En el ojo del hurac¨¢n
Los sanitarios, en efecto, no son h¨¦roes, sino algo mucho m¨¢s importante, en los malos tiempos y en los buenos
No s¨®lo supongo, tambi¨¦n deseo que la mayor¨ªa de ustedes no hayan tenido motivos para acercarse a un gran hospital en estos tiempos terribles. Yo he tenido que hacerlo. Despu¨¦s de haber vivido 60 a?os sin ning¨²n problema grave, muy pocos y muy leves, de salud, mi cuerpo ha decidido saltar al estrellato en plena pandemia. Todo lo que cuento en este art¨ªculo lo hemos vivido mi cuerpo y yo.
En la primera oleada de la covid-19, cuando los espa?oles sal¨ªamos todas las tardes a aplaudirles a los balcones, algunos sanitarios se quejaban, con raz¨®n, de que no quer¨ªan ser h¨¦roes. Quer¨ªan material, quer¨ªan EPI, quer¨ªan compa?eros con los que turnarse, quer¨ªan horas de sue?o y tiempo para estar con sus familias. En aquel momento, parec¨ªan abocados a la heroicidad forzosa, sin que se tuviera en cuenta su opini¨®n, pero despu¨¦s del verano, todo cambi¨®. Siempre es m¨¢s f¨¢cil criticar al que tenemos m¨¢s cerca, opinar sin habernos informado previamente, dejarnos llevar por las corrientes de opini¨®n que sacuden la cola del supermercado. La mayor parte de la gente no se toma el trabajo de preguntar antes de opinar, ?para qu¨¦?, y as¨ª, poco a poco, los ciudadanos quejosos de la sanidad p¨²blica empezaron a aflorar por doquier, como setas despu¨¦s de la lluvia. Sin reparar en los recortes padecidos en la inversi¨®n, en la falta de recursos de la atenci¨®n primaria, en la ausencia de contrataciones, en los traslados arbitrarios de personal, mucha gente se quejaba mucho de que el fisioterapeuta les daba cita para dentro de tres meses, de que les hab¨ªan aplazado la operaci¨®n de un juanete, de que su dietista los hab¨ªa abandonado.
Justo entonces, en el ojo del hurac¨¢n de la segunda oleada, en la capital de la pandemia, en el que parec¨ªa el peor momento para enfermar del ¨²ltimo siglo, mi ginec¨®loga, bendita sea, me hizo un informe para mi m¨¦dico de cabecera, quien sobre la marcha me dio un volante urgente para mi hospital de referencia, la Cl¨ªnica de la Concepci¨®n de Madrid. En tiempos de covid, me tem¨ª lo peor y la primera doctora que me vio, la que puso en marcha el proceso, se dio cuenta. Antes de despedirme, me mir¨® a los ojos y me dijo, mira, esto tuyo, en marzo y en abril, cuando est¨¢bamos hasta arriba de contagiados de coronavirus, lo trat¨¢bamos igual de deprisa que ahora y que antes, igual que siempre. No tengas miedo.
En esa consulta se abrieron ante m¨ª varios caminos. El de mi curaci¨®n estar¨¢ ligado para siempre a la admiraci¨®n y la gratitud que siento hacia todos los miembros del equipo que se ha hecho cargo de m¨ª. El del conocimiento es el que me ha llevado a escribir este art¨ªculo. He visto c¨®mo funciona un gran hospital p¨²blico en plena pandemia con pacientes que no tienen esa patolog¨ªa. Me he beneficiado de su organizaci¨®n, de su eficiencia, de la calidad profesional, pero tambi¨¦n humana, de m¨¦dicos, enfermeros, t¨¦cnicos y personal de informaci¨®n, al que incluyo porque no se imaginan ustedes lo importante que puede llegar a ser la informaci¨®n para un paciente. No me he sentido sola en ning¨²n momento, a pesar de que no puedo ir al hospital acompa?ada. No he tenido miedo. No he formulado ninguna pregunta que no haya obtenido su respuesta. No he experimentado ni un instante de incertidumbre.
As¨ª he comprendido que los sanitarios, en efecto, no son h¨¦roes, sino algo mucho m¨¢s importante, m¨¢s esencial para todos nosotros en los malos tiempos y en los buenos, con pandemias o sin ellas. Los sanitarios son el engranaje que pone en marcha el patrimonio m¨¢s valioso con el que contamos como pa¨ªs, el tesoro que hemos recibido de nuestros padres y tenemos la obligaci¨®n de legar intacto a nuestros hijos.
No deber¨ªamos consentir que la sanidad p¨²blica se convierta en una moneda de cambio en negociaciones pol¨ªticas, no deber¨ªamos seguir tolerando que los consejeros de Sanidad se atrevan a tomar decisiones, a abrir hospitales y cerrar centros de salud, a trasladar personal a su antojo, en contra de la voluntad de los propios sanitarios. De lo contrario, todos seremos responsables de haber legado un futuro peor a los espa?oles que vengan despu¨¦s de nosotros.
Esto no es pol¨ªtica, no es ideolog¨ªa, no es propaganda.
Es la realidad.
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