Coronavirus y deuda: la pesadilla de los ni?os mozambique?os
Un nuevo informe de Unicef muestra los graves desaf¨ªos de la pobreza infantil en Mozambique
La pobreza infantil es uno de los fracasos m¨¢s crueles e injustos de nuestras sociedades contempor¨¢neas. La experiencia de privaci¨®n extrema durante los a?os cr¨ªticos del crecimiento determina las posibilidades vitales de un ser humano m¨¢s que ning¨²n otro factor. En esta loter¨ªa del c¨®digo postal, la posibilidad de nacer en el lugar equivocado es el equivalente a una condena de por vida a la vulnerabilidad y la pobreza.
Esta es la situaci¨®n de uno de cada dos ni?os mozambique?os menores de 18 a?os. Una cifra que podr¨ªa multiplicarse en el contexto de la covid-19 y la crisis de deuda externa.
La agencia internacional Unicef ha hecho p¨²blico esta semana un informe en el que un equipo hemos estado trabajando durante dos a?os y que ofrece una fotograf¨ªa pavorosa de las muchas dimensiones que componen la pobreza de los menores en Mozambique. Siete de los algo m¨¢s de 14 millones de ni?os de este pa¨ªs viven por debajo de los m¨ªnimos aceptables en uno o varios indicadores de una bater¨ªa que incluye la pobreza monetaria, pero que va mucho m¨¢s all¨¢ de ella: vivienda, participaci¨®n, situaci¨®n familiar, nutrici¨®n, salud, educaci¨®n, trabajo infantil y acceso al agua, el saneamiento y la higiene.
La medici¨®n multidimensional de la pobreza ofrece una herramienta sofisticada y ajustada al contexto para calibrar las verdaderas condiciones de vida de los seres humanos. Y la de demasiados ni?os mozambique?os se parece a un infierno, como demuestran estos datos:
- Las infraestructuras m¨¢s b¨¢sicas, como la electricidad, el saneamiento o el servicio de agua potable est¨¢n fuera del alcance de una buena parte de los hogares en los que residen los ni?os.
- El 42% de los menores del pa¨ªs padecen desnutrici¨®n cr¨®nica, un lastre que condiciona su aprendizaje y su respuesta a enfermedades infecciosas.
- Incluso dentro de un pa¨ªs tan devastado como Mozambique, la desigualdad constituye un factor determinante en el fen¨®meno de la pobreza infantil. Vivir en el medio rural o en una provincia del centro y Norte del pa¨ªs multiplica por tres la probabilidad de ser un ni?o pobre.
- La educaci¨®n primaria destaca como uno de los grandes desaf¨ªos en este panorama, cuando m¨¢s de dos tercios de la poblaci¨®n de entre 12 y 17 a?os no ha completado sus estudios b¨¢sicos.
El informe tambi¨¦n proporciona algunas buenas noticias, especialmente en lo que respecta al acceso a redes mosquiteras, el acceso a saneamiento o la reducci¨®n de la desnutrici¨®n aguda, que cay¨® a la mitad en poco m¨¢s de una d¨¦cada.
Pero estas luces son la excepci¨®n en un panorama inquietante, cuyas consecuencias van mucho m¨¢s all¨¢ de los propios ni?os afectados. Como se?alamos en el informe, ¡°en un pa¨ªs donde casi la mitad de la poblaci¨®n tiene menos de 15 a?os, las privaciones m¨²ltiples de ni?os y adolescentes constituyen una causa primordial de preocupaci¨®n [nacional]¡±.
Porque es en este punto, el de las consecuencias generacionales, donde saltan todas las alarmas. Esta investigaci¨®n fue realizada bas¨¢ndose en estad¨ªsticas de 2014/15, y en un contexto previo a la covid-19. En aquel momento pens¨¢bamos que la acumulaci¨®n de desaf¨ªos econ¨®micos, pol¨ªticos y clim¨¢ticos del pa¨ªs constitu¨ªa una suerte de tormenta perfecta capaz de revertir dos d¨¦cadas de progreso desigual pero continuado en Mozambique.
Hoy la situaci¨®n de hace un lustro parece un balneario en comparaci¨®n con las plagas b¨ªblicas que sufre el pa¨ªs. La covid-19 golpea a una sociedad castigada por los conflictos armados, la virulencia de los shocks naturales extremos y la no menos virulenta actitud de los mercados internacionales. A mediados de 2019 la deuda externa del pa¨ªs era de 14.780 millones de d¨®lares, el 113% de su PIB y casi un tercio m¨¢s alta que en 2016. En julio de este a?o la carga era del 130% del PIB. El devastador impacto de la pandemia en las exportaciones, las remesas y la ayuda internacional de las que depende desesperadamente la econom¨ªa mozambique?a ha hecho esta situaci¨®n m¨¢s insostenible, si cabe. Las restricciones fiscales que se deriven de este c¨ªrculo vicioso entre crisis y endeudamiento caer¨¢n como mazazos sobre el gasto social del que dependen muchas familias, empeorando los ya alarmantes indicadores de pobreza infantil.
Cada uno de estos elementos supone un motivo para la movilizaci¨®n, no para la par¨¢lisis. Las autoridades nacionales tienen muchas explicaciones que dar acerca de la eficacia y orientaci¨®n del gasto p¨²blico, as¨ª como de la gesti¨®n limpia de los recursos. Como demuestra nuestro informe, hoy sabemos mucho m¨¢s acerca de las herramientas que nos permitir¨ªan optimizar unos presupuestos inevitablemente escasos. Por ejemplo: una transferencia de tan solo 600 meticales (7 euros) mensuales a cada uno de los 1,4 millones de ni?os que est¨¢n en peor situaci¨®n permitir¨ªa rescatar de la pobreza a la mitad de ellos. El coste total del programa ha sido calculado en 127 millones de euros anuales. Es dif¨ªcil concebir una medida social que consiga tanto con tan poco.
Pero incluso este peque?o esfuerzo resulta imposible de plantear para un Estado que carece por completo de margen de maniobra fiscal. A menos que las econom¨ªas m¨¢s desarrolladas del planeta intervengan de manera decidida, la nueva crisis de deuda de Mozambique y otros muchos pa¨ªses pobres se convertir¨¢ muy pronto en una crisis generacional. Como recordaban recientemente Kevin Watkins y Henrietta Fore, el plan dise?ado por el G20 carece todav¨ªa de la tracci¨®n pol¨ªtica y financiera que garantizar¨ªa su ¨¦xito. Las semanas que transcurran entre las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI, que terminaron ayer, y la cumbre del G20 del 21-22 de noviembre, van a determinar las vidas de decenas de millones de ni?os en todo en planeta. Ellos no necesitan que llegue la vacuna para empezar a vencer al coronavirus.
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