Un ramo de rosas rojas y amarillas
Deber¨ªan erradicar de una vez las actitudes machistas que a¨²n perduran en el mundo militar; los acosos de todo tipo
Al universo le gusta la redundancia. Por eso suceden cosas como el famoso efecto Mateo, basado en la par¨¢bola de los talentos del Evangelio (¡°porque a cualquiera que tiene, se le dar¨¢, y tendr¨¢ m¨¢s; pero al que no tiene, aun lo que tiene le ser¨¢ quitado¡±), que sirve para describir la facilidad con la que los ricos ganan m¨¢s dinero y los pobres se hacen a¨²n m¨¢s pobres (s¨ª, es una par¨¢bola de lo m¨¢s desagradable). O como las rachas de mala suerte, que han dejado huella en el refranero: no hay dos sin tres; cuando llueve, diluvia; o esa frase desesperada y pol¨ªticamente incorrecta: pongo un circo y me crecen los enanos.
Pues bien, a los espa?oles ahora nos est¨¢ creciendo de todo. Al azote del coronavirus se suma una econom¨ªa especialmente afectada por nuestra dependencia del turismo, y un ambiente pol¨ªtico irrespirable gracias al sectarismo malaje que solemos cultivar por estas tierras. Y a ¨²ltima hora, para rematar, hemos a?adido unos casposos ruidos de sables, militares haciendo el saludo nazi o diciendo barbaridades, rancias noticias que parecen venir del Pleistoceno.
En noviembre de 1982 cubr¨ª el primer viaje de Juan Pablo II a Espa?a. Un mont¨®n de periodistas le seguimos en una agenda extenuante que, entre otros lugares, pasaba por ?vila, Segovia y los santuarios de Guadalupe y de Loyola. Varios desplazamientos los hicimos en un helic¨®ptero del Ej¨¦rcito, un Chinook como los que salen en la pel¨ªcula Apocalipsis Now. Fueron viajes complicados y dif¨ªciles, sobre todo en el crispado Pa¨ªs Vasco: aquel a?o ETA asesin¨® a 41 personas.
Cuando ¨ªbamos a ser trasladados por ¨²ltima vez en el helic¨®ptero, se me ocurri¨® que podr¨ªamos tener un detalle con los soldados que nos hab¨ªan estado llevando y trayendo. Propuse regalarles un ramo de flores, una idea que algunos compa?eros periodistas rechazaron, porque se negaban a confraternizar con los militares. Era comprensible: s¨®lo hab¨ªa transcurrido un a?o desde el traum¨¢tico intento de golpe del 23-F, y no s¨®lo desconfi¨¢bamos del Ej¨¦rcito, sino que le ten¨ªamos bastante miedo. Pero por entonces todav¨ªa viv¨ªamos en las postrimer¨ªas de ese par¨¦ntesis de esperanza y de generosidad, ins¨®lito en nuestra historia, que fue la Transici¨®n. Quer¨ªamos de verdad construir un pa¨ªs nuevo, y est¨¢bamos dispuestos a arrimar el hombro. As¨ª que termin¨¦ convenciendo a los periodistas reacios de que el futuro era cosa de todos y de que el movimiento se demostraba andando. Compramos un gran ramo de rosas rojas y amarillas, y se lo dimos al joven oficial que estaba al mando (?un teniente?), que se qued¨® sin habla y patidifuso. No creo que le hubieran regalado flores en su vida. Hab¨ªamos empezado aquel viaje llenos de silencios rencorosos por ambas partes, y lo terminamos amigablemente y con respeto.
Desde entonces han transcurrido casi 40 a?os, y la imagen de los militares y su relaci¨®n con la sociedad han cambiado por completo. Hoy tenemos un Ej¨¦rcito profesional, moderno y democr¨¢tico del que podemos enorgullecernos por sus misiones humanitarias o por el gran trabajo que ha hecho durante la pandemia. Ahora bien, esa confianza y ese afecto son un logro que ha llevado muchos a?os construir; quiero decir que ellos deben ser los primeros interesados en limpiar unos focos residuales de impresentables que estoy segura de que son mucho menos relevantes de lo que quieren aparentar. Y, de paso, tambi¨¦n deber¨ªan erradicar de una vez las actitudes machistas que a¨²n perduran en el mundo militar; los acosos de todo tipo, sexuales o laborales, que se ejercen contra las mujeres dentro del Ej¨¦rcito, y que por desgracia todav¨ªa son demasiados (Diario16 ha publicado en los ¨²ltimos a?os numerosos casos sangrantes). La reciente condena a cuatro a?os de c¨¢rcel del teniente paracaidista Fernando Corona, que de 2014 a 2016 convirti¨® en un infierno la vida de una subordinada suya (con tocamientos, masturb¨¢ndose delante de ella, etc¨¦tera; la soldado ha sufrido un trastorno de ansiedad postraum¨¢tico con tratamiento psiqui¨¢trico y dos a?os de baja) es un alentador comienzo. Ojal¨¢ el Ej¨¦rcito aproveche el momento para fulminar a todos esos miserables que ensucian su imagen. Porque me gustar¨ªa seguir queriendo regalarles ramos de rosas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.