El patio, el elemento olvidado
La covid ha visibilizado las limitaciones de sitio y tiempo de un espacio capital para la socializaci¨®n
Las ni?as y los ni?os espa?oles disponen de media hora al d¨ªa de recreo; una m¨¢s para los que se quedan al comedor. Es decir, que en el mejor de los casos, juegan al aire libre 267 horas al a?o; tomando como referencia los 178 d¨ªas lectivos en Primaria. Un tiempo a veces reducido hoy, al tener que salir por turnos al patio para respetar la distancia de seguridad. La pandemia ha visibilizado una queja hist¨®rica de docentes y familias: los patios de p¨²blicos y concertados est¨¢n lejos de ser espacios de juego amplios, inclusivos y diversos.
"Es lo que sobra de la construcci¨®n, lo que resta tras encajar aulas y espacios asociados. Un terreno de mala calidad, cementado, con pista de deporte; sin espacio para juego libre, sombras o elementos naturales", define Patricia Ibarra, profesora de un colegio en Tres Cantos (Madrid) y miembro de la plataforma Teachers For Future (TFF). Esta p¨¦rdida de espacio, diagnostica el colectivo Improvistos en el proyecto de patios p¨²blicos 'El sitio de mi recreo' (2019), se suma a la "p¨¦rdida de autonom¨ªa de los ni?os y ni?as en la ciudad", donde su espacio suele estar delimitado, en los propios parques, con vallas y columpios id¨¦nticos. "Son espacios de vivencias restringidas, supervisadas, controladas; entre los a?os setenta y noventa del siglo pasado, un 70% de los ni?os abandonaron las calles y juegan al aire libre la mitad del tiempo que sus progenitores a su edad". Cabe insistir en que hace d¨¦cadas que la mayor¨ªa de urbanistas defiende que una ciudad con ni?os jugando libremente en sus calles se percibe como m¨¢s segura.
El que los ni?os puedan jugar no es solo una cuesti¨®n de humanidad; es un derecho reconocido por la ONU. Y si la ciudad no es capaz de garantizar espacios de juego libre, no dirigido (los columpios actuales, destinados adem¨¢s a una breve franja de edad, lo dirigen), los patios de sus centros educativos deber¨ªan cumplir esta funci¨®n. S¨ª suplen en parte la carencia de espacios de deporte p¨²blicos en los barrios, cada vez m¨¢s precarios o inexistentes, pero a cambio de dejar sin espacio el resto de actividades. No en vano, entre todos los elementos que deber¨ªa tener un patio, el BOE solo recoge la recomendaci¨®n de que cuenten con pista "polideportiva". Sin menci¨®n a otro tipo de usos. En esencia, deber¨ªan reconocerse esos nuevos usos porque, como explica Rub¨¦n Lorenzo, del colectivo Basurama, es "un lugar central que representa el primer tejido social y urbano; un ensayo para la edad adulta".
De ah¨ª que, en su opini¨®n, "deba tenerse en cuenta como un espacio educativo vinculado a cuestiones de medio ambiente, g¨¦nero e inclusi¨®n". "Todos deber¨ªan poder jugar y tener sitio y, en general, el recreo es el campo de f¨²tbol y lo poco que queda libre". El resto de ni?os se apartan para evitar balonazos; el grupo que no quiere jugar a ese deporte busca su espacio; las ni?as generalmente no son invitadas; "el espacio se reduce a rincones que no siempre son tranquilos en un espacio que, simplemente, no existe", relata Javier Zarzuela, docente en un centro p¨²blico en Fresnedillas de la Oliva (Madrid). "Ah¨ª aparece la desigualdad de g¨¦nero", contin¨²a, "las ni?as crecen viendo que el ni?o es el protagonista, el que compite en deportes que ocupan m¨¢s espacio e importancia; se adue?a de m¨¢s zonas... Sus oportunidades siempre son peores y reducidas". Tambi¨¦n las deportivas.
