hoy uno de los fen¨®menos m¨¢s determinantes en la ciudad, hasta tal punto que, seg¨²n Neil Smith, la "generalizaci¨®n de la gentrificaci¨®n" se debe entender hoy como una "estrategia urbana global". Las causas que la provocan son m¨²ltiples y afectan tanto a la vivienda como a los servicios de un sector urbano.
Por un lado, la gentrificaci¨®n viene determinada por las din¨¢micas del mercado inmobiliario y por los fondos financieros interesados en nuevos contenidos que modifican el tejido social de un barrio. En otras ocasiones, es consecuencia ¡ªdirecta o indirecta¡ª de la acci¨®n de la administraci¨®n, cuando importantes transformaciones urbanas o mejoras del espacio p¨²blico producen un incremento del precio de la vivienda y, en consecuencia, din¨¢micas residenciales (m¨¢s o menos) inesperadas. Cuando, a la sustituci¨®n de un sector poblacional por otro, se suma tambi¨¦n el cambio de uso, de residencial a tur¨ªstico, se produce una especial forma de gentrificaci¨®n que podemos denominar turistificaci¨®n. Si durante la burbuja inmobiliaria, el ajedrez de la especulaci¨®n se jugaba sobre el modelo en expansi¨®n (ocupaci¨®n del territorio y del espacio p¨²blico), hoy la "nueva cuesti¨®n urbana" ¡ªen cuanto a "las desigualdades sociales y su capacidad de generar formas evidentes de injusticia espacial", seg¨²n palabras de Bernardo Secchi¡ª se juega sobre todo en la ciudad consolidada.
As¨ª, en el interior de la urbe, la especulaci¨®n no solo afecta al espacio p¨²blico y a los servicios colectivos, sino que interviene en los hogares de sus propios habitantes, en especial en aquellas ciudades que atesoran un mayor patrimonio arquitect¨®nico, urbano y social. La industria tur¨ªstica, cada vez m¨¢s determinante en el mercado inmobiliario, genera nuevos formatos que resultan extremadamente revolucionarios. Si la ciudad es esa dimensi¨®n urbana y, al mismo tiempo social, en la que vive cada vez m¨¢s poblaci¨®n, es imprescindible entender las f¨®rmulas que garantizan no solo el Derecho a la Vivienda, sino lo que, denominado por Lefebvre como el 'Derecho a la ciudad', ha sido matizado recientemente por Harvey como "mucho m¨¢s que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena o protege; es un derecho a cambiar y reinventar las ciudades de acuerdo a nuestros deseos. Es, adem¨¢s, un derecho m¨¢s colectivo que individual, ya que la reinvenci¨®n de la ciudad depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo sobre el proceso urbanizador".
En Europa, la crisis que afecta de hace una d¨¦cada a la administraci¨®n y a la ciudadan¨ªa conlleva la generaci¨®n de una condici¨®n f¨¦rtil para que fondos especulativos accedan a esos sectores urbanos en los que una poblaci¨®n, cada vez m¨¢s envejecida y empobrecida, se ve abocada a abandonar sus propiedades y venderlas al mejor postor. Este fen¨®meno tiene dos caracter¨ªsticas principales: por un lado, se trata de una transformaci¨®n pr¨¢cticamente irreversible, puesto que muy dif¨ªcilmente la poblaci¨®n local podr¨¢ volver a tener acceso a esos bienes tras la subida de precios; y, por otro lado, incidiendo en zonas de alto inter¨¦s hist¨®rico, afecta al coraz¨®n de las ciudades y, por lo tanto, no s¨®lo al valor patrimonial material, sino al patrimonio inmaterial que da vida a nuestras urbes. Desconfigurar el dif¨ªcil equilibrio entre l¨®gicas de la econom¨ªa global y la cultura local produce una homogeneizaci¨®n de nuestras ciudades y, a la vez, tiene un fuerte riesgo de p¨¦rdida de la identidad social de nuestros entornos urbanos.
El caso de Espa?a tiene especial inter¨¦s en cuanto a un an¨¢lisis de las consecuencias de la burbuja inmobiliaria, que ha generado un parque residencial desmesurado y muchas veces en lugares inaccesibles, as¨ª como una cultura de la propiedad y un alto grado de endeudamiento de las familias cuya consecuencia m¨¢s evidente es el drama de los desahucios. A la insostenibilidad ambiental del modelo se suma la insostenibilidad social del mecanismo que lo pone en marcha. Hoy la atenci¨®n del mercado inmobiliario va dirigida a otros lugares, internos a la ciudad y con vocaci¨®n de usar de forma transitoria la industria tur¨ªstica como impulsora en un proceso que se basa, tambi¨¦n, en la condici¨®n de crisis de las personas y de la administraci¨®n. El crecimiento exponencial de las viviendas de uso tur¨ªstico, por ejemplo, puesta en el mercado como supuesta "econom¨ªa colaborativa", realmente ha introducido la especulaci¨®n en zonas patrimoniales y est¨¢ desconfigurando la relaci¨®n entre ciudad y ciudadan¨ªa. Se puede decir que Espa?a ha pasado de la burbuja inmobiliaria a la burbuja tur¨ªstica.
Est¨¢ en juego el futuro de muchas ciudades europeas, en especial las de la Europa mediterr¨¢nea. Venecia es el ejemplo m¨¢s evidente, pero le siguen Barcelona, Lisboa, Berl¨ªn, Madrid, N¨¢poles... en una estrategia urbana global.
"El futuro de la ciudad hist¨®rica ¡ªdice Settis¡ª es un gran tema que se juega no s¨®lo en Venecia y no s¨®lo en Italia, sino en el que Venecia puede ser asumida como un s¨ªmbolo supremo. Cada d¨ªa que pasa es m¨¢s urgente preguntar c¨®mo cada ciudad puede fusionar su capital simb¨®lico con el capital c¨ªvico de la ciudadan¨ªa, traduci¨¦ndola en un derecho consciente a la ciudad y d¨¢ndole un buen uso. C¨®mo puede identificar la forma f¨ªsica de la ciudad y su raz¨®n ¨¦tica, c¨®mo puede hacer del derecho a la ciudad, a la funci¨®n social de la propiedad, al trabajo de los ciudadanos, su propia raz¨®n de ser y su propio proyecto. Si esto sucediera en Venecia, podr¨ªa suceder en todas partes".
Estamos en un momento crucial, en el que es no s¨®lo oportuno, sino imprescindible abrir caminos de alianza entre ciudad y ciudadan¨ªa para ese 'bien com¨²n' que es el organismo urbano. Hay algunas iniciativas de inter¨¦s, sobre todo las que impulsan las organizaciones ciudadanas con af¨¢n propositivo, como el Foro por el Derecho a la Ciudad y al reciente Acuerdo ciudadano suscrito en C¨®rdoba, ciudad que acaba de alcanzar la cuarta declaraci¨®n de Patrimonio de la Unesco y promete, con su casco hist¨®rico semivac¨ªo y de alto valor patrimonial, condicionar el tejido de casa patio con usos de dudosa compatibilidad con la habitabilidad de su casco hist¨®rico. Es sin duda necesario abrir a mecanismos virtuosos de colaboraci¨®n y cogesti¨®n entre administraci¨®n y sociedad civil frente a intereses especulativos. Hacia una "Europa de las Ciudades y de la Ciudadan¨ªa" que d¨¦ respuesta a los retos actuales a partir del Derecho a la Ciudad como deseo colectivo de una urbe m¨¢s justa, inclusiva y democr¨¢tica.
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