No podemos ser como ellos
La gente ha de volver a apreciar la rectitud y la decencia y a condenar el provecho a ultranza y la ambici¨®n por encima de todo
En los ¨²ltimos a?os, quiz¨¢ los que llevamos de siglo XXI, han cambiado los pol¨ªticos, pero sobre todo ha cambiado la gente. Los primeros son mentirosos e incumplidores por definici¨®n, en mayor o menor grado, y los grados sol¨ªan ser importantes y establecer la diferencia convencional entre uno ¡°honrado¡± y uno ¡°deshonesto¡± (convencional porque s¨®lo los muy ingenuos desconoc¨ªan que ninguno era enteramente sin tacha). Pero todos ten¨ªan que disimular, y hace ya muchos a?os escrib¨ª un elogio de la hipocres¨ªa: siendo desagradable, este vicio pose¨ªa la virtud de que al menos se reconoc¨ªa que ciertas cosas estaban tan mal que hab¨ªa que ocultarlas. Algo cambi¨® con Berlusconi (al que sigui¨® Salvini), que instal¨® y ¡°normaliz¨®¡± la desfachatez en la vida p¨²blica. Apenas si simulaba, o lo hac¨ªa con tanto descuido que sus aspavientos nunca eran convincentes. Opt¨® pronto por no esconderse, por mostrar a las claras sus triqui?uelas y trapacer¨ªas, su amoralidad o inmoralidad, su b¨²squeda de ganancia por cualquier medio il¨ªcito. Con ¨¦l las trampas y los embustes y la difamaci¨®n quedaron al descubierto. Incluso se vanagloriaba de ellos.
El verdadero y m¨¢s grave cambio se oper¨®, como he dicho, en la gente, en los votantes. Lo que poco antes habr¨ªa causado repudio y esc¨¢ndalo, de repente ¡°hizo gracia¡± y fue aplaudido. Se premi¨® no la astucia, que siempre ha sido necesaria en pol¨ªtica, sino el atropello, la tergiversaci¨®n, la perversi¨®n de la ley, el abuso, la manipulaci¨®n descarada, las p¨¦simas pr¨¢cticas. Buena parte de los pol¨ªticos ¡°de derechas¡± hab¨ªan sido as¨ª tradicionalmente, pero guardaban las apariencias (dictadores totalitarios aparte). Los ¡°de izquierdas¡± procuraban no ser as¨ª (Uni¨®n Sovi¨¦tica, China, Cuba y Venezuela aparte; dictadores totalitarios aparte). En este siglo se ha comprobado que el juego sucio destapado reportaba r¨¦ditos y beneficios; que con ¨¦l se consegu¨ªa mucho, el poder principalmente. Las izquierdas anta?o democr¨¢ticas han aprendido la lecci¨®n, y ahora el mundo, a mi parecer, no se divide entre pol¨ªticos de uno y otro signo, sino entre los que conservan escr¨²pulos y los que carecen de ellos. Durante los 8 a?os de Bush Jr y los 4 de Trump he visto, en programas americanos, c¨®mo se instaba al Partido Dem¨®crata a aplicar los mismos ruines recursos del Partido Republicano. C¨®mo se lo urg¨ªa a enfangarse, a envenenar, a calumniar, a mentir sin ambages, porque, si no, jam¨¢s ganar¨ªa y estar¨ªamos perdidos durante d¨¦cadas. Por suerte, esas voces no parecen haber sido escuchadas, y da la impresi¨®n de que Biden y Harris han vencido desde el ¡°viejo¡± decoro. A ver cu¨¢nto les dura y cu¨¢nto aguantan las presiones para envilecerse que desde sus filas seguir¨¢n asedi¨¢ndolos. En este sentido, su triunfo, adem¨¢s de un alivio evidente, es el triunfo de ¡°lo recto¡±, por anticuada que hoy suene la palabra.
Aun as¨ª, que la gente ha cambiado lo prueba que el rey de la desfachatez, del despotismo mafioso, de la subversi¨®n de las leyes, de la mentira, Trump, haya obtenido 72 millones de votos despu¨¦s de actuar de modo ignominioso, a la vista de todos, durante su mandato de 4 a?os interminables. No es ni ser¨¢ el ¨²nico caso de rufi¨¢n transparente venerado por masas, y la tentaci¨®n de ser rufianesco sobrevive a su derrota, tanto en la derecha como en la supuesta izquierda. En Espa?a Aznar careci¨® de escr¨²pulos, y as¨ª qued¨® de manifiesto en la Guerra de Irak y en sus falacias sobre los atentados del 11-M. El PSOE de Gonz¨¢lez careci¨® de bastantes, pero en conjunto fueron m¨¢s los que mantuvo. No el de hoy, de Pedro S¨¢nchez, quiz¨¢ vampirizado por Redondo, Iglesias y Podemos, quiz¨¢ por su turbio car¨¢cter (o m¨¢s bien ausencia de car¨¢cter). A la gente de Catalu?a no le han importado los palmarios embustes y latrocinios de sus l¨ªderes independentistas, ni sus ademanes despreciativos, totalitarios. A los votantes de Podemos les ha dado igual que su jefe haga gala continua de su falta de escr¨²pulos y su cariz taimado, y que, desde el Gobierno, trate de derribar el sistema democr¨¢tico que le corresponder¨ªa defender y que lo ha aupado a su cargo; que elogie sin pausa a quienes dieron base y cobertura a ETA y prefiera su compa?¨ªa a la de Ciudadanos ¡ªpor ejemplo¡ª, que no se ha apoyado nunca en un ¡°brazo armado¡±. A los de Vox les trae sin cuidado que este partido exhiba cada d¨ªa m¨¢s su a?oranza del franquismo y de su dictadura inmisericorde. A los de Bildu no les hace mella que su partido jam¨¢s haya condenado, sino justificado, los 800 malgastados asesinatos de quienes a¨²n trata como a h¨¦roes. A los del PP les resulta indiferente la corrupci¨®n casi end¨¦mica de esta formaci¨®n. Todos borran lo que no puede ser borrado.
S¨ª, es la gente la que principalmente ha cambiado, y para enderezar el pa¨ªs (e Inglaterra, y Polonia, y Hungr¨ªa, y otros; a las no-democracias como Rusia o Turqu¨ªa no se les ve remedio), ha de cambiar de nuevo, tarea muy ardua. Ha de volver a apreciar la rectitud y la decencia y a condenar el provecho a ultranza y la ambici¨®n por encima de todo. Ha de pensar de nuevo lo que se tuvo presente hasta en los momentos m¨¢s cr¨ªticos de la guerra contra el nazismo: ¡°Los enemigos son eficaces, no cabe duda. Pero nosotros no podemos ser como ellos, ni para derrotarlos. O s¨®lo como excepci¨®n, y en contad¨ªsimas ocasiones¡±.?
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