Experimentar el ser mayores
"Nunca existi¨® una definici¨®n de patio, era necesario preparar una gu¨ªa de recomendaciones", apunta Lorenzo. "Pretendemos que los t¨¦cnicos se sientan legitimados. No queremos esos suelos, sino topograf¨ªas, estructuras de juego abiertas, plantas, ¨¢rboles, madera, agua...". Estos elementos son, para Zarzuela, "los que hacen del patio un sitio vivencial". El proyecto educativo de su centro ¨Cque han titulado A favor de l@s ni?@s, a favor de la Cultura¨C "atiende necesidades de la infancia: jugar con tierra, barro, agua y trepar, caerse o ensuciarse". All¨ª tienen la figura del "plan de patio". "Es necesaria para darle una entidad propia porque es un espacio educativo m¨¢s", insiste.
La renaturalizaci¨®n es otra reivindicaci¨®n hist¨®rica de los docentes y AMPAS. Es, adem¨¢s, una oportunidad en mitad de la emergencia clim¨¢tica. As¨ª lo ven las urbanistas y arquitectas J¨´lia Gomar y Julia Pineda, socias de la cooperativa Crearqcio, en Valencia y expertas en el trabajo con colegios rurales. "Podr¨ªan ofrecer un entorno seguro ante la covid, pero tambi¨¦n ser pulm¨®n verde y cumplir una funci¨®n de arraigo al barrio y territorio; la ciudad ahora mismo no cuida a los ni?os, sus patios tampoco". Su planteamiento va m¨¢s all¨¢ del dise?o del espacio: lanza un mensaje. "Si los ni?os crecen en espacios de cemento, con un campo de f¨²tbol y sin elementos naturales, si les llevan y recogen en coche y as¨ª es como se relacionan con la calle, ?qu¨¦ preferencias tendr¨¢n como adultos?"
Hoy, el centro escolar est¨¢ lejos de ser visto como una oportunidad para abordar la crisis clim¨¢tica. "Los elementos naturales son un problema para la administraci¨®n. Mueren ¨¢rboles porque no se cuidan y porque abrir huecos en el cemento para plantarlos no es la mejor idea", lamenta Ibarra, que pide que sean los jardineros municipales los que se encarguen de crear y mantener patios que act¨²en como pulmones verdes. Esta profesora plantea otro de los problemas con los que se topan a la hora de innovar: las denuncias y quejas. "Algunos no quieren arena porque sus hijos se mojan cuando llueve; ha habido denuncias por hacer juegos con ruedas... tener columpios no homologados suele ser un problema". Basurama arroja luz en este punto: "Esta creencia es err¨®nea: la normativa contempla homologarlos despu¨¦s. Si no, parques singulares como Madrid R¨ªo, con estructuras de troncos, no podr¨ªan existir".
Ni?os sin derecho a opinar
Como ensayo de la vida adulta, es habitual utilizar f¨®rmulas de cocreaci¨®n en el dise?o de espacios. No es nuevo; ya lo promovi¨®, entre otras, la arquitecta holandesa Jakoba Mulder (1900-1988), que pidi¨® a los ni?os de Amsterdam que comunicasen al Ayuntamiento si ten¨ªan parcelas libres cerca (arrasadas por la guerra) para hacer parques. Bajo el mandato de Manuela Carmena la participaci¨®n en Madrid vivi¨® uno de sus momentos m¨¢s brillantes a trav¨¦s de los presupuestos participativos, muchos de ellos para patios. As¨ª qued¨® reflejado en 'El sitio de mi recreo', en Arganzuela. Entre las peticiones infantiles a trasladar: "Un s¨²per tobog¨¢n, un roc¨®dromo, un simulador de cohete, un estanque, un laberinto...". La nueva corporaci¨®n prescindi¨® de este y de m¨¢s de 200 proyectos aprobados, entre ellos ludotecas en los distritos y patios en azoteas. "Lo ¨²nico que han hecho es repintar las l¨ªneas de las pistas", lamenta una de las madres, Vanesa S¨¢nchez. En el foro de crianza de La Piluka la sensaci¨®n es id¨¦ntica; los patios proyectados han sido cancelados por el nuevo Ayuntamiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.